Capítulo 16 parte 2. ESCANDINAVIA.

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El grito de sorpresa que pronunció Ker se escuchó a lo largo de todo el Inferos...  Aquella inconsciente muchacha  había puesto en peligro sin saberlo a la preciosa Adara, sólo esperaba que Érebo no la hubiera estado vigilando también a ella...

-He salido para advertir a mi pequeña de que Érebo había conseguido el Ojo del Destino y ella corría grave peligro, pues el fin del mundo está próximo- dijo Katiena orgullosa.

-¿Has advertido a tu hija? ¡¿Pero estás loca?! ¡Ni siquiera los dioses podemos intervenir directamente!

-¿Y qué querías que hiciera?

-¡Pues nada! No es asunto tuyo.

-¡Es mi hija, claro que es asunto mío!

-¡Tu hija es sólo un recipiente!

-¡¿Qué?!

Ker se percató al instante del error que acababa de cometer: había hablado más de la cuenta, y ahora todo se complicaría. Tan pronto como se enterasen, sus hermanos querrían mandarlo al Káukasos a cumplir la misma condena que Prometeo por aquella indiscreción...

Katiena lo miró con gran enfado sin comprender qué era aquello que pasaba con su bebé que todos le ocultaban.

-¿Qué has dicho, Ker?

-Nada que debas saber, Katiena. Olvida lo que has oído y vete de aquí.

-No pienso irme. ¡Quiero saber qué le pasa a mi pequeña ahora mismo!

-Es algo que no debo contarte.

-¡¿Pero qué os pasa a todos los dioses?! ¿Es que los poderes divinos os entumecen el corazón? ¿No entendéis que soy su madre, que nunca podría dañarla? ¿Por qué me ocultas lo que está ocurriendo aquí?

-No puedo responder a eso.

-¿Ah, no? ¿Y quién puede?

-Nadie.

-¿Seguro, Ker? Porque he hablado con mi hija y me ha pedido encarecidamente que hablase con Thánatos sobre ella y la diosa Nyx...

Ker sintió en su interior cómo las fuerzas le abandonaban al escuchar el nombre de su madre de boca de aquella muchacha...

»¡Explícame ahora mismo qué está pasando aquí! ¿Qué tiene que ver la diosa de la noche con mi pequeña?

En ese instante la puerta se abrió de golpe, creando una fuerte ráfaga de viento que despeinó a ambos...

Ante ellos aparecieron dos dioses que no daban crédito a lo que acababan de escuchar sus divinos oídos.

Perséphone había acudido rauda al encuentro de Katiena tras escuchar los gritos de Ker para ayudar a su amiga a no ser descubierta, pero no había logrado llegar a tiempo, escuchando claramente la voz de la muchacha decir que había hablado con su hija y ésta le había pedido que averiguase qué la unía a la gran Dea Noctis...

Thánatos por su parte había salido desesperado del salón de las keres cuando Kriba, muy solemne, anunció ante sus hermanas con un escueto pero preciso «Ha despertado». Sin pensarlo dos veces Thánatos atravesó el Inferos en dirección a la alcoba de su hermano.

Al llegar se encontró con Perséphone impactada en el umbral de la puerta ante los gritos que se escuchaban en el interior de la estancia. Agudizó el oído y reconoció la voz de Katiena, que exclamaba muy molesta: «Dime Ker, ¿qué está pasando aquí? ¿Qué tiene que ver la diosa de la noche con mi pequeña?». Sin pensarlo más, Thánatos entró en aquella estancia haciendo callar a ambos.

-¿Qué está pasando aquí?

-Eso mismo quiero saber yo, Thánatos -contestó decidida Katiena.

Perséphone vio la mirada de autoridad que ambos dioses le dedicaban a su amiga y se apresuró en llegar a su lado y abrazarla para reconfortarla.

-Tu protegida ha salido del Inferos -exclamó Ker.

-¿Por qué hiciste eso, Katie?

-Porque tenía que avisar a mi pequeña de que estaba en peligro...

-Dime que no es cierto, que no fuiste al encuentro de Adara...

El silencio invadió la sala, hasta que una poderosa Perséphone lo interrumpió para salir en defensa de su amiga:

-Sí lo hizo Thánatos, y yo la ayudé en su propósito, pues me resulta demasiado cruel no ayudar a una madre que ni siquiera sabe nada de lo ocurrido con su bebé.

-Perséphone, tú no deberías haber intervenido.

-Pero lo he hecho Thánatos, y no me arrepiento. Además, es sólo una niña y Katie no es una diosa, no ha quebrantado ninguna ley divina.

-¡Sí lo ha hecho! -exclamó Ker al borde de la histeria.

-¿Ah, sí? ¿Y qué ley es esa? ¿Una que te acabas de inventar, querido Ker?

-¡No, claro que no! ¡La más sagrada de todas...! ¡Ha intervenido en un castigo!

Perséphone enmudeció, al igual que Katiena. Thánatos se llevó las manos a la cabeza ante la indiscreción de su hermano.

-¿Qué castigo, Thánatos? ¿Por qué castigaste a mi pequeña? ¡Era sólo un bebé! -Rompió en llanto Katie en brazos de Perséphone, que en esos momentos estaba tan quieta como una estatua.

-Te has lucido Ker... -le dijo Thánatos apesadumbrado. El aludido se encogió de hombros con culpabilidad.

-En algún momento acabaría por enterarse, hermano.

-Moros nos va a cortar las orejas y se las dará a la Hidra como tentempié cuando se entere...

Ker palpó sus orejas en un acto reflejo por las palabras de su hermano.

Thánatos hizo acopio de toda su paciencia divina, y después de varias respiraciones profundas procedió:

-Katiena, tu hija es la portadora del alma dividida de nuestra madre y creadora, la gran Dea Noctis...

-¿Cómo es posible? -preguntó Katie.

En ese momento Perséphone recordó el gran juicio y la sentencia... Y miró con dulzura a Katiena.

-Tu hija ha tenido el gran honor de acoger en su cuerpo mortal a una parte del alma de la Gran Noche. Ésta fue castigada por los Summa y la Magna Dea Némesis a la divisionem animae.

-Divisionem... ¿qué? -preguntó Katiena visiblemente desconcertada.

-La división del alma -dijo Ker algo molesto-. Es un castigo en el que se separa el alma del dios en dos almas complementarias y se lanzan al mundo, alojándose en cuerpos humanos; cuando se encuentran ambas almas y se reconocen el dios vuelve a ser uno.

Katiena escuchaba con atención, impresionada ante tal explicación.

-Entonces, ¿Adara es Nyx?

-No exactamente -dijo Thánatos- Adara es una parte de Nyx. Pero vivirá una vida totalmente normal hasta que encuentre a su otra alma.

-Pero Thánatos... hablé con ella; mi hija sabe tu nombre, me pidió que te preguntara por estas cuestiones.

-¡Eso fue gracias a mí! -dijo un recién llegado Hypnos, que apareció ante ellos haciéndolos enmudecer...

-Bienvenido, hermano -saludó Thánatos preocupado.

-He venido porque mis oniros me informaron de la extraña visita que recibió Adara -dijo mirando de reojo a Katiena.

»Puesto que os estáis confesando ante estas mujeres creí que tendría que avisaros...
Moros está de camino...

-¡Maldición! -exclamaron ambos hermanos muerte.

DEA NOCTIS {El Origen} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora