46

1.8K 112 10
                                    

El viaje resultó ser un maldito infierno y estoy realmente cansada. Manu se a propuesto llorar todo el viaje (del modo en el que quisiera llorar yo) y no me ha dejado descansar.

Manuel está inquieto. Volcado en el puto portátil revisa cosa tras cosa. Esto no me pinta nada bien y mentiría si dijera que no estoy aterrorizada.

Me digo que todo irá bien. Me ha dicho que me dejará en mi hotel favorito mientras él asiste a una reunión. Mientras más lejos de él y más cerca de mi hijo esté, estará todo bien.

Todo irá bien.

Al llegar al hotel me dejo caer en la cama con mi hijo mientras Manuel deja las bolsas en el suelo. Tenemos una suite muy grande y las dos camas parecen bastante convenientes.

-Estaré de vuelta en unas horas. Puedes.. No sé. Dar una vuelta -dice, sacando un abrigo de su bolso y colocándoselo.

-Oh, vaya ¿lo tengo permitido? -bufé, sarcástica.

-Siempre y cuando lo sepa tu guardaespaldas, claro, esposita mía -rió con sorna y salió por la puerta.

Lo maldije una y mil veces más dentro de mi. El resto del día simplemente lo pasé en la habitación con mi hijo viendo tv y tragando como una cerda.

Al anochecer decidí bajar al área de la piscina con Manu. Manuel aún no llegaba y realmente me importaba muy poco. Por mi, que ni se aparezca.

-Estamos tú y yo contra el mundo -le hablé a mi bebé recostada en una de las tumbonas- todo esto pronto pasará. Lo prometo -lo acaricié mientras balbuceaba y reía. Ajeno a todo el caos que pasaba por mi mente y mi corazón.

Extrañaba a Poncho. Lo extrañaba jodidamente mal. Eran de esos momentos en los que no me hubiese importado ser «la otra» o ser simplemente su amiga. Cualquier cosa por tenerlo cerca.. Por escuchar su voz, disfrutar de su risa, ver sus ojos brillar, abrazarlo, besarlo..

Joder.

-Tú mami está muy mal, ¿sabes? -reí, apartandome una lágrima- está muy enamorada. Siempre lo ha estado de la misma persona. Y aunque sé que he tomado malas decisiones, no me arrepiento, por que estás tú conmigo -besé su cabecita mientras me veía fijamente con sus lindos ojitos azules- pero ya es muy tarde para mi.

***

Decir que estaba decepcionado era poco para lo que realmente me sentía. Estaba más enojado conmigo mismo de lo que he sentido antes con cualquier cosa. Aún no podía sacarme de la cabeza las duras palabras de Anahí, sus ojos ardientes y su barbilla en alto. Eran tan frívolas que en ella parecía una broma de mal gusto.

Pero no lo era.

Debí esperarlo ¿no? La verdad, no lo esperaba. Pero esto me demostraba que Anahí podía superarse.

¡Maldición! ¡Como la odiaba en este momento! No podía ser la misma Anahí que estuvo conmigo en Cancún, aquella que lloró en mis brazos, que me tentaba, que gemía sobre mis labios y se movía en mi regazo. No podía.

Debería poder simplemente sacar todo el enojo y seguir adelante, tal y como ella lo estaba haciendo. Debería no importarme tanto. Debería no dolerme el pecho de tal forma... Como si fuera tan fácil Quizá para ella si, pero yo tenía corazón.. Y escocía.

Me preguntaba que dirían los dos Alfonso en mi cabeza.

Mentiría si te dijera que odio decir que te lo dije. Pero realmente me fascina martillartelo en la cabeza... ¡TE LO DIJE! Anahí no iba a dejar a Manuel ni todo los lujos que la corrupción pueda comprar. Y además, perdiste a Diana. Vaya idiota.

. ¿Realmente piensas que Anahí lo dice en serio? Sabes que algo no muy bueno está pasando, y odias admitir que en el fondo estás preocupado porque Manuel le esté haciendo algo. Es Anahí. ¡La conoces de toda la vida! Y de Diana.. Olvídalo. Hasta está mejor sin ti.

Casi me reí por mi pelea interna mientras tomaba de mi whisky. El primero tenía razón en que era un completo idiota, pero el segundo... Vale si, mi parte protectora estaba alerta y estaba algo preocupado. Pero también sabía que ella no expondría a su hijo a algún peligro.

¡Como deseaba hablar con alguien que le diera otro punto de vista! Estaba claro que Christian no sería para nada objetivo. Lo noté en la cena y en las miradas fulminantes que me lanzaba. Tampoco tenía a nadie más que estuviera al tanto entre Anahí y yo, y Diana quedaba totalmente descartada.

¿Necesitaría un psicólogo? ¿Un psiquiatra tal vez? Reí como estúpido ante esa idea.

Quizá la botella era mejor compañera.


Siempre Serás Tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora