Capitulo 2

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-¿Conoces ya al nuevo dueño?

Levanté la vista de mi carpeta hacia el trasero de Marron mientras ella estudiaba el contenido del pequeño frigorífico que había tras la barra. Fruncí el ceño. No me había olvidado de que había un propietario nuevo, pero intentaba no pensar en él, consciente de que me obsesionaría.

El enfado de que me lo recordaran apareció en mi respuesta.

—¿Cuándo lo iba a conocer? —No había estado en el club desde que conseguí mi graduación, hacía más de una semana.

Marron cerró la puerta del frigorífico y se encogió de hombros.

—No sé. Quizá te habías pasado por aquí o algo parecido.

Me conocía demasiado bien. Me había contenido varias veces la semana anterior para no ir. Había supuesto una batalla, pero había conseguido mantenerme alejada.

—No. Lo cierto es que he pasado la mayor parte de la semana en un balneario cerca de Poughkeepsie.

—¡Cuánta finura! —Marron la miró con expresión altiva—. ¿Te ha tocado la lotería y no me he enterado?

—Casi. Ha sido un regalo.—No se habían molestado en enviar una tarjeta. Solo un sobre que contenía el billete de tren y un folleto del hotel que me entregó mi portero el día que se celebraba mi graduación. Había sido un detalle. Y muy poco propio de alguien que conociera.

—Qué... bonito. —Marron era una de las pocas personas de mi vida que conocía mi historial, era enormemente leal y siempre estaba de mi parte.

—Si. Fue bonito de verdad. Hice un montón de cosas que no había hecho nunca antes... Montar a caballo, escalar por una roca... Montones de tratamientos de spa. ¡Tócame la piel! —Extendí la mano para que me la tocara—. Nunca he tenido las manos tan suaves.

—Tienes razón. Tan suave como la de un bebé.

—Me ha sentado bien. De verdad. Justo lo que necesitaba. Relajarme y a la vez mantenerme ocupada.

—Vaya. Un punto para tu admirador. —Su voz sonó más animada—. ¿Y qué tal el resto del tiempo que no has estado en el balneario?

Triste. Los cinco días del balneario habían sido perfectos, pero después de que el viaje terminara, tuve que regresar a la vida real, lo cual significaba un apartamento vacío y una mente que se negaba a dejar de funcionar.

—Me alegro de haber vuelto, si es eso lo que preguntas. Y puede que tenga cuatro o cinco archivos llenos de ideas nuevas para el club.

Se rio.

—Bueno, al menos esa es una obsesión sana.

Sonreí avergonzada.

—Medio sana.

Busqué el vodka Skyy, que, según mi informe, estaba en el estante, y marqué su presencia en el papel cuando lo encontré. Tener una mente activa tenía sus ventajas. Siempre hacía inventarios perfectos y presentaciones precisas. Era en mi relación con las personas —con los hombres, para ser exactos—donde la obsesión tenía sus inconvenientes.

Me apoyé en la barra de atrás y miré el reloj. Quince minutos para la apertura. Eso significaba quince minutos más antes de que las luces se apagaran para ponerse en modo club. Aquel lugar con todas las luces encendidas me hacía sentirme vulnerable, desnuda y fuera de lugar. Incluso la personalidad descarada de Marron quedaba enmudecida como si alguien le hubiera bajado el volumen. Nunca tendríamos esta conversación en modo club.

INTENSO DESEO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora