El trayecto de vuelta al ático fue el más largo que había realizado nunca.
Salí de la tienda de Bra a la vez que Iresa. De nuevo me aseguró que me enviaría el archivo por correo electrónico y le di las gracias otra vez. A continuación se fue hacia el metro y yo me metí en el asiento trasero del Maybach. Las manos me sudaban mientras me abrochaba el cinturón de seguridad, pero también el corazón me latía a toda velocidad, impaciente.
No se me escapaba que estaba reaccionando como una adicta que sufre la primera obsesión en meses. ¿No era eso exactamente lo que ocurría ahora? ¿La chica romántica y obsesiva estaba a punto de dejarse arrastrar por el fisgoneo compulsivo?
Solo íbamos Ten y yo en el coche, pues N°17 tenía la tarde libre. Había pensado volver al club un rato después de salir de la tienda de Bra, pero sabía que iba a estar demasiado preocupada por el vídeo como para trabajar. Y verlo en un lugar privado me parecía lo mejor.
Sin embargo, un lunes a las cuatro de la tarde en la ciudad de Nueva York es la hora punta. Ir desde el Greenwich Village hasta la zona norte era una pesadilla. Me entretuve tratando de averiguar cómo configurar el correo electrónico en el teléfono. ¿Por qué hasta ese momento no se me había ocurrido que era una buena idea? Pero no lograba concentrarme lo suficiente como para seguir los pasos que lo posibilitaban.
En vez de concentrarse, mi mente se llenaba de preguntas. Muchas preguntas que iban más allá del contenido del vídeo. Por ejemplo, para empezar, ¿cómo era posible que Iresa hubiera grabado el vídeo? Si lo había grabado con el teléfono, ¿por qué no me lo enviaba directamente? ¿Iba por ahí con una cámara de vídeo y simplemente había grabado aquel..., aquel... lo que quiera que fuera? ¿Por qué había pensado que merecía la pena grabar ese momento en particular?
Eso me llevaba a la pregunta de qué había en ese vídeo que Trunks quería destruir. Eso era lo más importante, la razón por la que le había pedido que me enviara una copia.
Y luego estaba el comentario de Iresa sobre cómo cortejaba Trunks a las mujeres. Lo había dicho como si se lo hubiese hecho a ella. Trunks me había jurado que solo habían tenido una cita. Era ese detalle lo que más me intrigaba. Porque, incluso si al final el vídeo no era más que una prueba de que su relación con Iresa había sido uno de sus engaños, como mínimo Trunks me habría mentido sobre la duración de su relación con ella. Eso justificaba que yo traicionara mi confianza en él, ¿no?
Pensé que no le había prometido no ver el vídeo. Lo que le había dicho era que no tenía por qué verlo. Bueno, ahora todo había cambiado. Ahora sí que tenía que verlo. No incumplía ninguna promesa, simplemente habían cambiado las circunstancias.
En fin, eso es lo que razoné para convencerme a mí misma.
Al llegar al ático, salí del coche antes de que Ten pudiera abrirme la puerta.
—Recuerde poner la alarma —dijo cuando me alejaba.
Eso era lo convenido. Cuando yo estuviera sola en el ático, Ten o N°17 esperarían fuera hasta que conectara el sistema de seguridad. A continuación recibían un mensaje de texto automático en el que se decía que todo estaba en orden y se marchaban. Pares era la menor de mis preocupaciones, pero en general me gustaba saber que aunque estaba protegida aún contaba con algo de privacidad.
Una vez dentro, conecté la alarma, fui corriendo a la biblioteca para coger mi portátil y me acomodé en el sofá. Murmuré algo porque mi correo electrónico parecía tardar más de lo normal en cargarse y a continuación contuve la respiración mientras revisaba la bandeja de entrada.
Ahí estaba. Mi único mensaje sin leer. De «Iresa».
Pulsé sobre él para abrirlo.
Había un párrafo corto encima del vídeo adjunto. Como estaba tan ansiosa, empecé a descargarlo y después lo leí.
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INTENSO DESEO.
FanficCon su reciente Maestría en Administración, Son Pan tiene su futuro asegurado, obtener un ascenso en el club donde trabaja y mantenerse alejada de cualquier tipo que pueda desencadenar su trastorno de amor obsesivo. Un plan perfecto. ...