Locos de amor.

Capítulo XXX

Jamie POV.

-Hora de despertar bella durmiente. Le digo a mi chica mientras beso sus deliciosos labios y ella abre los ojos lentamente.

-Mm, no, no quiero. Dice mientras rodea mi cuello con sus brazos y comienza a besarme.

-Llegaras tarde nena. Le digo mientras aparto un mechón de cabello de su cara y acaricio sus mejillas. –El desayuno está listo, vamos.

-Pensé que tú eras el desayuno. Me dice seductoramente.

-¿Ah sí? Le digo tomándola en brazos. –Creo que eso podemos solucionarlo.

Nos besamos y terminamos haciendo el amor en la ducha; cuando salimos de ahí nos vestimos y vamos a la cocina para desayunar. Mi chica se ve radiante, no sé pero hay algo en ella que la hace ver diferente.

-¿Qué pasa? Pregunta sacándome de mis pensamientos.

-Nada, es solo que te vez diferente. Le digo con una enorme sonrisa.

-Diferente ¿me veo bien o mal? Me pregunta curiosa, dejando a un lado su desayuno.

-Amor te vez increíble, estas preciosa, radiante. Le digo besándola y después ella retoma su desayuno.

-A decir verdad tienes razón, me siento diferente, es algo que no puedo explicar. Dice ella. –Solo sé que soy completamente feliz a tu lado.

-Y yo al tuyo. Le digo mientras tomo su mano.

Una vez que terminamos de desayunar, se despide de mi con un beso y se va a trabajar, me hago cargo de los platos sucios y después me quedo pensando en lo que hare hoy.

Cuando son la una menos diez me dirijo al restaurante para mi primer día de trabajo, una vez ahí me encuentro con los demás chicos de la cocina, me presento con ellos y luego cada uno se dirige a sus actividades.

Ya han pasado un par de horas y mientras los cocineros vienen y van con cajas con vegetales, frutos y demás; me encargo junto con dos chicos más de la cristalería del lugar, estamos a tan solo una hora para que este lugar abra, afortunadamente no me topado ni con Ryan ni Emma, pero seguramente no tardan en aparecer, pienso.

Justo como si los hubiera llamado con el pensamiento vienen entrando de la mano, los chicos que me ayudaban y yo entramos de inmediato a la cocina, desde donde a través de la pequeña ventana de cristal veo como comienzan a llegar personas que a simple vista son distinguidas; seguramente proveedores y Emma se acerca a saludar seguida por Ryan.

Los minutos transcurren y el lugar poco a poco va llenándose, los meseros comienzan a entrar a la cocina en busca de las ordenes, así que con sumo cuidado asegurándome de no ser visto, me acerco a los alimentos y les agrego a unos azúcar y sal. Y pronto empieza a surgir un poco de caos.

Al poco tiempo Ryan entra a la cocina azotando la puerta, sin duda alguna esta alterado.

-¡No sé que demonios pasa aquí! Hay clientes que se han quejado de que la comida no tiene buen sabor, no quiero que esto se convierta en un desastre porque juro que los despido a todos. En este momento acaba de llegar Judith Peterson crítica del "New York Times", así que no quiero ni un maldito error. Dice fulminando a todos con la mirada mientras sale de la cocina.

Todos volvemos a lo nuestro, la comida de Judith está siendo preparada, van a servirle un plato de Arancini que son unas croquetas hechas de pasta de arroz y queso parmesano, están rellenas de jamón, mozzarella y bañados con una salsa de tomate, así que me acerco y sin titubear derramo sobre el plato un frasco pequeño completo de salsa tabasco.