55.

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El camino de regreso a casa fue distinto a como fue la ida. El ambiente era menos tenso y Alfonso se veía más relajado. Pero no habíamos hablado, y jodidamente necesitaba que compartieramos el sentimiento.

—No sabía cuanto realmente querías una niña —rompí el hielo, jugando con el sobre de la ecografía.

—Deseaba.. No me malinterpretes. Amo jodidamente a Dan, es mi campeón. Pero siento una.. debilidad distinta por las niñas.  Es como una bendición tener los 2.

—Igual para mi.

Me miró de soslayo y le sonreí. Él me devolvió una sonrisa más pequeña.

—Yo.. Sé que nunca te lo dije pero.. Te quería pedir una disculpa por la reacción que tuve cuando me enteré. Realmente me tomó por sorpresa.

—Y la sorpresa te tomó un mes, pero creeme, lo entiendo. Fue algo que nos cambió la vida por completo —más a ti que a mi, quise añadir. Aún no estaba segura de como manejaba tan bien ambas situaciones, me refiero con Diana y conmigo, y tampoco creía que me lo dijera alguna vez.

Le escribí un mensaje a Neni de que pasaría por Manu, pero me respondió que habían salido todos a pasear, que me tomara el resto de la tarde para mi. Agradecí, pues de verdad lo necesitaba. Poncho me llevó hasta casa y le ofrecí quedarse a almorzar. Quizá era su buen humor por la noticia de la bebé, que encantado aceptó.

—Iré a cambiarme, no me tardo —dije rápidamente y subí las escaleras dejándolo sentado en la sala de estar.

***

Era todos sentimientos encontrados.

Observé a Anahí subir las escaleras mientras me sentaba pesadamente en el sillón. Sentía una extraña mezcla se satisfacción y nerviosismo a la vez. Tal vez no debiera estar pasando tanto tiempo con Anahí, pero no lograba evitarlo. Era como si algo me empujara a estar aquí, cuando sabía bien que no debía. Pero me permití no pensar en eso por hoy. Hoy no.

Me acababa de enterar que tendría una niña. Oh, joder. Siempre quise una hija y siempre quise partir caras de quién me llegase a llamar suegro un día. Reí en una carcajada. Era todo una locura. En esa parte de mi vida como padre me sentía completo.

En la sentimental.. No tanto.

Si era sincero conmigo mismo, debía admitir que cada día me costaba más pensar en ese par de meses que Anahí estuvo con Velasco, ya embarazada de mi. Debía admitir también que no la veía destrozada por su esposo en la cárcel, como cualquiera en su lugar. Tampoco iba a visitarlo donde quiera que estaba mientas esperaba su juicio. Era como si Velasco no existiera para ella.. O quizá eso me hacía ver.

El caso era que estaba comenzando a volverme loco. No quería sentir cosas de nuevo por ella. Pero creo que las sentía. Muchas veces me repetía que todo era por el bebé. Que estar aquí era mi deber. Que podía separar las cosas perfectamente, pero francamente a veces las líneas se difuminaban.

Como ahora.

No se que tanto tiempo llevaba arriba, pero ya la quería de vuelta. Conmigo. Poder contar contemplarla mientras preparaba algo de comer, cosa que me encantaba.

Pero antes de que eso sucediera, el timbre de la puerta principal sonó. Esperé que ella misma bajara a atender, pero supuse que no escuchó. Al segundo timbrazo me levanté a abrir.

Detrás, un hombre de unos 50 años, vestido de traje Armani y con cara de superioridad se presentó.

—Buenas tardes, mi nombre es Marco Farías. Soy el abogado representante de Manuel Velasco. ¿Se encuentra la señora Velasco?

Rodé los ojos con amargura. Todo iba tan bien mientras ese malnacido no fuera nombrado, pero la vida no siempre iba por ese camino. Me libre de contestar cuando Anahí bajo de las escaleras. Afortunadamente el blusón que traía era lo suficientemente holgado para que no se notase la curva en su vientre.

—Señor Farías —saludó sin expresión alguna tendiéndole la mano— ¿que lo trae por acá?

—Verá, traigo noticias del caso de Manuel —me veía de soslayo mientras hablaba con una Anahí nada cómoda— es sobre su juicio.

—¿Si? ¿Cuando será?

—La próxima semana.

—Vaya, que rápido.

Anahí seguía con la misma expresión, no así el abogado, que se notaba cada vez más molesto con mi presencia. La cuestión.. Era mutuo.

—Si. Me gustaría hablar sobre tus declaraciones como testigo principal... A solas.

Ah, vaya. Realmente no me quería acá. Me estaba enojado cada vez más. Lo estaba también con Anahí, cuando dijo:

—Él puede quedarse.

Quedarme ¿para qué? ¿Para ver como armaban un buen plan para sacar a Velasco en libertad? No. Diablos, no. No quería quedarme.. ¿En que mierda estaba pensando?

—No. ¿Sabes qué? Redordé que tengo cosas que hacer —recogí mi chaqueta y las llaves del auto— lo dejamos para... otro día.

Me fui de ahí dando un portazo, tratando de borrarme de la cabeza el rostro de desconcierto en Anahí. No. Al llegar al auto descargué mi enojo contra el capó, haciéndole una abolladura, y ganadome con eso unos nudillos rotos.

De camino a solo Dios sabe donde, me reprendía por haber sido tan idiota estas semanas. Por bajar la guardia con Anahí, por haber tenido una esperanza de que nos podríamos llevar bien, por la bebé. No sé como (o cuando) (o porqué) había dejado de pensar que Anahí seguiría siendo la esposa de Velasco. Estuviera él en la cárcel o no. Estaba claro que iba a defenderlo en el juicio.. ¿Por que si no iba a verla su abogado?

Otro golpe seco, esta vez en el volante, me hizo gemir de dolor. Respirando y exhalando intenté poner la mente en blanco al tiempo que me desviaba hasta alguna clínica cercana.

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