Adara salió corriendo de su hogar nada más despertar. Había vuelto a tener aquel sueño tan recurrente, sólo que esta vez vislumbró más detalles del que sería su futuro esposo.
Corrió hasta llegar a la puerta del hogar del Gran Jarl, y sin prestar atención a las formas llamó a Sigrid a gritos.
—¿Qué ocurre, Adara? —Se asomó la pelirroja con el semblante somnoliento debido a las tempranas horas.
—Reúnete conmigo en el claro al mediodía, es urgente.
—Allí estaré —le contestó su amiga algo aturdida aún por el sopor y la imperiosidad de la petición.
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El sol había avanzado lentamente durante toda la mañana, Adara se sentía desesperada, pues aunque su padre había ganado tiempo ella sabía bien que aquello no sería una solución definitiva.
Cuando por fin el sol estuvo en lo alto del cielo Adara salió corriendo de su casa, despidiéndose rápidamente de su madre y corriendo hacia el lugar concertado para el encuentro con su amiga.
Al llegar al claro Adara sintió cómo sus pulmones se oprimían con cada latido acelerado de su corazón. Portaba un ligero vestido de lana que le cubría hasta los tobillos y unas calzas del mismo tejido que cubrían sus piernas. Esperó impaciente la llegada de su amiga mientras su nacarado cabello ondeaba al viento mecido por una suave brisa…
—¡Adara! —la llamó Sigrid al verla mientras se acercaba.
—¡Ay Sig, tienes que ayudarme!
—Pues claro, ¿qué ocurre?
—Mi sueño… va a cumplirse… —le confesó Adara afligida.
—¿Cómo dices? —Fue lo único capaz de articular Sigrid, desconcertada ante la noticia.
—Ha venido un emisario del reino de Geirstad.
—Sí, lo sé. Mi padre lo recibió anoche junto con sus hombres de confianza.
—¿Te contó cuál era su propósito?
—Un acuerdo de paz. Pero déjame decirte, amiga, que no confío en la palabra de un geirstandés...
—¿Sabes cómo pretenden firmar esa paz?
—¿Con tierras? No sé amiga, ¡dímelo ya!
—Casándome con el hijo de Thorlak ‘el avaro’.
—¡¿Qué?! —exclamó consternada Sigrid.
—Sí. El muy bastardo ha pedido mi mano a cambio de la paz…
—¿Tu mano? Ohhh... ya entiendo… Piensa que eres una völva…
—Sí… Sigrid, ¡sabes que no puedo casarme! Mi padre ha conseguido ganar algo de tiempo con la negociación, pero temo que no sea suficiente…
—Sólo veo una posible escapatoria… pero no te va a gustar, amiga: tendrás que convertirte en una skjaldmö, de ese modo te consagrarías en el arte de la guerra y podrías evitar tomar esposo.
—¡Pero si odio luchar! Lucho contigo porque si no me dejarías completamente magullada con tus ataques sorpresa…
—Adara, no veo más solución que esta… —le contestó la pelirroja abatida.
—Además, apenas sé sujetar el escudo… —continuó argumentando Adara angustiada— Tú llevas años entrenando, en cambio yo… apenas consigo parar tus golpes…
»Por si fuera poco la instrucción requiere del ingreso durante varios años en la orden, y yo no dispongo de tanto tiempo…
—Yo te ayudaré. Déjame hablar con la vieja Helga, ella seguramente te reciba en la orden, y con suerte hasta podría planear algo para impedir ese matrimonio.
—Eso espero Sig… —dijo Adara algo desalentada por la solución.
—Toma mi escudo —dijo lanzando éste hacia Adara—, tienes mucho que aprender si quieres dejar de ser una völva y convertirte en la verdadera hija de Thor.
Y tras esto atacó a Adara con su espada sin previo aviso. Adara se cubrió a duras penas y maldijo por primera vez en su vida a todas esas viejas mentirosas por haberle otorgado esa fama que tantos problemas le estaban acarreando ahora.
—¡Concéntrate Adara, o acabarás muerta! —le ordenó Sigrid severamente.
—Al menos no tendría que casarme...
—¡Aaah no, querida! ¡Eres una vikinga, demuestra valor y lucha como una valkiria o cásate y pare los hijos del estúpido de Asgeir ‘el blanco’!
A Adara la invadió la ira ante este comentario, y atacó a Sigrid con su pequeño scramsax.
Así pasaron toda la tarde, entrenándose en el arte de la guerra, hasta que del cansancio no pudieron sostener la espada en alto. Llegaron a sus hogares con notable fatiga, aunque ya bastante más calmadas tras expulsar toda aquella tensión acumulada en el adiestramiento.
—¡Mamá, papá! Tengo la solución al asunto del matrimonio.
—Habla hija, ¿qué has pensado? —le alentó a proseguir Hans.
—Voy a ordenarme como skjaldmö.
—¡Oh! ¡Pero cariño...! —exclamó su madre preocupada.
—¡Si detestas luchar! —apostilló su padre.
—Pero se trata de mi única salida: convertirme en guerrera y así no verme obligada a tomar esposo nunca.
—No sabes qué clase de peligros entraña esa decisión, nunca te has entrenado debidamente y no has iniciado siquiera la instrucción obligatoria de cualquier guerrero…
—Lo sé, padre. Pero Sigrid hablará con la vieja Helga, si acepta entrenarme juro que seré una guerrera magnífica, pese a que deteste la violencia. Con algo de suerte y si tú consigues retrasar el tratado…
—No puedo posponer el tratado de paz por cinco años a menos que entremos en guerra... y su reino representaría una seria amenaza para nosotros si decidieran atacarnos, Adara.
—¡Papá, es mi única salida! Por favor… —le imploró Adara al borde del llanto.
—Está bien, mi pequeña. Haré lo que pueda, pero tendrás que esforzarte mucho más que el resto de tus compañeras; quizá si destacas lo suficiente Helga te conceda su aprobación de forma prematura —cedió resignado Hans.
—De acuerdo, papá —aseguró Adara con determinación.
—¡¿Pero os estáis escuchando?! —gritó su madre escandalizada ante tal perspectiva— ¿Adara siendo guerrera? Oh no, no, no... ¡Tiene que haber otra forma…! Ya sufro bastante cada vez que tú —dijo señalando a Hans— vas a la guerra con el jarl, no te llevarás a mi hija contigo…
—Pero mi amor…
—¡Pero nada, Hans! A nosotros no nos espera la muerte, pero Adara es humana…
—¿Crees acaso que he olvidado que es humana, Astrid? Lo sé perfectamente, pero tu hija tiene razón, es lo único que podemos hacer…
Astrid montó en cólera, y como solía ocurrirle cuando no controlaba sus sentimientos su cuerpo se transformó en el de una gran osa blanca, una osa rabiosa que rugió con fuerza a su marido para después salir corriendo a cuatro patas por la puerta de la cocina en dirección al bosque.
—¡¡Mamá!! —la llamó Adara alarmada.
—Tranquila hija, ya se le pasará.
—Papá, lo lamento de veras, pero no puedo casarme…
—Lo sé hija. Hablaré con tu madre, no te preocupes. Ve a descansar.
—Gracias, padre.
Hans sonrió a su pequeña Adara y corrió en dirección al bosque en busca de su esposa.
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DEA NOCTIS {El Origen}
Fantasy★ Dividida, sola y sin poderes... Nyx tendrá que encontrar a su otra mitad, para poder volver a ser ella misma y detener a la terrible oscuridad que está invadiendo el mundo... Pero ésto no será facil... ★ Ambientada en el glorioso pasado de las mit...