Capítulo 20 parte 1. PROTECTORA DEL REINO.

107 36 7
                                    

Reino de Agder, Escandinavia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Reino de Agder, Escandinavia.

Hans miró a su amigo y jefe del clan y sintió respeto hacia éste: ese hombre rudo de pelo entrecano y barba roja como la sangre les había acogido a él y a su esposa sin conocerles ni hacer preguntas, su hija Adara había crecido feliz en esa tierra gracias a la bondad de ese hombre.

-¡Hans! -Lo llamó- Comunica a todos que la paz se ha firmado con el reino de Rogaland, nadie atacará sus aldeas ni se dañará a ningún Rogalandés, serán siempre bienvenidos al reino de Agder mientras el tratado de paz continúe vigente.

-Como digas, Jarl.

-Informa también de que esta noche se celebrará un banquete en mi hogar para honrar el tratado de paz. Asegúrate mi buen amigo, que tu hija asista…

-No creo que quisiera perdérselo, con su edad me es complicado mantenerla en el hogar mucho tiempo... -ante este comentario el jarl le dedicó una sonrisa cómplice y le propinó una sonora palmada en la espalda, y tras mirarse muy serios uno al otro en silencio durante unos segundos, ambos estallaron en carcajadas.

Llegó a casa después de dar la noticia de la paz a cada lugareño que vio de camino a su hogar. Su mujer se encontraba preparando la comida cuando él arribó.

-¡¡Astrid, hemos conseguido la paz!! -anunció Hans lleno de júbilo a su esposa.

-¡Eso es magnífico! -exclamó abrazando a su esposo.

-Esta noche se celebrará un banquete en el hogar real, y quiero que seas la mujer más bella de todas las presentes, quiero ser la envidia de todos los hombres del poblado.

-¡Oh, Hans…! -Rió coqueta Astrid.

Justo entonces Adara apareció en el umbral con el rostro pálido y marcadas ojeras…

-¿Qué ocurre, mi amor? -preguntó su madre.

-Tengo que hablar contigo madre, pero a solas…

-Adara, ¿qué es eso que debes hablar con ella y no puedes compartir conmigo? -preguntó un afectado Hans al sentirse excluido ante las palabras de su amada hija.

-No es nada padre, son asuntos de mujeres que los hombres no entienden -dijo acercándose para abrazar a su madre.

-Está bien hija, como digas… pero si alguien te molesta sólo tienes que decírmelo y haré que la lengua le salga por los oídos.

-¡Papá! -exclamó Adara con cara de fastidio al visualizar la escena que su padre le acababa de describir, y los tres se echaron a reír sin poder contenerse por más tiempo.

-Sentaos a la mesa, la comida está lista.

-¿Sabes qué, mi pequeña?

-¿Qué padre?

-Al fin hemos firmado un tratado de paz con el reino de Rogaland.

-¡Eso es magnífico! ¡Enhorabuena, padre!

-No me la des a mí sino al Jarl, él ha sido el artífice de tal proeza, ha negociado muy duramente para llegar a este resultado, y esta noche podrás honrarle con tu presencia.

-¿Esta noche?

-Sí hija, tu padre me estaba contando que esta noche habrá un banquete en el hogar real para celebrar el convenio de paz tan deseado desde hace años -intervino Astrid.

-Ah... -dijo Adara cabizbaja.

-Hija, ya tienes doce años, y estás invitada a dicho banquete como una joven miembro del clan más, pero no sólo eso, el mismo rey en persona es quien me ha pedido que asistas.

-Oh… Pero padre, yo… n-no estoy segura de si sería apropiado…

-Hija, no puedes desobedecer a tu rey, si quiere que asistas tendrás que hacerlo. Además, no estarás sola, Sigrid se sentará a tu lado.

Adara miró a su madre con ojos suplicantes y Astrid entendió que algo ocurría...

-Deja de atosigar a la niña con el banquete y comed antes de que el guiso se enfríe.

-Esta tarde saldré de caza con el Jarl para traer el mejor venado para la cena, deberéis estar listas para cuando vuelva.

-Por supuesto amor -contestó Astrid dirigiendo la vista hacia su hija, que bajó la mirada consternada.

Esperó a que su padre marchara de caza para contarle lo acontecido; Su menstruacion habia llegado y Adara maldecía internamente...

Su madre le enseñó a utilizar un paño como prenda de contención, para evitar que la sangre resbalara libremente por sus piernas. Aquello era realmente incómodo, apenas podía andar con normalidad, y menos sentarse.

Recordó entonces la conversación que acababa de tener en la cocina con su madre:

-Ya eres toda una mujer.- ¿Mujer?, pensó Adara: Claro, como si unas gotas de sangre pudieran hacerla madurar al instante... Ella era sólo una niña de doce años, no era una mujer.

»Pero no diremos nada aún, ¿de acuerdo? Eres demasiado joven todavía, con suerte y precaución podremos ocultarlo un par de años más. Prosiguió su madre.

-¿Por qué debemos ocultarlo?

-Hazme caso Adara, no debes decírselo a nadie, ni siquiera a tu padre, al menos por ahora.»

»Tampoco pensaba ir divulgándolo por todo el pueblo... Se dijo así misma  mirandose en el espejo, ese secretismo la intrigaba sobremanera.

Se dispuso a vestirse con el hermoso hängerok que su madre le había prestado para esa ocasión tan especial; le quedaba algo largo, pero con unas puntadas estaría perfecto.

Un pequeño dolor en su bajo vientre provocó la aparición de una mueca de disgusto en su rostro:

-Maldita menstruación… -susurró para sí misma.

Nunca había sufrido algo así en su otra vida como dea noctis. Además por su condición de primum pocas cosas podían causarle dolor, y la menstruación era algo que su cuerpo divino no necesitaba para nada; pero ahora era una mortal, y su cuerpo humano sí sufría fácilmente ante estos cambios naturales.

Hans llegó al alba para recogerlas, ambas estaban bellísimas, pero su hija Adara destacaba sobre el resto de mujeres del poblado: su cabello plateado y su tez pálida la hacían parecer un ser mágico, aun siendo una niña su hermosura no tenía comparación...

DEA NOCTIS {El Origen} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora