Capítulo 18. TRAIDOR.

113 33 15
                                    

Palacio Moiral, Olympus

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Palacio Moiral, Olympus.

Estos últimos seis años habían pasado especialmente rápidos para Moros, el cual se encontraba a punto de desterrar a uno de sus mejores oniros, que sin embargo y muy a su pesar también se trataba del traidor que había estado informando a su padre de sus movimientos e intenciones.

Con la ayuda de Hypnos y Morfeo y tras varios años de investigación en su hogar habían dado por fin con el culpable, y éste no era otro que Heraclio, uno de sus servidores predilectos. Tras confirmar sus sospechas la noticia había caído como un jarro de agua fría sobre el Destino, pues había depositado en él su máxima confianza, y todo lo que había recibido a cambio no había sido más que hipocresía e ingratitud.

Moros se dejó caer en el triclinio derrotado, debía desterrar a uno de sus amigos, mandarlo al mundo mortal sin nada más que un cuerpo humano. Y esto le dolía terriblemente, Heraclio y él habían estado muy unidos por más de un siglo, le había seguido allá donde Moros había ido y siempre había sido su gran apoyo; aún no comprendía qué podría haberle ofrecido Érebo para que accediera a perpetrar tal traición.

Hypnos entró en los aposentos de Moros, quien estaba tan absorto en sus cavilaciones que se sobresaltó por la repentina presencia del recién llegado.

-Hermano, es la hora. Debes hacerlo ya o Ker lo despedazará antes de que llegues al patio.

-¡Ya lo sé, Hypnos! Desde que despertó tras el conflicto acaecido en Argos nuestro hermano es más sanguinario cada año.

-Sí, y no sólo eso... Desde aquel “día de las confesiones” (así había denominado Moros al día que al llegar al Inferos se encontró con una reunión clandestina de confesiones sobre Nyx que le puso los pelos de punta) Thánatos y esa muchacha no se separan uno del otro bajo ningún concepto, algo me dice que pronto querrá tomarla como su acólita…

-Hypnos baja ya, ahora te sigo... ¡me estás dando dolor de cabeza!

-Uy, perdone usted su majestad por informarle de sus obligaciones, no quisiera molestarle y que me obsequiara con un funesto destino… -replicó Hypnos con sorna.

Moros resopló ante la burla de su hermano y se encaminó detrás de él en silencio.

La ceremonia se celebró en los grandes jardines del Sino. Ya todo estaba dispuesto, y los dioses no dejaban de llegar, pues la noticia de un traidor siempre era un tema morboso; y si a esto se añadía que su castigo era el destierro, aún lo era mucho más.

Se encontró con Ker, Thánatos y Katiena antes de llegar a la terraza del palacio, que servía de improvisado palco. El jardín brillaba con luz propia debido a la presencia de tantos dioses, hubiera sido una vista magnífica si no fuera por el motivo de dicha reunión divina. Buscó con la mirada una cabellera azabache, y la encontró en el jardín alejada del resto de dioses, mirándole fijamente transmitiendo tristeza y compasión.

DEA NOCTIS {El Origen} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora