Capítulo 31

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-¿Qué hace aquí?

-¿Podemos pasar a su consultorio?

-¡Por supuesto! Adelante –caminaron hasta el consultorio del castaño. Abrió la puerta y la hizo pasar para que se sentara en una silla frente a su escritorio. Sebastián tomó asiento en su puesto y espero a que ésta comenzara. Pero no lo hizo, solo lo miraba de una extraña manera. Carraspeó incómodo y decidió comenzar él.

-¿Cómo se encuentra? ¿Ya regresará al instituto?

-Sí, el lunes. Estoy mejor gracias. Pero no vine a hablar de mí. Vengo a hablar de ti y Elizabeth, tu paciente –Sebastián se reacomodó en su asiento desajustando su corbata un poco.

-¿Qué quiere hablar de nosotros?

-¿Han continuado con su relación? ¿Es cierto? -Sebastián la miró con fijeza antes de asentir.

-Sí.

-Les he dicho que eso estaba prohibido en mi hospital.

-Lo sé, pero yo...

-Pero es que ustedes no han mantenido nada más una relación ¡Sino que van a tener un bebé! –el castaño alzó las cejas sorprendido ¿Cómo es que ella sabía eso? Si el apenas se acababa de enterar el día anterior- ¿Estoy en lo cierto Sebastián?

-¿Cómo lo sabes?

-La vi el otro día en la clínica donde tengo mis terapias. Estaba con otra chica, y las escuché hablando sobre cómo decirte de su embarazo...

-Maritza, yo...

-¡Confié en ti! Porque eres hijo de Tulio y Sofía. Te advertí desde el comienzo que ese tipo de cosas eran imperdonables en este hospital y que costaría tu trabajo ¡Te dije que te alejaras de ella! Tiene un pasado terrible, ella no puede.

-Sé cuál es su pasado, y yo pertenezco a él –la mujer se quedó muda ante lo que él decía.

-¿Qué?

-Lo que oyes, también estuve en la casa de cuidado, siempre permanecí a su lado. Elizabeth y yo nos conocíamos desde pequeños, sólo que no podía recordarlo.

-No puede ser...

-Sé que me salté las normas, pero Elizabeth ya no es mi paciente desde hace un tiempo.

-Pero mantuvieron relación mientras aún lo era.

-No pasó nada mientras fue mí paciente.

-Lo siento Sebastián, las normas son normas. Y me veo obligada a pedirte que firmes tu carta de renuncia. Hablaré personalmente con tu padre. Lamentablemente mis colegas directivos están al tanto de esto –El castaño abrió los ojos impresionado.

-¿Cómo? ¿Se lo has dicho? –la mujer miró el rostro de preocupación de aquel guapo hombre. Negó con la cabeza apenada por lo que estaba sucediendo, no quería hacerle esto al hijo de unos buenos amigos, pero todo se había salido de sus manos.

-Llegaron unas fotografías de ustedes dos. Al comienzo el gerente no comprendió, pero al descubrir que esa chica era paciente del hospital de inmediato me llamaron.

-¿Una fotografías? –casi gritó mirándola horrorizada.

-Sí, unas fotografías de ustedes besándose. No sé quién las ha enviado, pero su objetivo era bastante claro. Y por más que quiera ayudarte, no podré hacerlo. No solo tendrás que renunciar, sino que deberás regresar a Italia.

-¡No! ¡Esto no puede ser! No tienen ningún derecho –se levantó de su silla enojado. La mujer suspiró y aclaró.

-Tu tiempo de permiso para estar en el país, por tu pasaporte europeo, ha pasado. Sigues aquí por la visa de trabajo que te ha dado el instituto. Ahora que ya no trabajaras aquí, debes irte.

Nos volveremos a encontrarDove le storie prendono vita. Scoprilo ora