El sol aún estaba bajo y se colaba por un hueco de las cortinas cuando
Trunks soltó una mano de mi pecho para mirar su reloj.
—Sé que es sábado y que es temprano —dijo besándome el hombro—, pero tengo que ocuparme de un asunto antes de que sea más tarde. Después me dedicaré a hacer estragos contigo sin parar durante el resto del fin de semana.
—De acuerdo. Si tienes que hacerlo...
Yo seguía recuperándome de los dos orgasmos mañaneros, apenas incapaz de formular frase alguna y mucho menos de hacer nada para lo que fuese necesario pensar. Pero sí tenía que ocuparme de una importante tarea. Algo que había estado evitando.
—Yo también tengo que hacer algunas cosas, así que me viene bien. Por suerte para ti.
—Pues sí, por suerte para mí.
Trunks entró en la ducha primero mientras yo corría un poco en la cinta. Cuando terminé de hacer ejercicio, Trunks se había metido en la biblioteca. Me duché y después me senté en el borde de la cama envuelta en una toalla con el teléfono en la mano mientras pensaba en la llamada que tenía que hacer. Hice cuatro intentos de pulsar el botón de llamada y rápidamente colgué antes de reunir el valor suficiente para dejar que la llamada siguiera adelante. A continuación oí el sonido del teléfono al otro lado de la línea y, como sabía que reconocerían mi número, no podía colgar. De todos modos, era probable que no respondiera, así que ¿por qué asustarme tanto?
Me pareció una eternidad, pero por fin mi abuelo respondió:
—Dios mío, Pan, ¿estás bien?
—Claro que estoy bien abuelito. ¿Por qué no iba a estarlo?
No había respondido a sus llamadas, pero eso no debería ser causa de preocupación.
—Porque no has estado en el club en toda la semana.
—¿Qué estás diciendo? He ido todos los días.
Parecía exasperado.
—He llamado para preguntar por ti todas las noches de esta semana y nunca estabas. Al principio pensé que les habrías dicho a todos que no te pasaran mis llamadas, pero después di un nombre diferente y llamé desde otro teléfono.
—Joder, abuelito, no sabía que lo del acoso fuera algo genético.
—¡Ja!
Su tono no era alegre. Nunca le había gustado que yo bromeara con mi trastorno. Por eso precisamente era por lo que lo hacía.
—No estaba en el club porque ya no trabajo por las noches. — Como si eso fuese asunto suyo. Aun así, había algo dentro de mí que no podía evitar contárselo. Quería alardear, buscar su aprobación—. Me han ascendido. Ahora me ocupo del marketing y la promoción. En horario diurno. Tal y como tú querías.
—¡Ah, qué bien! Enhorabuena, Pan. Estoy orgulloso de ti.
Durante medio segundo me sentí acalorada y con el vello de punta. Entonces, recordé lo mal que se había portado conmigo, que había dejado de ayudarme económicamente, que le había asustado mi relación con Trunks por mis antecedentes obsesivos. Sí, el calor y el vello de punta no iban a durar mucho.
—Me da igual, abuelito. No quiero oírlo.
—Lo digo en serio.
—Solo porque te alegras de que ahora esté siguiendo el plan que habías pensado para mí.
Mi abuelo pensaba que los turnos de noche y el ambiente del club no eran apropiados para alguien con mi enfermedad, a pesar de que precisamente trabajar en el club era lo que me había ayudado a calmarme. De haber sido por él, me estaría dedicando al marketing de alguna empresa de las que aparecen publicadas en la revista Fortune con un horario diurno, ganando una tonelada de dinero con un trabajo respetable. Pero si hubiese seguido ese camino, me habría aburrido y agobiado tanto que estoy segura de que me habría pegado un tiro la primera semana de trabajo.
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INTENSO DESEO.
FanfictionCon su reciente Maestría en Administración, Son Pan tiene su futuro asegurado, obtener un ascenso en el club donde trabaja y mantenerse alejada de cualquier tipo que pueda desencadenar su trastorno de amor obsesivo. Un plan perfecto. ...