Una historia que el mundo olvidó

Capítulo 3

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No todos los rumores suelen ser ciertos, hay algunos que son solo eso, rumores. Que Petra fuera la última bruja blanca que quedaba en el mundo resultó no ser un rumor (para alegría del rey Stefan ya que su plan si podría funcionar). Que estuviera prisionera contra su voluntad en un bosque terrible que la mataría si intentaba salir solo para hacerla sufrir mientras enloquecía de soledad si era solo un rumor. Era peligroso, cierto pero solo con los desconocidos que consideraba peligrosos o dañinos para su querida niña. Solía exagerar matándolos de maneras tan horribles y eso a Petra le molestaba bastante, pero confiaba en la intuición de Dafne y si podía salvar a uno o dos inocentes del bosque de su cruel amiga llevándolos a la salida con un hechizo lo haría con gusto.

Dafne era un raro demonio expulsada de la tierra de Lilith y repudiada por los de su especie por no cumplir su deber de llevarle almas de las brujas que habían hecho el pacto a que fueran devoradas por los demonios mayores. A diferencia de muchos demonios anteriormente fue un ángel caído que al no tener a donde ir se quedó con los demonios para finalmente convertirse en uno como varios otros en su condición. A pesar de que se había vuelto cruel y sanguinaria, seguía teniendo un alto sentido de justicia y aún podía sentir piedad (pero solo por ciertas criaturas). Por ello no podía entender por qué las brujas blancas tenían que correr la misma suerte de las brujas oscuras al llegar la hora de su muerte y sufrir la condenación, porque a diferencia de las brujas oscuras ellas eran para ella las únicas humanas lo suficientemente valientes y bondadosas como para sacrificar sus almas para poder tener el poder para salvar a un ser amado o consagrar su vida y nuevos poderes para ayudar a otros, aunque eso significaba condenar a su descendencia al infierno, sin importar lo gentil de sus almas.

Para poder tener un lugar en el mundo Dafne acepto la tarea de recoger las almas condenadas al infierno (incluyendo a las brujas blancas), siempre había cumplido con su deber a pesar de sus creencias, tragándose sus protestas y ansias de justicia hasta que llegó el día en que conoció a Petra.

El día en que Karanase llegó a su fin, se le informó que debía recoger el alma de una bruja que agonizaba en aquel lugar. Al llegar a lo que fue un pueblo hermoso y acogedor, solo quedaban llamas, escombros y cenizas volando por el aire y muertos por todos lados, los que no habían fallecido habían huido para salvar sus vidas.

Dafne sabía que allí había un alma que debía llevar ante los grandes demonios para ser devorada, cuando llegó vio a todo el pueblo hecho un desastre desolador peor que no le afecto en nada esa apariencia, después de todo era ya un ente acostumbrado a las penurias y horrores. Sin duda esto fue obra de una bruja oscura pensó, una bruja sin control sobre sus poderes al parecer por haber dejado todo así y ser tan tonta como para dejarse matar por unos pueblerinos considerando que las brujas oscuras eran muy astutas para que le sucediera algo como eso, solo los verdaderos estrategas y los más valientes podían ser capaces de capturar a una bruja oscura real (los ignorantes y fanáticos religiosos solían confundirlas y muchas inocentes murieron por culpa de su idiotez).

Cuando vio a la causante de aquel desastre tirada con la piel entre negra y roja por las quemaduras, pues la habían quemado pero no en una hoguera como suele hacerse, sino que le habían lanzado flechas con llamas en la punta (lo dedujo por las flechas que vio clavadas en su cuerpo), podía escuchar su débil respiración, no estaba del todo muerta pero ya no tenía salvación.

El demonio estaba a punto de acabar con el horrible sufrimiento de aquella mujer hasta que sintió a alguien aferrado a su pierna.

-Por favor – Habló una vocecita aguda y quebrada en llanto – Ayuda a mi mamá...sálvala.