- Chris te lo voy a preguntar por décima vez. ¿Por qué diablos estamos yendo hacia el sur de Londres? – Hanna estaba saliendo de su oficina cuando la secretaria le avisó que el chofer de Simon la estaba esperando afuera. Le pareció algo raro, ya que la familia sólo solía recurrir a Chris para cosas o eventos importantes.
Llevaba casi una hora de camino y en todo ese tiempo le había preguntado a Chris la razón por la que la haya recogido. Pero él hombre de 40 años sólo le dijo que era para algo importante. Ella estaba asustada. Trató de llamar a Simon, pero él no le respondió.
-Sabes que estoy embarazada ¿no?
-Claro que sí, señora Collins. – le sonrió. – Felicitaciones por eso.
- No se tratará esto de un secuestro. ¿no? – el señor soltó una pequeña risa, pero eso no logró tranquilizarla.
-Tranquila, señora. Jamás haría eso. Yo sólo sigo órdenes. – Chris detuvo el auto. – Hemos llegado.
Hanna miró a su alrededor y reconoció el lugar. Eran casi ya las seis de la tarde y el sol se estaba ocultando. No podía creer que estaba ahí. Hace años que no venía a ese lugar.
- ¿Por qué estamos en la casa de playa de mis suegros? – le preguntó, antes de bajar.
-Entre a la casa y lo averiguará. – Ella lo miró mucho más confundida y con desconfianza bajó. No pasó ni cinco segundos y Chris ya se había ido.
- ¡Chris! – gritó, pero el hombre ya se había desaprecido. - ¡Ay, Dios! – sintió pánico y se imaginó lo peor, como si la habían llevado hasta ahí para matarla. Analizó su alrededor y no había gente. No era común en esa época ver a personas en la playa. Aún faltaba como dos meses para verano. Sacó el celular del bolso, pero estaba sin batería. – Lo último que me faltaba. – se quejó. – Cuando no, la suerte siempre de mi lado. – Acomodó su gabardina para que le cubriera el vestido de estilo Beckham.
Miró hacia la casa, vio las luces encendidas y con temor caminó hacia ella. Decidió entrar por la terraza del primer nivel, pero antes se sacó uno de sus tacos y lo sujetó en la mano como si de un arma se tratara. No sabía a lo que se iba a enfrentar.
***
Haber escogido como lugar la casa de playa de Hengistbury Head en Bournemouth era la idea perfecta. La hermosa casa contaba con dos pisos y una vista increíble hacia la playa desde el malecón en el que se ubicaba. Los acabados eran de primera y tenía un estilo entre clásico y moderno.
Simon revisó que la mesa del comedor este lista e intacta con todo lo que había organizado para la cena. No era la típica cena romántica. Él no usaría velas, rosas regadas en el piso o inciensos. Sólo necesitó prender las luminarias con luz cálida, lo cual generaba un ambiente más acogedor, poner los platos, utensilios y por supuesto la comida.
Revisó la hora en su smartwatch, acomodó un poco la camisa blanca que tenía remangada hasta los codos y sostuvo el ramo de margaritas blancas en sus manos. Sabía que Hanna estaba a pocos minutos de llegar cuando un zapato le cayó en la cabeza.
-Pero, ¿Qué diablos fue eso? – Miró a su alrededor asustado y trató de recuperarse del golpe. ¿Cómo era posible que un zapato haya aparecido de la nada? - ¿Quién anda ahí? – Caminó hacia la terraza con las flores aún en mano cuando...
- ¿Simon?
- ¿Hanna?
-¡Ay por Dios, estás aquí! – lo abrazó con todas sus fuerzas por unos segundos. – Espera. ¿Qué haces tú aquí?
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La de la mala suerte
RomanceHanna tenía 21 años cuando se casó con el joven empresario Simon Collins. Su matrimonio creció con falsas ilusiones y ahora 4 años más tarde lleva la vida que jamás imaginó. Simon Collins la amaba, pero aquel sentimiento cambió cuando fue prácticam...