Capítulo 4

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Imágen Multimedia: Apto Elizabeth.

Sebastián se encaminaba a su auto, que era un Audi Q7 pick-up del año 2014; cortesía de su padre por su llegada a Estados Unidos y a paso de trote para no mojarse con la lluvia, se adentró soltando el aire de sus pulmones por el frío que comenzaba a propagarse y condujo para dirigirse a su apartamento, ese que compartía con su hermana. De seguro aún estaría en sus clases de música, hoy era uno de esos días en las que tenía que ir a recogerla tarde por sus prácticas para el evento, que dentro de poco, ya tendría. Bien, podría descansar un rato antes de ir a por ella.

Encendió la radio y la calefacción y se puso en marcha. De pronto, sus ojos se toparon con un cuerpo tembloroso y empapado que caminaba por la acera, entre cerró sus ojos enfocando y al darse cuenta de quién era, se acercó de inmediato. Miró como la chica volteaba a ver el carro y de pronto comenzaba a correr cuando se dispuso a bajar la ventanilla.

-¡Elizabeth, espera!- Gritó deteniendo el auto, el cuerpo de la chica se detuvo y giró. Salió del auto y se aproximó a ella sin importarle estar mojándose con la lluvia- ¿Qué haces? –le preguntó preocupado.

-Yo...-su dientes tiritaban por el frío, su cabello rubio se pegaba a su rostro y a su cuerpo ahora mojado, viéndose más oscuro. Él sin pensarlo, la tomo de la mano, sintiendo esa extraña corriente pasar por su tacto una vez más y la llevó hasta el auto, abrió la puerta del copiloto y la instó para que entrará. Posteriormente, él hizo lo mismo adentrándose. Adelantó un poco el paso viendo que comenzaría a retrasar el tráfico y estacionó para poder ayudarla a calentarse un poco. La chica lo miraba con los ojos muy abiertos, parecía asustada, un conejito asustado. Sintió de pronto ternura en su pecho, pero luego apartó el sentimiento para llenarse de preocupación.

-¿Por qué estaba caminando con ésta lluvia?

-Yo...iba a la parada de autobús.

-Te dará una pulmonía –reprendió suave mirándola, con su cuerpo girado para estar frente a ella. La chica se sonrojo y bajo su mirada.

-¡Ey! –En un impulso tomo su barbilla con una mano y la alzo- No quise reprenderte, lo siento –sus ojos se desviaron a sus labios pálidos y volvió a sus ojos, dándose cuenta que ella también miraba sus labios. Tragó grueso y la soltó de inmediato. 

-Te llevaré a tu casa, debes cambiarte de inmediato.

-Gracias...

-No agradezcas...- Ambos permanecieron en silencio sumidos en sus pensamientos ¿Por qué esa hermosa chica se veía tan demacrada? ¿Desde cuándo se estaría alimentando de mala manera? Se podía notar a leguas que su delgadez era nada más que por una mala alimentación, al igual que su tez pálida.

-¿Hace cuando no comes? –se encontró preguntando. Al no recibir respuestas, ladeo su rostro para mirarla por unos segundos. Ella con su vista perdida por la ventanilla, encogió sus hombros.

-No lo sé...

-¿Qué? –Exclamó impresionado. Ella se sobresaltó y lo miró- Lo siento, es que... ¿Cómo no vas a saberlo?

-No es algo por lo que me preocupe demasiado –cruzaron sus ojos por unos segundos antes de que él, los volviera a la vía.

-Eso está mal Elizabeth.

-Lo sé...

-¿Dónde está tu casa? –la chica le dio la dirección y volvieron al silencio incómodo. No volvió a tocar el tema de la alimentación hasta que llegaron al frente de su edificio. Sebastián frunció el cejo, se veía una zona de personas pudientes. Entonces su mala ingesta de comida no era por problemas económicos, dándose cuenta que posiblemente era por depresión.

Nos volveremos a encontrarDove le storie prendono vita. Scoprilo ora