-¡De lujo! –respondió una emocionada Sara al otro lado de la línea mientras su hermano sonreía arreglándose para la reunión con la discografía.
-Me alegro ¿No estas siendo demasiado traviesa?
-¡Estoy siendo encantadora Sebastián! Deja de preocuparte, estoy segura aquí, sé cuidarme y la estoy pasando genial ¡Vamos hermanito! Estoy conociendo a muchas personas fantásticas –Su voz se escuchaba demasiado animada para el gusto de Sebastián, no le gustaba la idea de su hermana alocándose, con alcohol, hombres, sexo...al pasar esa última palabra por su mente, gruñó y sacudió la cabeza para despejar los pensamientos.
Aunque por sus estudios, sabía que eso era natural y tendría que pasar, no aceptaba que su hermanita pequeña ya estuviera en edad para ello.
-Ten cuidado Sara, aún no te mueves por ese mundo, los hombres solemos ser...aprovechados. Cualquier cosa me lo dices ¿Vale?
-Vale...vale...-resopló fastidiada. Sebastián oía el bullicio al otro lado.
-¿A dónde se dirigen ahora?
-Las Bahamas, tengo que dejarte, me están llamando.
-Bien ¡Ten cuidado!
-¡Adiós! ¡Ah y gracias por tu regalo! ¡Me encantó!
-De nada hermanita –y a los pocos segundos colgó. Sebastián miró por un momento su celular en la mano, esa chica no tenía remedio y él se volvería loco tratando de controlarla. Dejó salir un suspiro y se miró por última vez en el espejo.
Llevaba un traje casual, de saco sin corbata. Era de color gris claro mientras debajo tenía una camisa de vestir de botones en color rosa. Los zapatos eran de gamuza en color café junto con el cinturón de cuero café. Se dejó el cabello al natural, haciendo que algunos mechones rebeldes cayeran por su frente. Se colocó sus lentes de montura, se perfumó para luego colocarse su caro reloj y salió, con los nervios instalados en su ser, hacia la puerta de Elizabeth.
Tocó con sus nudillos y respiró profundo para calmarse antes de que ésta abriera.
-Hola –susurró la chica.
-Hola Elizabeth...te ves preciosa- Ella sonrió apartando su mirada, sintiendo sus mejillas comenzando a acalorarse. Mirarlo así, con ese traje frente a ella, después de lo sucedido la noche anterior, ver su cuerpo tonificado desnudo...la descontrolaba.
-Gracias, también estas muy guapo –Sebastián sonrió al ver el leve sonrojo que se propagaba por sus rostro ligeramente maquillado. Sebastián le tendió la mano y ésta se la tomó inquieta para dirigirse a la plata de abajo del apartamento, salieron de la habitación y caminaron por el pasillo hasta el ascensor. En él, el chico aprovecho para contemplar mejor a la mujer a su lado por los espejos de cuerpo completo, verla enfundada en esa ropa, después de haber conocido su estructura desnuda, lo ponía mal...enseguida se sentía caliente.
Tenía un vestido ajustado que delineaba sus delicadas curvas hasta las altura de las rodillas, con escote de corte recto, pero que amoldaba sus pechos redondeados perfectamente y mangas de tiras semi gruesas posando en sus hombros. Todo el en color crema. Recordar sus pechos desnudos al mirarlo la noche anterior, le excitó, sin poder evitarlo.
Unos zapatos de tacón altos en café como su bolso de mano, iguales a los suyos. Sonrió por haber coincidido de esa manera. También llevaba un maleta tipo folio en la otra mano, supuso que allí estaría su equipo de trabajo. Se veía bastante profesional, y hasta un poco mayor de su edad.
Su larga cabellera rubio platino en una coleta alta y un maquillaje demasiado perfecto en su rostro. Se encontró preguntando ¿si su madre la obligaría a hacer algún tipo de curso o ella habría aprendido sola? Él sabía un poco de aquello porque su propia hermana había estado metida en uno, y se maquillaban igual de perfectas.
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Nos volveremos a encontrar
Roman d'amourELizabeth Williams es una estudiante estadounidense de diseño, con tal solo veintiun años de edad, ya lleva un gran peso sobre sus hombros que no la deja vivir, está atormentada y destruida. Sebastián Buitrago, un italiano de buen corazón...