Joder.. ¡Yo y mi bocota! Poncho no tenía que saber que Manuel me tenía chantajeada. Sabía que él era capaz de cualquier cosa y eso no era nada bueno. Manuel me demostró lo malvado que podía llegar a ser, y solo con una llamada podría colgar esas fotos y vídeos íntimos míos y de Poncho a las redes, y sabía bien que eso lo enojaría más de lo que podría ya estar.
Esto no era nada bueno para nadie.
Me armé de valor porque sabía que esto me dolería más a mi que a él y respirando hondo solté.
—Ya déjalo estar. Prefiero ser la cornuda de Velasco que ser la otra de Herrera. Y si, tómalo como quieras —me solté de su agarre y salí pirada de ahí, con las piernas como gelatina, dejando a un Poncho blanco como un papel en el cuarto de baño.
Al llegar al comedor todos ya estaba sentados esperando la cena. Christian hermoso como siempre me había guardado un puesto a su lado y le agradecí sentandome.
—¿Estás bien, enana? Estás pálida —me susurró.
—Estoy bien —mentí. La verdad, me sentía fatal. Sentía las manos temblar y unas horribles ganas de vomitar.
Las palabras «quería seguir viéndote» me rondaban una y otra vez por mi cabeza dolorida. No tenía claro de que si esas palabras eran buenas o muy malas.
Quería seguir viéndome luego de lo que vivimos en Cancún. Lo que significaba que para él también había significado algo lo nuestro. Sin embargo, quería seguir viéndome ¿a escondidas de Diana? Porque si algo había dejado en claro, es que no iba a dejarla. No como yo había estado dispuesta a dejar a Manuel.
Pero las cosas resultaron como menos me las había imaginado.
La cabeza me daba vueltas y a penas registré cuando Poncho se sentó, justo en frente de mi. Sentía su mirada taladradome muy dentro, pero no me atreví a levantar la vista.
Los platos llegaron pero a penas probé bocado. Mi hambre seguía sin aparecer y ya se me estaba comenzando a notar un poco en el cuerpo, a juzgar por todos los “Estás más delgada, Any” que recibí en mi cumpleaños. “Es por alimentar a Manu” era mi respuesta. Aunque ya había dejado de darle pecho a mi hijo hacía dos meses, sustituyéndolo con biberon y comidas suaves, pero no tenían por que saber eso.
Jugué con mi plato un rato más, evitando mirar a Poncho, cuando un sonido de móvil comenzó a sonar. Todos se vieron entre si, incluía yo.
—Creo que es el tuyo, wera.
Oh, ¡cierto! Me disculpé y saqué de mi bolso el celular nuevo que me había dado Manuel el día anterior, y en el que solo estaba su contacto registrado. Efectivamente, era un mensaje de él.
Manuel Velasco:
¿Le falta mucho a esa estúpida cenita?
El jet sale en 1h y media.Me disculpé y escribí rápidamente una respuesta.
Yo:
A penas estamos en el primer plato. Ya sé que sale en ese tiempo ¿puedes dejar de recordarlo?Manuel Velasco:
Solo me aseguro de que no te olvides de lo que te conviene... 😉Resoplé, luego de responderle un “lo recuerdo” lancé el móvil al bolso para luego seguir jugando con mi plato. En la mesa todos charlaban y reían animadamente, incluso Poncho se integró a la conversación. Yo solo sonreía y asentía como un robot. Si bien había extrañado muchísimo a los chicos la situación podía conmigo. Solo quería irme a mi casa (la de CDMX no de Chiapas) y hacerme un ovillo en mi cama con mi bebé. Estaba agotada física y mentalmente. Tal vez los demás se dieron cuenta de ello y no forzaban una conversación conmigo, cosa que agradecía.

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Siempre Serás Tú.
Fiksi PenggemarLos sentimientos.. muchas veces, aunque escondidos, siguen intactos. Y aunque insistimos en negarlo.. mi amor.. Siempre serás tú.