Capítulo 1: La verdad del matrimonio Collins

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La familia Collins vivía en uno de los lugares más lujosos de Londres. Su casa era una clara demostración de ello. Una casa de dos pisos y una terraza. Simon era muy detallista en esos aspectos. Cualquiera podría pensar que son muy afortunados y que son una familia a seguir. Las mujeres jóvenes de Londres le tenían cierta envidia Hannah y hasta deseaban tener un esposo como el de ella. Todo parecía felicidad, pero... ¿quién sabía lo que en verdad pasaba cuando nadie los veía? ¿Alguien sabe lo que sentía Hannah cuando se daba cuenta que su esposo no la amaba? Ella nunca pidió un amor perfecto, pero sí uno honesto. Nadie sabe cuántas veces ha llorado y ha tenido que fingir por fuera que todo estaba bien.

Por más linda que se veía la luna esa noche, Hannah sentía un frio horrible en su corazón. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar por Simon y hasta le dolía la cabeza. Hace casi 3 años que se enteró que él ya no la amaba como antes y que  se casó con ella por presión de sus padres. Simon quería a Hannah, pero como a una amiga y eso se lo dejó en claro. Él no era malo, y mucho menos con Hannah. Ellos pasaban todos los fines de semana como amigos y siempre le agradecía por comprenderlo. Cuando Simon le dijo la verdad, ella aceptó el trato de ser amigos, pero ante los demás ser esposos. A Hanna se le inundó el alma al no poderle decirle cuanto lo amaba. Sin embargo, ella nunca dijo nada. Amaba demasiado a ese hombre como para perderlo. Pero no pudo evitar seguir sintiéndose una basura al costado de todas las amantes de Simon. Todas eran perfectas y esbeltas.

Esa noche Hanna se la había pasado mirando al espejo y tratando de preguntarse así misma porque Simon no la amaba. Fea no era, mala tampoco. ¿Qué era lo que su esposo buscaba en una mujer?

Las noches eran un refugió para ella, ahí era donde soltaba todo ese dolor que aguantaba todos los días. Y se decía a sí misma que tenía que olvidar a Simon, pero al verlo al día siguiente, ella volvía a sus pies como una mascota. Hannah tenía la esperanza que su esposo se enamoraría algún día de ella, pero ese día estaba demasiado lejos o tal vez nunca iba a ocurrir.

La chica necesitaba ayuda cuanto antes, pero se negaba rotundamente a pedirla. Sólo sus amigas y Ed eran testigos de la verdad de su matrimonio. Ella aguantaba todo porque lo amaba y ....

-Mami. – una niña de ojos azules verdosos había entrado a la habitación, interrumpiendo los pensamientos de Hannah.

-Katie... - Hannah se limpió rápido las lágrimas y fue hasta su hija de apenas 3 años.

-no puedo dormir- la niña era el vivo retrato de su padre. Tenía la sonrisa, los ojos y hasta el mismo cabello, pero no tenía el corazón de su padre. Ella tenía un corazón de oro como su madre. – mami, ¿eta bien?

-Sí, pequeña, no te preocupes. – Hannah tomó en brazos a su hija y se dirigió al cuarto de Katie.

Ella arropó a su hija en la cama y luego se recostó a su costado para poder dormir junto a ella. Para Hannah, Katie era su adoración y no quería hacer nada para lastimarla. Sabía que Katie quería demasiado a su padre y esa era otro por las razones que no podía dejarlo. Además de que Simon también amaba a su hija. Él le decía su princesita y vaya que la quería. Todo lo que Katie le pedía, él se lo daba. Aunque la niña no era el fruto de un amor, sus padres la amaban.

-Mami.... ¿Y mi papi? – Hannah se ponía nerviosa cada vez que la pequeña preguntaba por su padre y este no se encontraba.

-Está trabajando cariño.  – Katie asintió y se acomodó para dormir, mientras que su madre sabía que eso no era verdad y que Simon ahora estaba seguro revolcándose con Lena, su actual amante. Simon era ahora sólo su amigo, pero se le hacía un nudo en la garganta y en el corazón cada vez que se imaginaba a su esposo junto a otra mujer. Sin embargo, nunca le reclamaba.

***

Habían pasado 3 horas más desde que Hannah y Katie habían caído en un profundo sueño cuando Simon llegó. La castaña se había despertado al reconocer la voz de su esposo. Al parecer él estaba hablando por celular.

-Sí, Lena mañana nos vemos. – apenas escuchó el nombre, su corazón comenzó a latir fuertemente y el aire le hacia falta.

-Yo también te amo, mi vida. – Simon soltó una pequeña risa. - Claro que me encantó estar contigo. Bueno ahora si me voy, dulces sueños. Bye. – A ella jamás le había deseado dulces sueños y nunca la había llamado "mi vida". Pero era claro que a Lena sí.

Simon después de terminar la llamada, decidió entrar a la  habitación de su esposa, ya que ambos al ser tan solo "amigos" no compartían la misma cama, pero no encontró a su esposa así que se fue a la de su hija.

- Hannah necesito hablar contigo. – susurró en el oído de su esposa para no despertar a su hija.

-Simon tengo sueño. - Hannah no quería que se dé cuenta que había estado llorando.

-Es urgente. – Reconoció la preocupación en la voz  de su esposo y con cierto desgano se paró de la cama de su hija con cuidado y luego salió de la habitación junto con él. Cuando llegaron a la sala para conversar, ella se sentó en uno de los enormes sofás.

-Dime, Simon, ¿ha pasado algo malo? – preguntó Hannah.

-Mañana he quedado con mis padres para visitarlos y quieren verte junto con la niña.

-Está bien, no te preocupes, mañana estaremos ahí. – Ella fingió una sonrisa y Simon se la creyó.

-Gracias. Eres la mejor. – Si tan sólose diera cuenta que ella estaba destruida por dentro.

La castaña soltó un leve risa-Lo sé. –

<<que buena actriz eres>>  se dijo para sí misma.

– ¿y qué tal tu día?

-Nada interesante, solo trabajo y bueno... - a Simon le costaba hablar de Lena en frente de Hannah ya que él nunca se lo había dicho directamente.

-Estuviste con Lena. – Susurró. – no te preocupes Si, yo soy tu amiga y entiendo lo de tu amor hacía esa chica. – ¡Carajo! Más destruida no podía sentirse aquella mujer.

-Gracias, Hannah eres un amor de persona. – La miró a los ojos y luego le sonrió. Ella no podía resistirse a esos ojos azulinos. Él la tenía en la palma de su mano.

-Y mi princesa ¿Cómo ha estado? – Preguntó por su hija

-Está durmiendo en su cuarto, la pobre estaba cansada.

-Es lo más seguro. – Simon tomó de las manos a Hanna. – Jamás me va alcanzar la vida de agradecerte por la tan hermosa hija que me has dado.

-Simon...- lo interrumpió mientras lo miraba a los ojos.

-Shh. – puso uno de sus dedos en los labios de la joven. – Sé que concebimos a Katie en un mal momento. Fue en los primeros momentos de nuestro matrimonio. Pero sabes que no me arrepiento de esa noche. – A Hanna se le sonrojaron las mejillas.

-Yo tampoco. Y por eso estoy alegre de que tengamos a Katie. - Ella se quedó en silencio por unos cortos segundos. – Aunque tu estés enamorado de Lena. – suspiró.

Simon podía percibir que a Hannah no le agradaba Lena, pero bueno la comprendía. No era común ver a tu esposo con otra mujer. Además, sabía que, si estuviera casado con otra mujer que no fuera su esposa, todo se le haría más difícil. Tal vez, lo chantajearían o amenazarían con llevarse a su hija. Pero ese no era el caso de Hanna. Ella lo amaba de verdad y jamás le haría algo para dañarlo; Sin embargo, él siempre lo hacía cada vez que besaba otros labios que no eran los de ella.

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La de la mala suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora