Simon recogió a Hanna de la clínica apenas había amanecido. Tuvo la intención de ir solo, pero el llanto y suplicas de su hija, lo convencieron de llevarla también. La pequeña había recibido con los brazos abiertos a su madre. A pesar de las pocas horas separadas, ambas ya se estaban extrañando como si no se hubieran visto en semanas. Hanna estaba sentada como copiloto, mientras Katie se encontraba sentada en la parte de atrás y Simon iba manejando. Después de unos 10 minutos de silencio, se estacionó y apagó el carro.
-¿A dónde vas? – le preguntó la castaña, mirando como él bajaba del carro.
-Tengo que dejar a Katie en el kínder. ¿Acaso no es algo obvio? – abrió la puerta trasera y luego tomó de la mano a su hija para ayudarla con su pequeña maleta y llevarla hasta la puerta de su escuela. Tres minutos después, regresó solo.
-No me acordaba que hoy Katie tenía escuela. – confesó Hannah cuando Simon volvió a prender el carro.
-No me sorprende que siempre muestres ese poco interés cuando de "hijos" se trata. – Era Oficial, Simon le estaba declarando la guerra.
-Eres un idiota. - Ella se cruzó de brazos y postró su mirada a la ventana. Así fue hasta que llegaron a la casa y ambos bajaron molestos.
-No quiero que me molesten. Voy a estar en mi oficina. – Simon se encerró en su oficina apenas llegó.
-Como si quisiera seguir hablando con un odioso como tú. – susurró molesta.
-¡Te escuché! – le gritó desde adentro de su oficina.
-¡Ahhh! ¡Que te den Simon! - Ella no quería discutir. Trató de controlar su furia y se fue a su habitación a descansar un poco.
***
Horas después
Ya eran aproximadamente las 10 de la noche y Hannah descansaba en la cama sola. Ella deducía que su esposo no iba a dormir a su lado. Él no parecía a gusto con ella. Las cosas no estaban bien entre ellos. Pero Simon tenía otros planes.
-Pensé que no ibas a ....
-Dormir acá. – Completó Collins. Él había entrado a la habitación, logrando despertarla. - Pues te equivocaste. – le sonrió sínicamente. – Yo no rompo mis promesas.- Hanna sabía a lo que se refería. Cuando se reconciliaron, la última vez, él le había prometido que iba a pasar todas las noches a su lado.
-Simon yo... - Él no la dejó terminar de hablar y se recostó en la gigante cama.
-Simplemente déjalo ahí. Sólo quiero dormir. – Y con esto último el castaño le dio la espalda y se quedó dormido. Hannah sabía que iba a ser difícil que las cosas se arreglaran. Lo peor que alguien puede hacerte es "ignorarte".
Así fueron todos los días siguientes. Simon la ignoraba o simplemente la trataba muy mal. Por otro lado, ella se había tomado unos descansos del trabajo o mejor dicho, su padre la había obligado a que no fuera a trabajar. Pero para Hannah, eso era lo peor, ya que tenía que quedarse en casa sola. No había querido ir a visitar a las chicas, ya que no quería que nadie le recordara su situación actual. Sabía que si hablaba con ellas, iba a terminar llorando peor.
-Señora Collins, El señor Simon ha llegado temprano. – le Dijo Ana.
-Gracias Ana por avisarme. Creo que comeré aquí en mi habitación. – le sonrió con amabilidad.
-No se preocupe, yo le subiré su comida. Pero hay otra cosa.
-¿Qué cosa?
-Su suegro esta al teléfono. – Ana levantó una de sus manos y le entregó el teléfono a la castaña.
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La de la mala suerte
RomansaHanna tenía 21 años cuando se casó con el joven empresario Simon Collins. Su matrimonio creció con falsas ilusiones y ahora 4 años más tarde lleva la vida que jamás imaginó. Simon Collins la amaba, pero aquel sentimiento cambió cuando fue prácticam...