Es lo mejor por ahora
"Nuestras acciones tienen efectos en los demás"
Simon y Blake se habían ido a un corto viaje de negocios a Bélgica. Así que no pasaría el fin de semana con Hannah y Katie como siempre solía hacer desde que se dio lo del "tiempo". No le gustaba mucho la idea de no vivir junto a Simon, ya que ahora a sus cuatro meses de embarazo, no iba a tener a quien abrazar por las noches o que vaya a comprar los dulces que siempre se le antojaban. Pero todo era por un bien.
-Señora Collins. – Ana había entrado a la habitación de la castaña. – El jardinero acaba de llegar.
-Gracias por avisarme Ana. – Dejó la revista que estaba leyendo sobre su mesa de noche y le sonrió. – Dile que hay algunas hierbas malas creciendo cerca de mis hermosas flores amarillas.
-Está bien, yo le aviso. ¿Desea algo más?
Hanna se levantó de la cama. - ¿Katie ya regresó?
-Sí. Ahora está en la sala de juegos. – Hanna le agradeció y Ana se retiró de la habitación.
Se puso sus pantuflas y acariciando su ya abultado vientre que tenía debajo de un corto vestido azul, caminó hasta la sala de juegos. Abrió la puerta y sonrió al ver a su pequeña jugando con sus Barbies sobre la enorme alfombra beige de pelo largo. Se apoyó en el marco de la puerta y trató de entender lo que su hija estaba jugando. En una mano Katie tenía a un muñeco vestido de príncipe y en la otra mano una princesa que estaba en lo más alto del castillo.
- ¿A qué juegas amor? – se acercó y sentó al costado de su hija.
- ¡Mami! – Katie le sonrió. -Estoy jugando a la plincesa y el plíncipe.
-Oh. ¿Y por qué están separados? – preguntó al ver a la muñeca en el castillo.
-Es que ya telminé de jugal. – Hanna la miró confundida.
- ¿Y de que se trataba la historia? – tal vez sonaba algo interrogadora, pero como madre quería saber qué es lo que pasaba por la mente de su hija.
-El rey ya está muy viejito. Así que quiele que la princesa se case con un plincipe para que ella pueda sel la nueva reina. Pero el plíncipe que ella ama no la ama. Y al final, la plíncesa se queda tliste y sola en el castillo llolando, mientlas que la bluja malvada es la nueva reina. -Hanna se quedó mirando a su hija anonadada.
- ¿Y la princesa no piensa luchar o ser feliz? – preguntó asustada.
-No. – le respondió Katie. – Polque no tiene un plíncipe. Así que no puede hacel nada. – Hanna no podía creer que su hija tenga esa perspectiva de la vida. No quería que ella creciera de esa manera. Quería que su hija se ame y sea fuerte.
-Katie, amor, escúchame. – Se giró un poco y tomó ambas manos de su hija, logrando que la pequeña de ojos azules la mirara fijamente. – Quiero que entiendas algo. Una mujer no necesita de un hombre para ser feliz. Si tú quieres algo, tienes que ir por ello y luchar. Una mujer puede gobernar sin la necesidad de tener un hombre al lado.
-Pelo tú solo eles feliz cuando estás con papá. – Eso había sido un golpe bajo. ¿Qué se siente que una pequeña te diga la verdad? – Polque cuando pelean tu estas tliste.
-Katie... - un nudo se le había formado en la garganta. Era su culpa. Su culpa que su hija este creciendo con pensamientos que no son. – Obvio que tu padre me hace feliz...Pero eso no quiere decir que cuando no está él yo no pueda serlo. Míranos ahora. Estamos las dos juntas y estamos bien. Tú me haces feliz. Sé que has visto cosas o pasado por situaciones que una niña de tu edad no debería. Quiero que me entiendas que tu felicidad no depende de lo demás. ¿Me entiendes? – La niña asintió. – Mamá se ha equivocado mucho en la vida y sé que no he sido un buen ejemplo de mujer fuerte. Pero estoy tratando de hacer lo mejor. Por eso quiero que me veas ahora como una mamá fuerte que es feliz por ella misma y porque ella así lo quiere. – Por más que los ojos se le estaban llenando de lágrimas no le quitaba la mirada a su hija. – Por todo lo que he pasado quiero que tú seas feliz Katie. Quiero que cuando crezcas, seas una mujer independiente, luchadora y fuerte que se ame a sí misma y que no se deje pisotear por nadie.
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La de la mala suerte
RomanceHanna tenía 21 años cuando se casó con el joven empresario Simon Collins. Su matrimonio creció con falsas ilusiones y ahora 4 años más tarde lleva la vida que jamás imaginó. Simon Collins la amaba, pero aquel sentimiento cambió cuando fue prácticam...