5.

2.8K 199 36
                                        

Poncho frunció el ceño con enojo al verme, y yo aún seguía paralizada, estática, en shock.

-¿Por qué abres la puerta sin ver antes quién es?

Mierda.

-Yo.. Yo.. No.. Tú.. -me aclaré la voz y volví a empezar tratando de hacer una oración coherente- Pensé que era Ma.. eh.. otra persona ¿Que haces aquí?

-Llevo medio día tratando de comunicarme contigo -hizo una mueca- ¿Puedo..? -ahora lo veía algo nervioso y titubeante señalando hacia adentro.

-Ah, claro.. Pasa -me aparté para que pasara, entró un poco pero se detuvo.

-¿Estás sola?

-No, con Manuel -sus ojos casi se salen de sus órbitas y tuve que apretar los labios para no reír. No era momento de reír, Anahí.

-¿Tu.. tu esposo?

-Nop, mi hijo.

-Ah.. -suspiró con alivio y entró. Nos quedamos un momento en silencio sin saber que decir.

Aunque yo por mi parte quería preguntarle un montón de cosas como ¿que hacía aquí? ¿como sabía que yo estaba en cdmx? ¿era real o producto de mi imaginación?

Pero quería que él mismo lo dijera.

Y de mientras yo lo repasaba de arriba a abajo. Traía unos jeans y una ramera blanca pegada a su perfecto y musculoso pecho, unas llaves colgando de sus bolsillos y unos tenis negros. Estaba.. ¡Dios! Hacía muchísimo tiempo no lo veía y estaba guapísimo, esa barba de varios días, esa carita de cansancio, esas arruguitas y hasta esas canitas se le veían realmente sexys. Mi corazón quería salirse del pecho, mis manos temblaban y estaban frías.. Y me repetí mentalmente ¿Era real o una ilusión?

-Hablaba con Christian, él me dijo que estabas aquí.

Bien, Chris le dijo.. Pero eso no era explicación de que hacía aquí en mi depa a las 9 de la noche.

-¿Si? Pero... -Poncho se cruzó de brazos y sus músculos me hicieron dejar la frase a medias ¡por Dios, que brazos! - Eh...

-Me comentó que no estabas nada bien. Me preocupé. Te llamé y no contestaste -continuó explicando al ver que no respondía.

¡Maldito Chris, bocón! Cuando lo vea lo mato.. o le agradezco, no lo sé.

-No, no Poncho, él exagera. No le peles. Yo estoy bien, estoy perfecta.

-Tu cara no respalda tus palabras -alzó una de sus perfectas cejas que lograron cabrearme en segundos, por la seguridad con la que lo decía.

-Poncho, yo estoy bien. Hace años que no nos vemos ¿de verdad piensas que aún me conoces? Pues estás equivocado ¡la gente cambia!

No pretendí ser tan dura. Me arrepentí con solo ver como bajó los hombros y la mirada. Me controle para no lanzarme a sus brazos y gritarle que tenía razón, que no estaba bien.

-Si, tienes razón. Solo.. Me preocupé por lo que me dijo.

-Exagera. Él y yo estamos bien... Felices. Las parejas pelean, si, pero yo lo amo y eso no va a cambiar.

Poncho me miró como si estuviera loca y mi fachada de indiferente se rajó un poco. Me conocía, aún lo hacía. Y de que manera..!

-No te creo.

-Pues, creelo. No eres él único feliz en esta historia -giré mi mirada y comencé a ordenar cosas sobre la mesita al lado de la entrada.

Sentía su mirada verde olivo taladrandome, mirando dentro de mi.. ¿Quién se creía? ¿No tenía una esposa que atender?

-Por cierto ¿que tal tu esposa? -pregunte con deje de amargura.

-Excelente.

-¿Y Dani? -esta vez si me interesó la respuesta, olvidé toda mi amargura y giré para verlo. Un bebé siempre lograba ponerme sensible y a él parecía pasarle lo mismo.

-Muy bien, muy sano y es lo que importa -sonrió distraído- ¿Y tu wero?

-Muy divino mi príncipe -mi mirada se iluminó y él sonrió más- se durmió hace un momento.

Cualquiera que nos viera diría que estamos locos, pero ¡caray! Nuestros bebés nos cambiaron la vida enormemente y eso se nos reflejaba en muchos sentidos.

-Vi unas fotos. Es muy grande y guapo.

-Si, yo vi unas tuyas.

Ahora la incomodidad nos traspasaba, no quería que mis pensamientos siguieran el rumbo hacia la parte que más dolía, prefería zanjar el tema.

-Puedes sentarte ¿quieres algo? ¿Un café, té?

-Un té estaría bien.

Unos minutos luego estábamos dos dos tomando té y sin hablar mucho, aún no comprendía que hacía Poncho aquí. Digo, en este tiempo parecí no importarle, y eso que había tenido problemas mucho más serios con Manuel anteriormente. Pero estaba aquí, en mi departamento. El no entraba aquí desde.. tragué saliva.. desde que eramos felices.. juntos. Recordaba ese día a la perfección, luego de una escena de celos que le monté por andar coqueteando con una niña en el antro, me tomó de la cara y me besó.

-Any, pueden haber muchas, pero sabes muy bien que, al final, siempre serás tú. Nadie más.

Eso había sonado muy cabrón pero para ese entonces yo me había quedado satisfecha y enamorada. Esa noche hicimos el amor como nunca. En el sofá, en mi cama, en el baño, en la cocina.. ¿Él lo recordaría?

-Estuve hablando con Christian.

-Si, ya me lo dijiste. Pero no veo en que te afecten mis problemas matrimoniales.

Poncho dejo la taza sobre la mesita con más fuerza de la normal, se levantó y se sentó a mi lado en el sofá. Me quitó la taza de las manos y la colocó junto a la otra.. ¿Qué? Quedé paralizada. Mis pensamientos se esfumaron y veía todo como en cámara lenta.. ¿Que iba a hacer? De repente, tomó mi muñeca y la giró.

Los dos vimos. Aun tenía marcas visibles de los dedos de Manuel en el dorso de la muñeca. Mierda.. Bajé de la nube de sopetón.

-¿Fue él?

-¿Qué?

-Tu esposo ¿te hizo eso?

-¡No! Yo solo.. Solo me caí y..

-Anahí, no me mientas. Sé que son marcas de manos. Di la verdad.

-¡Ya basta! -me levanté enojada- no tienes ningún derecho a venir a reclamarme y a buscar respuesta. Eso no te incumbe a ti, Alfonso.

-¡Te está golpeando! ¡Claro que si!

-¡No me golpea! ¿De que estás hablando?

-¡Claro que si!

-¡No! Solo me tomó del brazo un poco brusco. Tengo la piel muy sensible, lo sabes.

-Eso no me convence.

-¿Y qué si no te convence? Es mi vida, Alfonso. No sé por qué vienes aquí luego de tanto a decirme esas cosas, si está claro que hace mucho tiempo yo dejé de importarte, no tienes que...

Se levantó rápidamente interrumpiendome, tomándome de los hombros y traspasandome con la mirada, se veía aún enojado.

-Nunca has dejado de importarme, Anahí.

Siempre Serás Tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora