Como si estuviera flotando en una nube, el muchacho fue hasta su casa, que quedaba a unos quince minutos de la de la rubia. Su cuerpo estaba inundado de una serie de emociones contradictorias, estaba en un éxtasis, sintiéndose eufórico y feliz, pero a la vez, sentía desconcierto, no podía entender lo que estaba ocurriéndole. Era impropio de él ¿Realmente se sentía atraído por esa linda chica? O es que ¿simplemente había admiración, deseo físico? No lo comprendía, pero no podía sacar esas emociones de su ser. Pasó por una bomba de gasolina, pese a ser las dos de la madrugada, paró para comprar una botella de la tienda que se encontraba abierta. Compró una botella de un whisky que no era de muy buena marca, viéndose el lugar donde lo compró y se marchó para encontrarse con su familia, que de seguro ya estarían en su apartamento.
Estacionó y bajó para encaminarse hacia los ascensores. Al llegar a su apartamento, escuchó un poco de música, sonriendo se adentró. Pero se impresionó al ver allí a Paula ¿Qué demonios hacia ella allí? Además de Maritza y Ricardo. Su hermana estaba en la encimera sirviendo unas bebidas mientras su padre hablaba con la mujer de cabello rubio oscuro. Fabrizio acompañaba a su hermana. Disimulo su gesto de vacilación y se acercó a su hermana y amigo para saludar.
-¿Dónde estabas?
-Yo...fui a buscar esto –Levantó la bolsa de papel donde se visualizaba el pico de la botella. Su hermana lo observó con una ceja enarcada.
-¿Sólo desapareciste por más de media hora para comprar una botella? –Fabrizio también lo miró escéptico, con sus cejas enarcadas burlonamente.
-Así es... tuve que ir a varios lugares.
-Hijo, acércate- irrumpió Tulio llamándolo desde atrás, dio gracias a la interrupción de su padre. Su hermana y amigo seguían mirándolo maliciosos. Los ignoró y se acercó a su padre, Paula y amigos que se encontraban a un lado, con copas en manos.
-Hola...
-¿Dónde estabas? –quiso saber mirando a su hijo con los ojos brillantes. Estaba orgulloso del espectáculo que sus niños habían dado esa noche, ambos poseyendo un increíble talento.
-Fui a buscar una botella, quería celebrar lo que ha hecho mi hermana esta noche.
-Y lo que has hecho tú querido, has cantado precioso.
-Gracias Maritza.
-No sabía que cantabas, bueno...-río Paula sonrojándose mientras miraba a Sebastián- No sabía que eran hijos de Sofía, es increíble.
-Gracias, no solemos salir en prensa...por eso no nos damos a conocer. Mi hermana está comenzando su carrera como artista –Señaló con la mano girando su cuerpo hacia la encimera, dándose cuenta de las miradas que se estaban dando su mejor amigo y su pequeña hermana mientras hablaban un poco cerca. Frunció el ceño y volvió a girar.
-Deberías dedicarte a ello también –halagó Paula.
-No es lo mío, yo he salido como mi padre –Miró a su padre y todos rieron. Sebastián no pasó desapercibido la mirada que le daba la doctora O'connor en todo el rato, parecía que lo estaba estudiando detenidamente, como si quisiera saber algo de él. Se sintió incómodo y disculpándose caminó hacia la cocina para servirse un trago. Después de coger un vaso, verter unos pocos cubos de hielo y servir whisky, volvió a la sala donde todos se habían acomodado para charlar. Se acomodó en un asiento junto a Paula, que era el que estaba vacío y se unió a la conversación.
-¿Tienes pareja Paula? –preguntó su padre dejando a todos impresionados, la muchacha incómoda negó.
-No tengo demasiado tiempo para eso, señor.
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Nos volveremos a encontrar
RomanceELizabeth Williams es una estudiante estadounidense de diseño, con tal solo veintiun años de edad, ya lleva un gran peso sobre sus hombros que no la deja vivir, está atormentada y destruida. Sebastián Buitrago, un italiano de buen corazón...