A pesar de que Simon no haya querido escuchar el veredicto del doctor ese día en la clínica. Aquel Doctor no había podido seguir con su vida normal. Necesitaba decirle todo a esta familia porque estaba poniendo en riesgo más de una vida.
Hannah se encontraba sola en la habitación. Simon se había ido a trabajar y Katie al kínder. Así que estaba sola en la casa con Ana.
-Señora Hannah. – dijo Ana entrando a la habitación.
-Dime Anita. – La castaña se acomodó un poco en la cama, ya que aún seguía en pijamas.
-Un Doctor la ha venido a buscar. – Ella la miró confundida.
-¿Doctor? Pero yo no he llamado a nadie. Además, no creo que Simon se haya preocupado por verme mal ayer.
-Dice ser el doctor que la atendió ese día en la clínica. - asintió y le dijo a Ana que en seguida bajaba.
Rápidamente buscó ponerse un vestido floreado que le quedaba a la altura de la rodilla y bajó las escaleras para encontrarse con el dichoso doctor.
-Buenos días, señora Collins. – Dijo el doctor al ver que la joven se acercaba.
-Hola. Buenos días, doctor. – El hombre notó lo confundida que estaba la chica.
-He venido porque tengo que decirle algo importante. Se supone que se lo iba a decir a su esposo, pero al parecer el señor se negó rotundamente. Estaba muy enojado.
-No lo entiendo.
-¿Se ha sentido bien estos últimos días? - Hannah negó y le comentó al doctor sobre sus vómitos. – Era lo que me temía. Para empezar, tú fuiste a la clínica por 2 cosas. La primera por los vómitos y el desmayo. Y la segunda por un desangrado.
-Sí y fue por unas tontas pastillas. – Ella se sentó en unos de los sillones que se encontraban al frente del doctor.
-Pero no fue sólo por eso. – La joven lo miró confundida. – Las pastillas te cayeron mal porque estaban vencidas. – Un grito de sorpresa se le escapó de los labios. – Luego examinamos el por qué de tu "desangrado" y nos dimos cuenta que esas pastillitas le estaban haciendo mucho mal a otra personita. – El doctor sonrió. – Descubrimos que estabas embarazada.
Todo se detuvo por unos segundos y su cerebro trataba de conectar todo. Era como si estuviera caminando en un túnel oscuro y escuchará en un eco la voz del doctor diciéndole que estaba embarazada. ¿Cómo era eso posible?
-¡¿Qué?! Pero eso no puede ser. ¡Yo me hubiera dado cuenta! – Hannah se paró nerviosa y empezó a caminar de un lado para otro.
-Tienes 2 meses de embarazo. Bueno ya casi para tres. – Esto era demasiado. Cómo era posible que no se haya fijado en la fecha.
-¿Me está diciendo que casi mato a mi propio hijo?
-Los tres primeros meses son muy difíciles, ya que es muy posible que ocurra un aborto. Pero al parecer ese pequeño milagrito se ha querido quedar ahí contigo. – El doctor señaló el vientre de la castaña. – Necesito que tomes estas vitaminas y que vayas a chequearte a la clínica cada mes. – El señor le dio un sobre. – Tienes que leer esto, ahí te estoy dejando todo lo que debes hacer y lo que no. Por favor cuídese y disculpe no haberle avisado a tiempo. Lo que hice no fue algo ético. – El doctor se despidió y se retiró de la casa Collins.
-¡ANA! ¿Puedes creerlo? ¡Estoy embarazada! – Ambas mujeres sonrieron.
-¡Felicitaciones! Se lo merece.
-¡Oh Dios mío! - Hannah puso sus manos sobre su vientre. – Seré mamá por segunda vez.
-Un hijo siempre es una bendición.
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La de la mala suerte
RomantiekHanna tenía 21 años cuando se casó con el joven empresario Simon Collins. Su matrimonio creció con falsas ilusiones y ahora 4 años más tarde lleva la vida que jamás imaginó. Simon Collins la amaba, pero aquel sentimiento cambió cuando fue prácticam...