Capitulo 58

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Trunks y yo nos besamos y abrazamos justo hasta el momento en que se suponía que tenía que marcharse. Ninguno de los dos quería poner fin a nuestro abrazo. De la mano, salimos del edificio. Me invitó a ir con él en la limusina hasta el aeropuerto. Yo me lo pensé, pero Mai le acompañaba y por la mirada de Trunks supe que haría conmigo lo que quisiera sin importarle quién estuviera delante.

Sí que tuvimos oportunidad de darnos un beso de despedida.


—Te voy a echar de menos —murmuró en mis labios.


Si no lo decía él, lo haría yo.


—Podrías pedirme que fuera a Los Ángeles.


—No dejo de pensar que hay una persona que tiene que dirigir un club. —Me pasó una mano por el brazo desnudo, haciendo que sintiera un escalofrío en la espalda—. Y yo voy a estar desbordado de trabajo. Aunque me gustaría tenerte allí, no podría hacerte caso.


Por un momento me pregunté si habría alguna otra razón para que no quisiera que fuera con él, pero deseché esa idea. Tenía razón. Yo tenía obligaciones en casa. Que él lo dijera había sido un gran paso por su parte.

Pero, aun así, hice un mohín. Trunks me besó en la frente.


—No hagas pucheros. Quédate aquí, ve a la fiesta de despedida de Ubb el domingo. Estaré de vuelta el lunes.


—¿Volverás al ático?


Quería su confirmación de nuevo. Podría soportar unos cuantos días más si regresaba a casa para siempre.


—Volveré a casa, sí.


Me besó de nuevo en los labios y a continuación entró en la limusina y se marchó.

Aunque Trunks y yo seguíamos separados en el sentido literal de la palabra, el hecho de que volviéramos a ser una pareja hacía que la distancia tuviera un significado distinto. Por fin éramos felices y estábamos enamorados. Felices y enamorados como nunca lo habíamos estado antes. Revoloteé durante todo mi turno de trabajo como si llevara alas. Rey se me presentó asegurando que no nos conocíamos. En cambio, Ubb pasó la noche taciturno. Le echó la culpa a su inminente marcha, pero yo sabía que era por mí. Había pensado que Trunks y yo acabaríamos rompiendo. Por suerte, no era así.

Incluso a kilómetros de distancia, Trunks me demostró que todo había cambiado. Me mandó flores al trabajo, un ramo de flores silvestres exactamente iguales que las que habíamos visto en los Poconos. También me enviaba mensajes, algo que rara vez era iniciativa suya. Recibí varios seguidos antes de tener oportunidad de mirar el teléfono.

«Acabo de aterrizar en Los Ángeles».

«¿Has recibido mis flores?».

«He ordenado que también envíen algunas a mi habitación para poder pensar en ti».

«¿Ahora eres tú la que me evitas?».


Me reí cuando vi que repetía lo que yo le había dicho cuando no respondía a mis mensajes. Entonces le contesté:

«No te evito. Trabajando. Gracias x las flores. Sigue enviando msg. Los leeré todos».


Su siguiente mensaje llegó al instante, como si estuviese sentado con el teléfono en la mano esperando a que sonara.

INTENSO DESEO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora