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—Todo esto es un milagro. Aún no me lo creo. —dice Neni tomando su café, mirándome a los ojos.

Acababa de colgar la llamada con mi doctor. Había reservado una cita con él para mañana mismo. Estaba realmente nerviosa y trataba de disimular mi malestar con Neni, pero es mi hermana y me conoce más que nadie.

—No estés nerviosa, amor —me tomó de la mano, apretandola para consolarme— todo saldrá bien.

—Tengo miedo.. —confesé.

Y era real.

Solo habían pasado 3 días desde que le había contado a Poncho de mi embarazo. Él aún no me había llamado. No quería presionarlo, pero realmente necesitaba un apoyo. La situación con Manuel y la prensa que  me seguía a cualquier sitio que iba me tenían en contante estrés. Quizá por ello había sangrado esta mañana.

Seguro era eso.. No que le pasaba algo a mi bebé.

Mi bebé.. ¡Dios! Aún no me adaptaba a la idea de que sería madre nuevamente. Era surreal.

—Tranquila hermanita. Estás muy tensa, debes relajarte un poco. ¿Poncho no te ha llamado?

—Uhg, no.

—Le daré un par de días más para que lo asimile, pero ya debe comenzar a asumirlo—frunció el ceño.

—Neni, no es cualquier cosa. Esto... Esto va a causar mucho cambio en nuestras vidas. Yo aun no quiero pensar en lo que hablarán.

—Está cañón, lo sé. Pero ese bebé ya está aquí y deben ser fuertes. Aceptar lo que se les viene. Y te sugiero que sea antes que se empiece a notar.

—¡Lo sé, Marichelo, lo sé! —me levanté de un salto— solo no quiero pensar eso hoy.

Entré a la casa dejando a mi hermana en el patio. Tisha se quiso acercar a mi cuando subía las escaleras pero pasé de ella. Necesitaba estar sola. Necesitaba sacar las lágrimas que me quedaban dentro y parecían no acabar. La situación ya me estaba saturando y no quería, además, preocuparme por lo que pasaría en un mes, cuando ya no pudiera ocultar la panza.

De momento quería procurar mantenerla.

Sangrar en la gestación no era nada bueno. Bien sabía que era un embarazo delicado, como el de Manu. Y me cagaba a morir.

El juicio de Manuel no sería hasta dentro de 3 semanas, y no quería pensar más en él. Solo iría a presenciar el veredicto. Ya del divorcio me ocuparía luego de eso.

Poncho no me había hablado y una parte de mi se sentía fatal por eso. Sé que para él fue un balde de agua fría, como para mi. Pero yo debía seguir adelante.

Con o sin él.

El día siguiente me encontraba en el consultorio de mi doctor, viendo su cara de sorpresa al ver la prueba de embarazo.

—Estoy realmente asombrado, Anahí. ¡Pero felicidades!

—Si, bueno. No me lo esperaba pero estoy feliz por esta sorpresa—expresé con una pequeña sonrisa— luego de asimilarlo, claro.

—¿Como te has sentido?

—Con un poco de nauseas y eso, lo normal. Pero ayer al levantarme sangré un poco. Me preocupa eso.

El doctor Scott anotaba en un papel mientras asentía y yo podía escuchar mi corazón martilleando. Creo que hasta estaba sudando.

—Debo hacerte unas pruebas para comprobar que todo esté bien. Pero no tienes que preocuparte. Si este bebé a llegado de manera natural, es un guerrero.. O guerrera —alzó su vista y me sonrió— Ahora bien —dejó el boli y entrelazó los dedos— lo más probable es que todo esto con Manuel te esté afectando, y eso afecta al bebé. Trata de llevar este proceso con calma, no estarás sola.

Me mordí el labio nerviosa. El doctor realmente no sabia que Manuel no era el padre, no se lo había dicho y tampoco estaba segura de corregirlo en este momento.

Me examinó físicamente, me hizo pruebas de sangre y luego pasamos a la ecografía. Esto me ponía nerviosa como la mierda ¿y si descubría que algo andaba mal? ¿si le faltaba un bracito o una piernita? Quise llorar en ese momento. Estaba sola. No quise que nadie viniera conmigo y por eso le había mentido a mi mamá y hermana sobre la hora de la cita. Poncho tampoco estaba en este proceso conmigo y me sentí mal. El doctor pudo notar mi molestia pues me apretó el brazo cuando me invitó a acostarme en la camilla. Me subí la blusa y procedió a pasarme la fría maquinita con gel sobre mi vientre. En corazón me latía a mil al ver que la cara del doctor no denotaba expresión alguna. Era una angustia total... Hasta que escuché un pequeño y rápido latido y la sonrisa de Scott. Ahí supe que todo estaría bien.

—No veo nada de malo por acá, Anahí. No tienes que preocuparte. Debes tener al rededor de las 12 o 13 semanas.

Sonreí embelesada en la pantalla mientras me explicaba cual era su cabecita y donde iban sus pies. No entendía demasiado, pero el saber que estaba bien era la mayor bendición.

Tendría otro hermoso bebé.

Me sentía en una nube mientras el doctor me recetaba vitaminas y una nueva cita para el mes próximo. Llegar a casa fue mucho más duro cuando Neni y Tisha, molestas, me reprendían por haber ido sola a la cita.

Tome a Manu en brazos para apapucharlo y las calme. Me sentía feliz y más tranquila. Y ni ellas, ni Alfonso ni Manuel ni mucho menos lo que la gente pensara cuanto todo se supiera iban a arruinar este momento. Quería disfrutarlo.

Siempre Serás Tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora