35.

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No pude evitar sentirme decepcionada de su respuesta. Y tampoco era que deseaba una propuesta de matrimonio ni mucho menos... pero al menos otra palabra que no dejara en evidencia que esto solo duraría el tiempo que estuviéramos aquí, hubiese estado mejor.

Tampoco se como sentirme al respecto. Estoy feliz, confundida, triste, no lo sé.. Lo que si sé es que, por más problemas que tenga con Diana en este momento, no está dispuesta a dejarla tan fácil.

No como yo con Manuel.

Porque lo dejaré. No por Poncho, no por mi, sino por mi hijo. Sé que mi pequeño no merece vivir entre una relación dañina y falsa y eso es lo que Manuel y yo tenemos. Y empeorará si acepto su estúpida condición de «felices los cuatro» no, por Dios.

¿Disfrutar el momento? Vaya, no tenemos 20 años, pero de igual modo quiero disfrutarlo, y no por que Manuel me lo pida (o me lo prohíba en tal caso)  ¿Cuantos años esperé para estar así con él? Con Poncho. El único hombre que he considerado el amor de mi vida, el hombre de mis sueños que por tonta perdí.

Ahora estamos aquí. Muchos años tarde.

¿Que hacer? ¿Que pasará después? ¿Volverá él a su vida de casado y se olvidará de mi dejando un vacío en el corazón? ¿O me dejará un huequito en su vida para, de todos modos, romperme el corazón? Porque sé que no dejará a Diana.

¿O si?

—¿Any?

Su voz me trae a la realidad de nuevo. Espera una respuesta. ¿Para que pensarlo? De igual forma me duele tenerlo tan cerca pero tan lejos. Respiro hondo y lo miro, dibujando mi mejor sonrisa.

—Disfrutemos.

—¿Estás segura? —me pregunta, no muy convencido.

—¿Tú lo estás?

Mi pregunta lo toma por sorpresa, por un segundo lo noto: duda. Pero al siguiente me mira, juntando nuestras frentes me besa en la nariz.

Y siento morir.

—Estoy seguro que quiero vivir esto contigo.. ahora..

Me da terror preguntar que pasará luego, así que me guardo las palabras, el corazón, todo. Es mejor así.

El resto de la tarde fue sublime. Conversamos y nos actualizamos de muchísimas cosas, reímos, nos abrazamos sobre la tumbona, nos besamos, comimos del rico ceviche que nos trajeron, nos bañamos en la playa y de nuevo nos besamos y nos seguimos besando más.

Quería que este día durara mil horas, pero lamentable la tarde comenzó a caer. Estaba feliz, como embobada, y sé que él también.

¿Será de ese modo también con Diana? Si, se que no debería pensar en ella, pero no podía evitarlo.

De regreso a casa nos separamos para ducharnos y vestirnos. Moría de hambre, así que al bajar preparamos algo sencillo para comer entre beso y beso y más besos.

—¿Me dejas terminar de picar esto, Poncho? —pregunte en un jadeo estremeciéndome al sentir sus besos en mi hombro.

—Mmm.. —hundió su cara en mi cuello haciendo reír.

—Anda, ve a acomodar la mesa si quieres comer hoy.

—Está bien, está bien —refunfuñó antes de besarme otra vez y desaparecer hacia la puerta trasera. Comeríamos en el patio. Sonreí embobada antes de volver a lo que estaba picando.

***

Salí a al patio y el aire fresco que me dio en la cara fue agradable. No sé que estaba pasando conmigo, pero no podía permanecer demasiado tiempo separado del cuerpo de Anahí. Era como si algo fuerte me atrayera a ella y me costara despegarme. Desde que tomamos esa lancha esa mañana todo había sido más intenso. Mucho más aún con nuestro acuerdo de «disfrutar el momento»

Siempre Serás Tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora