Capítulo 20 parte 2. PROTECTORA DEL REINO.

104 34 21
                                    


Llegaron al hogar del rey y saludaron a su anfitrión como era costumbre. Una vez el gran salón estuvo repleto con los asistentes que habían sido congregados para la celebración de tan trascendental acontecimiento el rey pronunció unas palabras. Pero Adara no estaba especialmente atenta al discurso del rey, buscaba sin cesar una melena pelirroja, aquella que su padre había asegurado que asistiría: su mejor amiga Sigrid.

De repente el griterío de los presentes cesó, y el silencio invadió la estancia; Adara miró a su alrededor, percatándose de que todas las miradas se dirigían hacia ella: «¿Pero qué estaba ocurriendo?»

Su madre se acercó a ella y le susurró:

-Hija, acércate al Jarl.

¿Acercarse al Jarl? Adara dudó unos segundos, y él divertido exclamó:

-Ven aquí muchacha, no seas tímida. Soy tu rey, pero no te voy a morder...

«¡Maldita sea!» Blasfemó Adara en su mente. Sonrió con toda la dulzura de la que fue capaz y se adelantó hacia el rey.

El rey le guiñó un ojo a la joven en un gesto cómplice, y alzó la voz para que todos lo escucharan.

Adara Baardsson, hija de Astrid y Hans el Grande, aquí ante todo un pueblo este jarl quiere mostrarte su gratitud por servir fielmente a este reino a pesar de tu corta edad, pues ésta no resulta un impedimento para la magia que fluye en ti.

-¿Magia? -murmuró Adara empalideciendo más todavía.

-Gracias a los rumores que circulan sobre tu ser este reino ha podido amedrentar a los Rogalandeses y obligarlos a firmar un tratado de paz que nos beneficia enormemente. Gracias a ti ese reino que nos supera en número nos permitirá viajar por sus tierras sin pagar tributo alguno e incluso cazar en sus bosques, además de prestarnos ayuda en caso de una invasión enemiga...

Todos los presentes jalearon y ovacionaron las palabras del rey, éste les hizo un gesto con la mano para que le dejaran proseguir.

»Debido a esto me siento orgulloso de poder nombrarte a ti, Adara Baardsson, protectora del reino de Agder -culminó solemnemente el Jarl

Esta vez fueron las mujeres las que ovacionaron a Adara: era un gran privilegio ser nombrado protector del reino, pero dicho privilegio era aún mucho mayor si se trataba una mujer, pues en su sociedad la mayoría de cargos relevantes estaban ocupados por los hombres.

Adara estaba estupefacta, miraba hacia el rey con dudas y temor: Protectora del reino... ella que no había hecho nada para ganarse tal nombramiento, simplemente su cabello plateado y los chismes de las viejas del pueblo habían bastado para proclamar protectora del reino a una adolescente de doce años...

Miró a su padre con temor y éste asintió, Adara volvió la vista hacia el rey.

-¡Sigrid! -llamó el rey.

La joven hija del rey apareció luciendo su cabello rojo fuego con un cofre en sus manos, sonrió a Adara con admiración y alegría y le entregó el cofre a su padre.

-De rodillas, Adara -ordenó el rey.

-El reino de Agder te hace entrega a ti, Adara Baardsson «La Protectora», de este brazalete, que deberás lucir con orgullo y devoción.

Su amiga cogió el brazalete y se lo colocó en el brazo que Adara había alzado y mantenía en el aire.

-Álzate como protectora del reino de Agder.

Adara se alzó, y el gentío enloqueció vitoreando su nombre. Su amiga entonces la abrazó con alegría y le susurró:

-Alegra esa cara, que aunque ahora seas la protectora del reino yo sigo siendo la hija del rey... -bromeó Sigrid con la típica broma que siempre se hacían una a la otra. Esto logró esbozar una sonrisa en Adara, y pronto se convirtió en el centro de atención de toda la velada.

----------------------------

A la mañana siguiente algo saltó sobre Adara, haciéndola despertar de golpe:

-¡Venga, despierta volva protectora del reino...! -dijo una feliz y enérgica Sigrid.

-Mmmm... Sigrid, no me molestes... -consiguió articular una somnolienta Adara.

-Aaah... con que a pesar de ser la protectora del reino sigues tan vaga como siempre... -contestó la pelirroja con fingido tono de fastidio.

-Déjame dormir, oh poderosa hija del jarl... Bueno, aunque ahora eso de poderosa... -replicó Adara divertida aún con los ojos entornados por el sueño.

Sigrid se abalanzó de nuevo sobre Adara haciéndole cosquillas, y ambas rieron, patalearon y pelearon hasta acabar por los suelos...

Sentadas una frente a la otra en el duro suelo se contemplaron mutuamente.

-¡Adara, lo siento! No quería hacerte daño... -exclamó preocupada Sigrid.

-¿Daño? ¿De qué estás hablando Sigrid?

-Estás sangrando... -dijo señalando su camisón.

Adara maldijo mentalmente. ¿Cada cuántas horas había dicho su madre que debía cambiar el apósito? ¡Maldición! Nadie debía saberlo...

-¿Estás bien amiga? ¿Te llevo ante la curandera? -le preguntó su amiga preocupada.

-¡No! -gritó Adara con pánico sobresaltando a su amiga.

Sigrid se quedó mirándola angustiada e inmóvil ante su reacción.

»Estoy bien -la tranquilizó Adara con la mayor serenidad de la que pudo hacer acopio.

-Pero estás sangrando!

-Sí, verás... Es... es...

-¿Qué es Adara? Me estás poniendo nerviosa, ¡suéltalo de una vez! -le apremió una muy inquieta Sigrid.

-E-es... Se trata del periodo...

El silencio invadió el cuarto unos segundos, de repente una efusiva Sigrid la abrazó.

-¡Amiga, hasta en eso me has adelantado...! ¡¡Ya eres una mujer!! -dijo llena de júbilo la pelirroja.

-Shhh... ¡no grites! Nadie debe saberlo, al menos por el momento -dijo Adara en voz baja con cara de espanto.

-Pero se sabrá cuando te empiecen a crecer los pechos... ¡Ay amiga, que envidia me das!

-Sigrid, escúchame: no digas nada a nadie, ni siquiera a tus padres, ¿de acuerdo? Dentro de algunos meses se hará público irremediablemente, pero hasta entonces este secreto debe morir contigo...

DEA NOCTIS {El Origen} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora