Capítulo 28. ASESINA.

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Reino de Agder, Escandinavia.

«¡Aquello no podía estar pasando realmente...!». Adara quedó estática ante la tremenda escena a la que se enfrentaba: Sin saber cómo la espada de ese joven había llegado hasta sus manos, y ahora estaba clavada profundamente en el estómago de éste, que se desangraba y agonizaba a sus pies…

Sigrid atravesó el improvisado campamento de los pretendientes a toda velocidad, pues Adara le había hecho entrega de su brazalete de protectora: esa era la señal inequívoca de que estaba en peligro...
Avanzaba esquivando a los visitantes mientras seguía pasando entre las tiendas. Sabía dónde estaría su amiga: en la carpa de ese bastardo de Gunnbjörn ‘el grande’...

Estaba segura de que ese muchacho no sólo quería casarse con ella por su belleza o por mantener la paz entre los reinos... Ese muchacho tenía una mirada turbia, algo que a Sigrid le provocó escalofríos la primera vez que lo vio…

Estaba anocheciendo, y las velas comenzaron a prenderse en todas las carpas menos en una: Estaba convencida de que ahí encontraría a Adara.

—Ya voy, ¡aguanta! —susurró Sigrid haciendo acopio de todas sus fuerzas para correr lo más rápido posible.

Lo que vio al cruzar el umbral la dejó perpleja: Ante ella se encontraba Adara, inmóvil, repleta de salpicaduras de sangre en su cara y manos, y con la mirada perdida hacia el suelo… en donde Gunnbjörn se hallaba tendido desangrándose con una espada atravesándole el vientre…

El joven estaba ya claramente muerto, pero la sangre continuaba manando de su cadáver, formando un gran charco que impregnaba el suelo y los pies y el vestido de su amiga.

Sigrid se acercó suavemente a ella...

—¿Adi...? ¿Estás bien?

Adara la miró como si la hubiesen sacado de un profundo trance y se abalanzó hacia ella, abrazándola fuertemente y hundiendo su rostro en el hombro de su amiga.

—¿Qué es lo que ha pasado, Adara?

—¡Oh, Sig...! ¡Soy una asesina! —exclamó Adara al borde de la histeria.

—Shhh… Tranquila... Cuéntame qué ha pasado… —le susurró la pelirroja mientras la abrazaba y acariciaba el cabello de su amiga para intentar calmarla.

—Discutimos y luchamos... Yo no quería casarme, y él amenazó con raptarme y acabar con la vida de aquellos a los que más amaba; por eso me trajo hasta aquí…

»Y... no sé cómo yo... yo… ¡yo lo maté! —dijo rompiendo a llorar desconsoladamente.

—Vámonos Adara... Salgamos de aquí antes de que nos descubran.

Ambas jóvenes salieron con mucho cuidado, sigilosamente, ocultándose de la vista de todos. Corrieron internándose en el bosque, y una vez convencidas de que habían esquivado el peligro se detuvieron para analizar la situación en la que se encontraban.

—Adi, creo que deberías darte un baño. Si te ven así sabrán que has sido tú la responsable de la muerte de ese desgraciado de Gunnbjörn.

—Sig, ¿qué vamos a hacer ahora? No puedo casarme con Asgeir...

—Bueno… Siempre puedes matarlo...

Adara empalideció sólo de pensar en la idea de volver a arrebatarle la vida a otro ser...

—Oh… ¡Lo siento! —se apresuró en decir Sigrid— No era mi intención hacer que te sientas mal, era sólo una desafortunada broma que no debería haber formulado…

»Pero para una skjaldmö segar vidas es algo normal, algo que en ocasiones ha de hacerse, pues se trata de la vida de tu rival o la tuya propia...

—Lo sé Sig, pero se trata de la primera muerte que he dado, y no ha sido ni en batalla ni con honor.

—¡Ha sido en defensa propia! ¿O crees que ese bastardo te había secuestrado sólo para ver tu hermoso rostro? Te hubiera violado tantas veces como le hubiese placido, y tras hacerse efectivo vuestro matrimonio te hubiera llevado lejos, donde nadie podría ayudarte. ¿Preferirías eso?

—¡No! ¡Por supuesto que no!

—Pues en ese caso aséate rápido. Y quítate ese vestido, lo enterraremos...

—¿Y cómo voy a volver? Al amanecer tu padre acudirá a mi hogar para conocer mi decisión, si no estoy en casa...

—Te prestaré mi capa, y con ella te cubrirás hasta llegar al poblado.

—¡Me voy a congelar, Sig! El río está helado...

—Mejor, así se te irá esa cara de susto. Venga, ¿a qué esperas? ¡Sé una valkiria y métete en el agua de una vez! Olvida lo ocurrido, y cuando en la mañana mi padre se levante intentaré entretenerlo, tú hablarás con tus padres y ellos le contarán lo sucedido.
—¿Contárselo?

—Sí. Tu padre nos ayudará. Tal vez hasta pueda convencer a mi padre para que no se celebre la boda.

—Me van a matar si se enteran que he dado muerte al hijo de Kolbein ‘el rojo’, todo su reino clamará por mi cabeza.

—¡No permitiré que nadie te toque ni un solo pelo! Toma —dijo tendiéndole su capa cuando Adara salió por fin del río ya completamente limpia. Ésta se cubrió con la prenda de su amiga temblando de frío.

—Espera aquí, iré a enterrar esto... —dijo Sigrid.

—¿No sería mejor quemarlo?

—Sí, claro... Si quieres llamar la atención de todo el reino provocando una gran humareda... ¡Quemémoslo! —le contestó la pelirroja con sarcasmo.

—Está bien, entierralo entonces...

Era pasada la medianoche cuando terminaron su labor... Sigrid estaba realmente agotada, pero no podía dejar que Adara se percatara, o el ánimo de ésta caería en picado, y la necesitaba despejada y fuerte para enfrentar todo lo que se les venía encima. Caminaron tranquilamente hacia la aldea y entraron ambas en casa de Adara.

DEA NOCTIS {El Origen} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora