Capítulo 45

542 32 110
                                    

Morir es tan fácil que puede suceder en minutos. Mucho más de lo que se cree en realidad. Es solo dejarse llevar por una corriente que lleva a la persona a su último destino. Es una corriente que no importa los caminos que se elijan, esa es la única que une a todos los seres vivos a un mismo destino sin importar quienes sean o que sean. Algunas llegan más temprano que otros. Nadie sabe muy bien lo que podría estar al final, pero la paz del sueño que se mira parece ser reconfortante. Aquellos vivos con experiencia cercana tampoco sirven de referencia, porque si volvieron es que entonces no se acercaron lo suficiente, estaban frente a una puerta que no se atrevieron a abrir, ven su vida en segundos para darse cuenta de que quizás ya fue suficiente, o que calvez aun es demasiado poco lo que se vivió. Aquellos que tienen el lujo de decidir si avanzar un poco más o volver, la mayoría elige volver. Incomprensible para los seres más iluminados y admirable para los espiritados por que vivir es difícil, no es que sea un asco estar vivo, solo es difícil. 

Si se decide vivir, se debe aceptar todo lo que implica vivir. Como el dolor por ejemplo.

Levi había sido atacado por un demonaqua, nadó en una corriente en la que se arriesga a morir ahogado por salvar a alguien más, se lesionó varias partes de su cuerpo, se arriesgo a un resfriado por andar con el toros únicamente cubierto por una camisa de lino, camino por horas cargando peso extra, luchó con un cerdo,  fue bombardeado por dardos envenenados que eran de las ramas de unos monstruos con forma de árbol y antes de desplomarse por completo sobre una chica que lloraba por él sintió una mano en su hombro que no provenía de la persona que estaba bajo su cuerpo.

Sentía un dolor tremendo correr por su cuerpo, sentía que la sensación de estar quemándose vivo le llegaba hasta las venas, los huesos, el alma, para que todo en el quedase hecho pedazos o simplemente quemar hasta las cenizas que quedaran de él. Cada respiración lo ahogaba, cada músculo que movía era otra llama que le quemaba, abrir la boca le hacia sentir un gusto horrendo a sangre amarga,  cada gota que sudaba era como si una sustancia acida cayera en su piel. Quería dejarse ir, nada más que eso o quizás ya lo estaba y al final su destino era la condena  en el Averno a sufrir por la eternidad. Siempre le habían recalcado desde que era un pequeño que era forzado a ir a misa el imaginario del infierno, funcionó con varios niñitos bravucones para que dejasen por un tiempo de meterse con él o con su grupo de amigos hasta que escucharon del maldito mandamiento de la confesión para tener carta blanca para ser los cabrones que eran siempre y arrepentirse después en la penitencia que las divinidades encontrasen adecuadas. 

Por ello era tan fácil para él imaginar como seria el infierno y cada vez más difícil imaginar el paraíso. Había vivido cosas buenas y las agradecida profundamente, tuvo una mamá que lo amó mucho y más que a nadie, tuvo dos amigos maravillosos que valían por cien cada uno, conoció más allá de las regiones de Sina, vio cosas hermosas. Pero también sentía que eran más cosas malas que buenas las que podría recordar como la muerte de inocentes, muerte de compañeros, dolor propio, dolor de otros, destrucción, injusticias terribles, torturas publicas, batallas perdidas, perdidas personales... Pero, la razón por la cual Levi siempre decidir volver era porque habían partes de él que todavía querían seguir viviendo lo suficiente para que algo bueno pasase alguna vez, agregar algo extra a la parte más luminosa del desfile de momentos en su vida. No importaba si solo era una más, pero tenía que ser algo increíble, no cualquier momentito alegre o satisfactorio si no que algo grande. Como a la vida le gusta joder solo le daría pistas sutiles para que se esforzase y no ponerle tan fácil su camino y si quería encontrarlo, los atajos no valdrían y no había opción para retirarse.

Lo  bueno de estar sufriendo entre sueños es que el tiempo al ser relativo es menor a lo que en verdad es. Lo malo del dolor constante mientras se está durmiendo es que la relatividad del tiempo en sueños da una sensación de eternidad. Por ello Levi agradeció que esa eternidad en realidad fueron solo dos días.

Una historia que el mundo olvidóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora