-¿Qué coño haces aquí? –bramó el castaño enojado. Elizabeth miró a la morena acercarse con su exuberante cuerpo envuelto en dos diminutas piezas de traje de baño blanco.
-Vengo con unos amigos, cuando me dijeron que estaban aquí me aventuré a venir, así hablaba contigo...-dijo acercándose. Miró las manos entrelazadas de la rubia y el chico, y los celos llamearon en su interior. Sebastián miró lo que la morena miraba.
-Farfalla ¿Vas por unos puestos? Regreso pronto.
-Está bien –Elizabeth llevada por un impulso, se colocó de puntillas y besó sus labios, dejando boquiabierta a la morena y hasta el mismo Sebastián. Miró una última vez a la morena por encima de su hombro y se alejó contoneando sus caderas. Sebastián mordió su labio inferior aguantando la risa al ver salir la vena posesiva de la rubia. Eso le gustó. Cuando su cuerpo desapareció de su vista, volvió las pupilas hacia Antonella, regresando su gesto duro a su rostro.
-¿Qué quieres?
-¿Mariposa?
-Aja...
-¿Es tu novia?
-Así es... ¿Qué quieres? No lo vuelvo a repetir...
-Yo...quisiera que habláramos sobre...nosotros.
-No hay un "nosotros"
-Sebastián...por favor... -dio un par de pasos al frente posando una mano con largas uñas postizas, en el pecho duro de él. Se irguió ante su tacto- Hablemos.
-Antonella, vine a pasar un buen momento con mi novia. No quiero dejarla para ir a hablar conmigo.
-Vamos Sebastián, le diré a mis amigos que se queden con ella por un momento.
-¿Tus amigos? ¡No! –dijo alejándose con las cejas contraídas.
-Vamos Sebastián.
-Si acepto ¿Dejarás de molestarme?
-¿Soy una molestia?
-Comenzaste a serlo desde que supe lo que eras...-La chica arrugó la cara dolida.
-¡Antonella! ¿Qué esperas? –Sebastián giró su rostro a la voz masculina y observó a un chico de más o menos sus edades, con el torso desnudo y trabajado llamarla con una pelota de vóley en mano.
-¡Frank, ven acá! –El chico resoplo y se acercó trotando.
-¿Qué pasa?
-Te presento a Sebastián. Sebas él es Frank, un amigo –Estrechó su mano serio y volvió la vista a la morena, de grandes pechos, frente a él.
-Puedes quedarte con su acompañante, aquella rubia de allá- Señaló a Elizabeth que se sentada en una esterilla- Volveremos enseguida.
-Vale...
-No iré a ninguna parte –se resistió fulminando al hombre que llamaba a otros más allá, con un par de chicas y les hacía seña para que se acercaran. Enseguida atisbo como el hombre sonreía ampliamente hacia Elizabeth presentándose.
-Sebastián, vamos...estás actuando como un niño –lo tomó de la mano y lo arrastró por la acera aproximándose a un bar playero que estaba a unos pocos kilomentros.
-Que sea rápido Antonella.
-Vamos, relájate. Dos fruitpunch por favor.
-No quiero beber, gracias –La morena alzó una ceja y torció los ojos, para comenzar a hablar ignorando su dureza. Sebastián se sentó a su lado en uno de esos altos bancos frente a la barra y la miró, con el gesto endurecido, esperando a que ella comenzara.
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Nos volveremos a encontrar
RomanceELizabeth Williams es una estudiante estadounidense de diseño, con tal solo veintiun años de edad, ya lleva un gran peso sobre sus hombros que no la deja vivir, está atormentada y destruida. Sebastián Buitrago, un italiano de buen corazón...