Capitulo 52

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Regresamos a la ciudad el domingo por la noche, descansados y deliciosamente doloridos. Al menos yo. También estaba más emocionada que nunca por nuestra relación. Aun así, por mucho que deseara volver a nuestra casa y a nuestras vidas, una tristeza nos acompañaba en nuestra llegada. Trunks y yo habíamos hecho grandes progresos en nuestra conexión estando solos. ¿Podríamos mantener esos avances en el mundo real?

Me preocupaba que la respuesta fuera que no. Sobre todo cuando, después de dejar la maleta en nuestro dormitorio, Trunks se dirigió directamente a la biblioteca a trabajar un rato. Cuando se acostó yo estaba dormida y no me despertó. Así, sin más, nuestras vacaciones se habían terminado y habíamos vuelto a la vida normal.

A la mañana siguiente, me desperté antes de que se marchara Trunks. Me senté con la espalda apoyada en el cabecero de la cama y observé cómo metía el cinturón por las trabillas de los pantalones.

—Me alegra haberte pillado.

—¿Me has pillado? Tenía la impresión de que había sido yo el que te pilló a ti.

Le lancé una almohada.

—Me refiero a ahora. Me alegra haberte visto antes de que te vayas.

Se puso la chaqueta y se giró para dedicarme toda su atención.

—¿Por qué? ¿Hay algo que tengas que decirme?

—No tengo que decirte nada. Simplemente, mi día es mejor si lo empiezo viéndote.

Sus labios se convirtieron en una sonrisa. Se acercó a la cama, apoyó una rodilla en el colchón y me atrajo hacia él.

—A mí me pasa exactamente lo mismo.

Rodeé su cuello con mis brazos y jugueteé con el pelo de su nuca.

—Vamos a asegurarnos de empezarlo así más a menudo, ¿vale? Y lo mismo cuando nos acostemos.

Apoyó su frente sobre la mía.

—No quería despertarte, preciosa.

—Nunca queremos despertarnos el uno al otro. Vamos a pasar de eso. Prefiero dormir menos que perderme lo que tengo contigo. Y a veces siento que con nuestro trabajo y nuestra rutina diaria nos apartamos el uno del otro. Este fin de semana he recordado lo bien que está sentirse el centro de nuestro mundo.

Su expresión se volvió más cálida.

—Tú siempre eres el centro de mi mundo.

Me derretí. ¿Sería capaz de conseguir que me sintiera así de bien siempre? Tuve la sensación de que la respuesta era sí. Siempre que se tomara la molestia de decírmelo. Siempre que se tomara la molestia de escuchar.

—Pues entonces a partir de ahora despiértame para decírmelo antes de irte.

—Hecho. —Invadió mi boca con un dulce beso—. Eres el centro de mi mundo, preciosa. Cada minuto de cada día. Incluso cuando no estoy contigo. —Acarició mis labios con los suyos—. Haces que sea muy fácil enamorarse de ti.

«¡Ha recordado la letra de la canción que canté para él!». El corazón me dio un vuelco y los ojos se me humedecieron. Me aferré a él.

—Dios, cómo te quiero.

Se quedó quieto un momento más con la mirada fija en mí.

Una oleada de... algo... me recorrió el cuerpo. Me resultaba imposible precisar la emoción exacta y supuse que era una mezcla de muchas cosas: melancolía, deseo, amor y adoración.

INTENSO DESEO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora