CAPITULO 6 //ADV. LEMON//

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Dos horas resultaron ser apenas tiempo suficiente para prepararme para ir a ver a Trunks. Pasé un largo rato en la ducha afeitándome las piernas y las axilas y retocándome las ingles brasileñas. A la vez me reprendía a mí misma, pues bajo ningún concepto Trunks iba a ver mis partes íntimas.


Después, me puse delante del armario durante lo que me parecieron varias horas. Iba a ir directamente desde el despacho de Trunks al club para reunirme con Ubb y, después, para trabajar de camarera durante un turno entero. Necesitaba la mezcla perfecta de elegancia y sensualidad con un toque de «fóllame-por-favor» —para trabajar, claro—. Me decidí por fin por un vestido camisero verde azulado y con cinturón negro. Era más corto de lo que me habría gustado para la parte de negocios de mi orden del día.Tenía buen aspecto, fresco y natural.


Desde mi apartamento tomé un taxi. El largo trayecto me proporcionó una nueva oportunidad para pronunciar en silencio una arenga incentivadora: «Tres años sobria, Son Pan. No puedes tener fijación con él. No puedes obsesionarte».


Pero mientras me presentaba ante la guapa y rubia recepcionista sentí una fuerte punzada de envidia porque ella estuviera trabajando cerca de Trunks a diario. Dios, ya me había metido en un lío.


—Señorita Son —dijo la rubia tras anunciar a su jefe que yo había llegado—, la está esperando.


Miré el reloj. Las cuatro y veintidós. ¿Cuánto tiempo llevaba Trunks esperando? ¿Había entendido yo mal la hora?


Las puertas dobles que había tras la recepción se abrieron, al parecer solas. Debía de haber pulsado algún botón.


—Pase por ahí —me indicó.


Entré vacilante en el despacho. Trunks estaba sentado tras un caro y moderno escritorio de ejecutivo y se puso de pie al verme.


—Pan, pasa.


Cuando pude verlo del todo, me quedé inmóvil. En su iluminado despacho vi al verdadero Trunks Brief por primera vez. Y era muy guapo. Iba vestido con un traje de tres piezas de raya diplomática, con una camisa de vestir blanca almidonada y una corbata de rayas de color ciruela y blanco. Sus gafas de montura negra, que debían haberle dado un aspecto de empollón, hicieron que se me humedecieran las bragas. Parecía elegante, inteligente, dominante y... ¡Uff!


Tragué saliva. Dos veces.


—¿Llego tarde?


—En absoluto. —Su voz sensual hizo que las rodillas me flaquearan y, de pronto, me arrepentí de mis zapatos de tacón alto—. Mi última cita ha terminado antes de lo que imaginaba. Siéntate.


Decidida a aparentar tranquilidad y estar al mando de la situación, enderecé mi postura y me dirigí a la silla que me había indicado delante de su mesa.


—Ah —dije mirando alrededor tras haberme sentado. Las generosas dimensiones del despacho albergaban una continua decoración moderna de arriba abajo. Tras su mesa había ventanales desde el suelo hasta el techo que proporcionaban una impresionante vista del centro de la ciudad—. Muy bonito. No es lo que me había imaginado, pero es increíble.

INTENSO DESEO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora