Capitulo 14

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Ten me estaba esperando a las seis con el Maybach frente al portal de mi casa, pero antes incluso de que me abriera la puerta vi que el asiento de atrás estaba vacío.


—El señor Brief va a llegar más tarde a la ciudad —se explicó Ten—. Se encontrará con usted en el Lincoln Center. Tengo su entrada.


Después de pasarme todo el día nerviosa porque iba a ver a Trunks sin saber cuál sería el contexto de nuestra velada, no quería estar sola.


—¿Te importa si subo delante contigo? —pregunté.


—Estoy seguro de que el señor Brief preferiría que se sentara detrás.


Aparté la puerta de atrás de las manos de Ten y la cerré sin entrar.


—Entonces, no se lo digamos, ¿vale?


Ten negó con la cabeza mirándome y dio la vuelta en dirección al asiento del conductor. La Filarmónica de Nueva York iba a tocar las sinfonías dos y tres de Brahms. Qué bien. Me encantaba el arte y habían pasado siglos desde que no disfrutaba de un evento de cualquier tipo.

Por suerte, no tenía que ir a trabajar hasta la una de la noche, pues me iba a quedar después de cerrar para aprender a hacer el inventario mensual.

Eché un vistazo a Ten y me sentí animada para hacerle preguntas.


—Ten, ¿qué te ha contado Trunks de mí?


Ten Shin Han no respondió.


—Se supone que no debes charlar conmigo, ¿verdad? —Por su expresión supe la respuesta—. Eh, vamos. Probablemente también te haya dicho que me tengas contenta. Y ahora mismo una confirmación es lo que me haría feliz.


Lanzó un suspiro, como si no creyera lo que estaba a punto de hacer.


—Me dijo que usted es la mujer de su vida.


—¿Sí? —Claro que le diría eso. Ese era mi papel al fin y al cabo: interpretar a la mujer de su vida. Pero ¿había habido otras?—. ¿Cuántas mujeres ha habido en su vida?


—No me han contratado para llevar a otras, señorita Son. Solo le he llevado a él. Puede que en alguna ocasión haya tenido una cita, pero no muy a menudo.


Fruncí el ceño, pues no quería pensar en Trunks teniendo citas.


—Lo cierto es que por ninguna de ellas ha mostrado tanto interés como con usted.


Puse los ojos en blanco. No quería que me tratara con condescendencia.


—No tienes por qué decir eso.


—No. Pero es la verdad.


¿Qué significaba eso exactamente? ¿Que yo era especial para él? ¿O que era la única a la que él había contratado para alardear?

INTENSO DESEO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora