Caminaban tomados de la mano, él con sus característicos trajes a la medida y ella con un elegante pero delicado vestido adornando su cuerpo. Sebastián la detuvo justo frente al elegante porche que se habría frente a ellos, antes de tocar a la puerta.
-Si te sientes incómoda, sólo dilo cariño, nos iremos de inmediato.
-Está bien –asintió. El chico besó sus labios, se separó estudiando el gesto tranquilo de la rubia, asegurándose de que dijera la verdad. Luego giró su cuerpo respirando profundo para tocar.
Dos minutos después habría una morena, muy parecida a Antonella, con una enorme sonrisa y un lindo vestido.
-Hola Rosy ¿Cómo estás?
-¡Oh Sebastián! Querido ¡Estas guapísimo! ¡Mira cómo has crecido! – Elizabeth los vio abrazarse con cariño, se sintió un poco incómoda pero se mantuvo firme.
-Rosy, ella es Elizabeth, mi novia.
-Oh...Hola, un placer.
-El placer es mío, señora.
-Nada de señora, llámame Rosy.
-Bien, Rosy.
-Adelante, ya estamos casi completos. La cena será servida en breve.
-Bien, gracias.
Se adentraron en la casa hacia la sala donde estaban unas ocho personas, contando al padre de Antonella, que al verlos saludó emocionado y los hizo saber que "estaban en su casa" –No estaría en casa con una zorra persiguiendo a mi novio- pensó Elizabeth dentro de su mente.
Les tendieron una copa de un burbujeante champan y pronto se encontraron sumidos en una conversación de trabajo con todos los presentes. Unos tacones se escucharon bajando por las escaleras de madera pulida que daba a la plata de arriba, y la mayoría de los presentes giraron para encontrarse con la dueña del sonido. Elizabeth se tensó al lado de Sebastián al ver a Antonella bajar con un vestido demasiado ajustado y descubierto acercarse a ellos. Mirando exclusivamente a Sebastián, contoneando sus caderas, con un brillo en los ojos. La chica apretó los dientes fulminándola.
Sebastián miraba a la morena acercarse, con su cuerpo al igual de tenso que el de su novia, que estaba a su lado.
-¡Hija! Te estábamos esperando. Josue te presento a Antonella –presentó a un hombre de mediana edad mientras la chica llegaba a su altura.
-Señorita.
-Hola...-la chica sonrió dejando ver sus perfectos y luminosos dientes para luego girarse a Sebastián y mirarlo.
-Sebastián.
-Antonella.
-Me alegra que vinieras.
-Vine para despedirme, mañana regresaremos a nueva York.
-¿Qué? –Abrió los ojos la muchacha- Pero ¿Y el evento?
-Vendré para el evento, aún falta un mes. Debemos regresar al trabajo.
-Oh...-soltó con tristeza. Ignorando todavía a Elizabeth que se encontraba a su lado- Pensé que estarías más tiempo.
-No necesitamos estar más tiempo.
-¡Vengan! La cena ha sido servida –anunció Rosy saliendo del comedor. Todos los invitados caminaron hacia la otra sala donde estaba una mesa alargada de madera para unas doce personas. Todo estaba muy bien decorado y un gran festín posaba en la superficie de madera.
STAI LEGGENDO
Nos volveremos a encontrar
RomanceELizabeth Williams es una estudiante estadounidense de diseño, con tal solo veintiun años de edad, ya lleva un gran peso sobre sus hombros que no la deja vivir, está atormentada y destruida. Sebastián Buitrago, un italiano de buen corazón...