CAPITULO 49

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Los dedos de Bulma se aferraron al respaldo de mi silla.

—¿Es que Pares no fue suficiente? ¿Está también tienes que robársela a Trunks?

Lo dijo en un tono demasiado alto y la gente de alrededor ya había empezado a murmurar.

Por la expresión de Vegeta, vi que estaba tan sorprendido por la presencia de su mujer como yo.

—Bulma, ¿qué haces aquí?

—Espiarte, obiviamente.

Había querido decir «obviamente», pero se le trababa la lengua y se hacía difícil entenderla. Yo nunca la había visto así. Nunca la había visto tan bebida.

—Estás borracha.

—Eso es irrevelante. Ivelerante. —Bulma se dejó caer en la silla vacía de Bra—. Eso no importa.

—¿Cómo sabías que me ibas a encontrar aquí?

Bulma sonrió satisfecha.

—Bra. Me ha dicho que estaba comiendo contigo. He decidido venir a la mentira. A ver la mentira. A oír tus mentiras sobre mí esta vez. Ahora todo es mentira. ¿Obligas a tu hija también a que te cubra las espaldas con tus engaños?

—¿Mamá?

Esta vez la persona que estaba detrás de mí sí era quien me esperaba. Bulma extendió las dos manos para agarrar la de su hija.

—¡Hija! Ya ves con quién he descubierto a tu padre. La nueva chica de Trunks.

Bra echó un vistazo a las personas que nos miraban mientras daba golpecitos a su madre en la mano.

—Mamá, papá no está con Pan. Está conmigo. Te he dicho que estaría aquí. He sido yo la que ha invitado a Pan.

Le hablaba a Bulma como si se tratara de una niña.

—¿Tú has invitado a esta puta?

Demasiado tarde. Bulma ya había cruzado la frontera de lo embarazoso. Aunque sus ataques hacia mí eran ya una costumbre.

—Sí, la he invitado a ella. A ti no. ¿Por qué has venido? —Bra esperó solo un segundo antes de continuar—: Da igual. Mamá, estás borracha. Tenemos que llevarte a casa. ¿Has venido en taxi?

—No.

—¿Cómo has venido?

Bra hizo un gesto al camarero para que nos trajera la cuenta. Era admirable ver cómo había tomado el control de la situación. Supuse que era un papel al que estaba acostumbrada.

—¿Krilin? —Bulma hizo una pausa, como si no estuviera segura de que esa fuera la respuesta correcta—. Sí, Krilin está por ahí fuera.

—Voy a llamarlo.

Vegeta ya estaba sacando su teléfono móvil. Bra se inclinó sobre su madre.

—Voy a llevarte a la acera, ¿vale?

Vegeta se puso de pie.

—No, Bra. Déjame a mí. ¿Krilin? —Dijo hablando por teléfono—. Bulma y yo estamos listos para volver a casa. Bien. Ahora salimos.

Se guardó el teléfono y a continuación fue a ayudar a Bulma a levantarse.

—Papá, ¿has venido tú conduciendo? —Las palabras de Bra sonaban con tono despreocupado, pero sus ojos estaban llenos de gratitud.

—Sí, mi automóvil lo tiene el aparcacoches.

Bulma se cayó sobre Vegeta. Estaba perdiendo la consciencia.

INTENSO DESEO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora