Capítulo 9: "Déjame ir"

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Hola chicas! ¿como están? espero que bien. Ya saben, si les gusta no se olviden de comenter y votar por la nove. Las quiero mucho.

besos ENORMES!! ***

Los días pasaron y Hannah aún no podía superar lo que había pasado. A veces tenía pesadillas con lo sucedido, así que prácticamente, no dormía. Además, su genio estaba insoportable. Hasta le había gritado de una manera exagerada en una ocasión a Katie porque la pequeña había cogido sus joyas para jugar. Simon estuvo presente cuando regañó a Katie, pero no dijo nada, y sólo se llevó a su hija a comer un helado y tratar de distraerla.

Le había hecho prometer a Simon que no dijera nada de lo que había ocurrido aquella noche. Al principio, él se opuso, pero después de que ella le diera sus razones, le hizo caso. Hannah no quería pasar más vergüenza y lástima ante los demás.

-¿Otra vez no irás a trabajar? – El castaño había entrado a la habitación de su esposa y le sorprendió verla otra vez en la cama. Desde el accidente con Peter, ella no había querido ir a la empresa.

-No Simon. Ahora por favor retírate y déjame descansar. – le pidió formalmente sin ninguna pisca de cariño.

- Estás mal Hanna. - confesó acercándose a la cama en donde estaba ella recostada.

-Simon, te dije que lo dejaras ahí. – le recordó

-Necesitas ir al psicólogo. - Hanna frunció el ceño.

-¿Me estás diciendo que estoy loca? – Pobre de él, la que se le iba armar.

-No. Sólo que necesitas ayuda. ¡No seas terca! – bufó molesto. – Tal vez tu madre conozca alguno. – sugirió mientras sacaba su celular del bolsillo y trataba de buscar el número de su suegra.

Hannah se levantó rápidamente y le quitó el celular de las manos para luego tirarlo sobre la cama. - ¡¿Qué haces?! – Simon le plantó la mirada.

-Salvándonos. – dijo la castaña. – ¿Quieres llamar a mi madre y consultarle sobre un psicólogo? - Hannah se cruzó de brazos. – ¿Para que después ella te pregunte "por qué" y tú como idiota le respondas que tu esposa ingenua pensó que un hombre podía llegar a enamorase de ella? ¿Ah y luego mi madre me traté como una cualquiera? ¿Además de que le confieses que nuestro matrimonio es una farsa porque tú no eres mi marido sino el hombre de otra? – Simon bajó la mirada. – ¡PIÉNSALO! – a ella se le llenaron los ojos de lágrimas.

-Annie... – la llamó por su apodo.

-¿No te das cuenta que ya no puedo más....? – La voz de Hannah se iba quebrando. –El único que ha ganado en esta historia has sido tú, tú y nadie más que tú... ¿Crees que no me he dado cuenta que no has venido a dormir a casa por estar con ella?- Simon la tomó de las manos.

-Tú eres mi familia. Siempre lo serás. – la miró a los ojos y sintió culpabilidad.

-¡Suéltame! – Pidió con nostalgia. – Ya no hagas más daño Simon, ya no más.... - Hannah estalló en lágrimas y con lentitud fue derrumbándose hacia el piso.

-No hago daño, y sabes que tú y Katie son lo más importante para mí. – se arrodilló hasta quedar a la altura de la castaña, mientras le limpiaba las lágrimas.

-Eso lo sé Simon, pero no es fácil.

-¿Qué no es fácil?

-¡Toda esta farsa! - Hannah se soltó de él y se paró. – ¿No te duele mentirle a tus amigos, a algunos familiares, a tu hija? – Aquello último lo había debilitado.

-Pero tú y yo llegamos a un acuerdo. Somos los mejores amigos.

-Simon, ya no quiero seguir así. – Él la miró confundido o tal vez con miedo, ya que tenía el presentimiento de que algo malo iba a pasar. – Tenemos a una hermosa hija y eso te lo agradezco cada día de mi vida, pero no pidas que le siga mintiendo a esa pequeña. ¿Sabes cuánto se me parte el corazón cada vez que Katie me pregunta porque nosotros no somos como los padres de sus amigas? Esa niña va a crecer con un mal concepto. Es mi hija y no quiero lastimarla. Ayer la traté muy mal. – Las lágrimas se hicieron presentes en los ojos de Simon. Sabía que eso era verdad. Katie no merecía esto.

La de la mala suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora