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¿Perfecto para relajarse? Podría estar de todas las formas, menos relajada. El estar en una casa tan lujosamente encantadora a solas con Poncho era todo menos relajante. Por el contrario, me ponía inquieta. Por más que quise que estuviera aquí conmigo, no era más que una locura. ¡Estaba loca!

-Esta es mi habitación -me separé rápidamente de su demasiada cercanía hasta la cama y me lancé sobre ella. Poncho se cruzó se brazos haciéndose el ofendido.

-Me parece injusto. Yo también la quiero.

Podría haberle dicho que podíamos compartirla, solo para reiterar lo loca que estaba por estar con él en Cancún.

¡Y Cancún! Justo el lugar donde más recuerdos teníamos.

-Hay muchas otras más. Además -me apoye sobre mis hombros para mirarlo- la invitada principal de los dueños de la casa soy yo.

-Ah vale. Soy un intruso.

-Obvio no, menso. Eres el invitado principal de la invitada principal.

Poncho sonrió y se acercó hasta sentarse en la cama. Yo también me senté.

-Se que no querías demasiado que viniera. Pero en su momento me pareció convincente la idea de Neni.

-Poncho, si quería que vinieras. Pero como ya te he dicho, no quería causarte problemas ni mucho menos hacer que te sintieras obligado.

-No lo estoy, aunque admito que estuve a punto de negarme cuando me di cuenta que podía ser una idea estúpida -desvíe la mirada ante sus palabras pues me recordaba nuestra situación y lo incomoda que era. Él pareció notarlo porque agregó:- De todas formas, también necesitaba unas vacaciones.

-Pero no tenías en mente Cancún, sino Illinois ¿no? -solté con un deje de amargura arrepintiéndome en segundos. No debí haber dicho eso. Poncho suspiró y cruzó los tobillos.

-No tenía en mente Cancún, pero tampoco Chicago... -eso me confundió y esperé que se explicara pero no lo hizo. En cambio se levantó- Muero de hambre ¿preparamos algo de comer?

Asentí, reiterando una vez más que esa sería mi dormitorio. Poncho bajó y yo aproveché para avisarle a Tisha que ya habíamos llegado y preguntarle como estaba mi niño. Repetido mil veces que todo estaba bien y que me divirtiera, colgué. Fui hasta el baño principal para quitarme la cara llorosa antes de bajar con Poncho.

Y una vez en la cocina buscábamos algo que hacer entre los estantes. Había tanta comida que no nos deciíamos.

-Por mi comeríamos un sándwich -dijo Poncho.

-¿Un sándwich? Que va, necesito algo que me alimente más y engorde menos.

-¿Engorde? ¿De que va eso? -Frunció el ceño y tuve que explicarme.

-Verás, llevo una rutina fuerte de ejercicios debo mantenerme en una dieta estrictamente equilibrada. Además, hago yoga continuamente.

-Uhm.. Pero estás de vacaciones enana, puedes dejar eso a un lado. Diste a luz hace poco, además.

-¡No puedo! Pasé meses sin entrenar y debo recuperar.

Vi como Poncho paseaba su mirada de arriba a abajo, obsevandome en detalle.

-¿Recuperar que?

-Mi peso -recargué mi cadera en la encimera y me crucé de brazos. Me gustaba mucho cuando Poncho me miraba pero me daba algo de vergüenza no estar cien por ciento en forma.

-Yo te veo perfecta -murmuró encogiéndose de hombros mientras seguía mirándome. Eso me hizo sonrojar brutalmente.. ¡Por Dios, deja de verme así! Me descrucé de brazos y seguí buscando en los estantes con nerviosismo.

Era increíble la forma que me hacía llegar a sentir con solo mirarme luego de tanto ¡me hacía sentir una adolescente! Me dije que solo eran las hormonas y el tiempo que llevaba sin sexo.. Pero no solo eran las hormonas. Poncho siempre me había hecho sentirme se esa forma. Y eso me asustaba. El contraste con Manuel era grandísimo.

Seguía buscando no sé que cosas en el estante cuando una enorme barra de chocolate apareció frente a mi cara.

-¿Hace cuanto no comes uno de estos?

Era mi jodida barra de chocolate favorita, y él era plenamente consiente de eso. Bajé los brazos y aparte la tentación de mi cara.

-Hace un mes. Me permito comer una al mes.

-Mmm -frunció los labios- antes comías mucho de estas y no vi que engordaras algo.

Y sigue con el antes.

-Ya mi metabolismo no es igual, con mi rutina, si como de estas se me reflejará más rápido.

-No seas tonta Any ¿quién te ha estado metiendo esas cosas en la cabeza? Tú eres perfecta, peses lo que peses.

Descarté el hecho de decirle que Manuel era quién tenía en control mi peso y por el contrario me regocijé en sus palabras que se me antojaban tan sinceras... «Tú eres perfecta peses lo que peses» con una sonrisita que no pude ocultar, tome un paquete de pastas y se las mostré. Como bien dijo él, estaba de vacaciones.

-¿Te apetece? -asintió con una sonrisa.

Pasamos la tarde haciendo desastres en la cocina puesto que se me había ocurrido hacer una receta que había visto en la TV cuando tenía unos meses de embarazo y se me antojaba muchísimo, pero no había tenido la oportunidad de prepararla.

-¿Seguro eso se come, wera? -pregunta Poncho con burla acercándose por detrás, ganándose un codazo de mi parte- Ya, ya, es broma. Se ve y huele increíble.

Sentir su aliento en mi cuello, la verdad, no me estaba ayudando para nada. Una vez terminada la cena y más relajada, cenamos acompañados de una botella de vino. Entre charla y charla se nos fue la tarde. Era agradable estar así de nuevo con él. Aun no me había tocado el tema de Manuel y se lo agradecía enormemente. Por otra parte, sus ojos me distraían por momentos y me perdía en ellos. El parecía darse cuenta porque siempre que pasaba, tocaba mi nariz y repetía lo que había dicho la última vez. Yo trataba de ocultar mis mejillas sonrojadas detrás de la copa de vino.

A la hora de dormir se despidió de mi con un beso en la frente y otro pequeño apretón de nariz. Procuré no derretirme en el proceso pero él lo lograba. Esa noche luego de llamar va mi madre para saber de mi hijo y cantarle su canción de cuna, pude dormir más tranquila.

A la mañana siguiente decidí bajar a la playa. Luego de una ducha me coloqué un traje de baño debajo de un corto vestido playero, tomé mis gafas, un sombrero y bajé a desayunar.

Poncho ya se encontraba preparando algo y al verme sonrió.

-Buen día enana, veo que saldrás.

-A la playa, a tomar el sol.

Me serví un poco de café luego de que Poncho me sirviera un plato de tocino, huevos y tostadas.

-Puedo acompañarte si quieres.

-Vale pero.. -señalé el plato- ¿no te parece demasiado?

Se encogió de hombros y negó.

-Es un desayuno de campeones.

-Ya abusé demasiado la noche anterior y no creo que..

-Any... -me cortó dándome beso en la mejilla- callate y come. Iré a cambiarme.

Y sin más, subió las escaleras dejándome con una sensación de cosquilleos en el estomago. ¡Dios! En el poco tiempo que llevamos aquí ya me trae loca. De nuevo. Como hacía años. Y como hacía años había pensado que jamás pasaría con él.

Y esto no me está haciendo nada bien.

Siempre Serás Tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora