2.

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—A ver mi amor ¿ya me vas a contar sobre este repentino viaje? —preguntó Tisha trayendome un bol con sopa de pollo. Amaba sus sopas y ella lo sabía.

—Los extrañaba —murmuré con la vista clavada en mis sobrinos al rededor de la cestita con Manu.

—Y nosotros a ti, amor. Pero siempre nos avisas. ¿Que pasó? ¿Te peleaste con Manuel?

Mi mamá me conocía tanto.

—Algo así, pero no tiene importancia, ya lo arreglaremos.

—¿Segura? —preguntó no muy convencida.

—Si —sonreí débil.

—Tienes una carita.. ¿Estás durmiendo bien?

—No mucho.

—Ser mamá primeriza no es nada fácil, Manuel debe ayudarte mucho, yo me las vi feas con Neni, me desesperaba a montones y lloraba en cualquier rincón, pero tú papá siempre estuvo ahí.

Si solo ella supiera.. Desvíe la mirada hacia los niños. Mi madre me conocía y no podía ver la mentira en mis ojos cuando le dije.

—Oh, si. Manuel me ayuda muchísimo. Es un excelente padre.

—Eso me tranquiliza —su mano tomó la mía y la apretó.

Estuve unas horas más en casa de mi madre, Neni llegó y estuvimos las tres y los niños charlando y cenando. Los amaba y los extrañaba como una loca. No quería irme nunca de ellos.

Estuvimos mucho rato charlando, jugué con los niños y Ana Paula me contó cosas del colegio y sus amigas. Tenía tanto amor por parte de ellos que me hacían olvidar todo el resto del mundo, incluído Manuel.

—Bueno niños, hora de irnos a casa —le habló Neni a Ana Paula, Santi y Pato, ellos hicieron una mueca— ¿y tú, hermanita? ¿te quedas aquí?

—No ¿me puedes llevar a mi depa?

—¿No te sentirás sola allá? Acá tienes a mamá y..

—No, Neni, de verdad necesito estar sola —le susurré para que solo ella escuchara y la miré con súplica.

—Bien.. Mañana me cuentas, no pienses que te salvas.

—Vale.

Nos despedimos de Tisha que no quería soltarme hasta que le prometí venir al día siguiente, tome a Manu y sus cosas y todos nos dirigimos al auto.

Al llegar, acomodé las cosas. Desde que me había mudado a Chiapas me negué a vender este depa, por mucho que Manuel insistió. Sabía que lo iba a necesitar en estos casos, así que le había acondicionado una habitación al bebé y siempre trataba de mantenerlo limpio y con la despensa llena de comida.

Por fin mi bebé se había dormido. Me quité el jersey manga larga y observé mi muñeca. Mi piel era muy sensible y aún se veían las marcas de la mano de Manuel ahora ya moradas. Se veía peor de lo que se sentía, así que de mientras trataría de taparlas. No quería preocupaciones por parte de mi familia.

Me di un baño y me coloqué una pijama. Antes de acostarme revisé mi móvil, habían muchas llamadas y textos no muy felices de Manuel.

Manuel Velasco:
Preguntaron mucho por ti hoy.

Manuel Velasco:
Les dije que estabas enferma.

Manuel Velasco:
Te estoy llamando, puedes contestar el puto telefono?

Siempre Serás Tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora