Capítulo 23 parte 1. SKJALDMÖ

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«El reino de Agder se vestía de gala, por primera vez en años, los lugareños habían puesto de su parte para decorar el poblado con flores y guirnaldas

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«El reino de Agder se vestía de gala, por primera vez en años, los lugareños habían puesto de su parte para decorar el poblado con flores y guirnaldas. Adara contemplaba nerviosa desde la ventana el bullicio en el que la aldea se hallaba sumida y lo hermoso que todo estaba quedando; aquella festividad iba a celebrarse en su honor, un honor que a ella no la hacía tan feliz como debería... En pocas horas contraería matrimonio...

Los nervios le provocaron temblor en las piernas, su madre avanzó en ese momento por la estancia y procedió a vestirla y engalanarla para el enlace; con lágrimas en los ojos, Adara contemplaba todo aquello consciente de que no existía posibilidad de negarse o impedirlo.
Salió de su alcoba y se dirigió al lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia; avanzó rápidamente mientras sus vecinos se acercaban a ella para tocarla, pensando que en el día de sus nupcias la völva les traería fortuna.

Se sintió agobiada al verse rodeada y contemplar decenas de manos intentando tocarla; su madre ya no la acompañaba, ésta se había quedado en el umbral de su hogar viéndola partir. La joven prometida echó a correr en el instante que comprendió que estaba completamente sola en medio de aquella muchedumbre; logró salir de aquel tormento no sin esfuerzo, y ante sí apareció el amplio altar donde se oficiaría de la ceremonia.

Estaba dispuesto todo en la plaza del pueblo, Adara miró a su alrededor: la gente esperaba detrás de ella con adoración; las calles estaban abarrotadas, y sintió pánico... necesitaba una vía de escape, no podía volver por donde había venido, pues estaba atestado de gente, el camino a su izquierda la llevaba hacia las montañas, y el de su derecha la llevaba al mar... Miró en esa direccion sintiéndose atraída, por un enorme y precioso drakkar que llegaba a puerto, pero unas manos la empujaron hacia el altar.

Siguió caminando mientras su mirada seguía contemplando aquel drakkar sin darse cuenta que había llegado junto a un joven rubio, un joven a quien no pudo verle la cara porque el sol la cegaba. Alguien inició la ceremonia, también fue incapaz de reconocer a esta persona, pues nuevamente el sol cegaba sus ojos llenándolos de lágrimas.

De repente un grito la alertó, el sol desapareció del horizonte y la noche lo cubrió todo por completo; no había luna, y mucho menos estrellas, sólo oscuridad. Y entonces ya estaba desposada con aquel muchacho, lo supo porque sus manos derechas estaban atadas, unidas por un fino cordel color índigo, tal y como dictaminaban las costumbres vikingas.

Otro desgarrador grito la hizo palidecer. Un cálido y espeso líquido resbalaba por sus brazos, intentó mover las manos, pero su ahora esposo la sujetaba con fuerza. Otro grito más y un líquido caliente salpicó su rostro, olfateó el metálico aroma que impregnaba el lugar y saboreó unas leves gotas que habían quedado cerca de sus labios: sangre...

Y entonces la voz de Sigrid se alzó sobre todas las demás:

-¡Adara, corre!»

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Adara abrió abruptamente los ojos, hallándose en su habitación. Su acelerada respiración se fue calmando, sus angustiosos latidos se apaciguaron, y volvió a cerrar los ojos por un segundo. Con los ojos aún cerrados pudo ver la silueta de su hijo Hypnos, sonriente desde lejos. Cómo lo echaba de menos...

Su memoria divina le recordaba que echaba de menos a todos sus hijos, pese a que ella todavía no había sido madre en esta vida.

Pronto la imagen de Hypnos se evaporó, y Adara abrió lentamente los ojos, intentando procesar todo aquello que su hijo le había mostrado durante aquel sueño nada reparador.

-¿Qué intentas decirme, Hypnos? -preguntó a la nada en un susurro.

Era el tercer mes que tenía ese sueño (o mejor dicho, pesadilla): nunca podía ver la cara de su futuro esposo, como tampoco podía huir de su indeseado destino...

DEA NOCTIS {El Origen} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora