Se despertó a las cinco de la mañana, se duchó, vistió, cepilló y bajó a la planta donde estaba Julio tomando una taza de café.
-Espero no te moleste –dijo señalando la taza.
-No te preocupes, siéntanse como en su casa –ofreció con desgana el muchacho. Fue a por una taza de café para él y luego regresó a la mesa donde el chico estaba con el ordenador.
-Mira esto –señaló la pantalla- La ruta que se ha hecho con el rastreo que hemos logrado, va en dirección a la zona de la casa de cuidado donde estuvieron –Sebastián miró la pantalla y asintió.
-¿Se lo has comunicado a los oficiales?
-Sí, lo he hecho. Irán a ese lugar hoy.
-Bien...
-¿Qué es eso? –señaló un espacio alargado verde.
-Es como un parque, está a unos cuantos kilómetros de la residencia de la casa de cuidado. Como a unos quince minutos.
-Un parque...-el chico asintió pensativo. Trató de recordar si alguna vez la esposa de Dominik los llevó a ese parque mientras vivió en la casa de cuidado. Pero no le venía a la mente. Entonces, una idea iluminó su cabeza.
-¿Por qué no vamos a su oficina? Tal vez tenga alguna pista allí.
-Buena idea, nos encargaremos de ello.
-Quiero ir, personalmente.
-No creo que te lo permitan, no estás en el cuerpo de investigación. Estas cosas son delicadas. Son permisos que debemos sacar de la corte para poder meternos en propiedad privada.
-Por favor Cristóbal, puedo ser de mucha ayuda. Tal vez recuerde cosas de mi pasado y sea más fácil. Déjame ir –suplicó Sebastián mirando fijamente al moreno. El chico respiró profundo y asintió.
-Bien, veré que hago. Hablaré ahora mismo con Martínez –Sebastián siguió mirando la computadora, estudiando el mapa y lo que habían logrado marcar con la última llamada. Sebastián tenía un presentimiento dentro de sí, creía estar cerca de acabar con toda esa tortura.
A la hora de almuerzo, Sebastián se encaminó con Martínez y los policías del día anterior a la oficina del centro comercial de Erick. Al entrar, los trabajadores se asustaron. Martínez mostró su placa de detective a la recepcionista que al ver a Sebastián, lo reconoció.
-Pasen –dijo la mujer dejándolos pasar a la oficina de Erick. De inmediato se adentraron por el pasillo hasta llegar a la oficina de Erick. Sebastián miró a Marry mirarlos a todos pasar, con los ojos muy abiertos, hacia la oficina del jefe.
Comenzaron a registrar todo, Sebastián se colocó en la computadora de Erick junto a Martínez encendiéndola y comenzando a buscar. Los policías pidieron un registro de llamadas entrantes a la oficina de Erick a la recepcionista, esta colaboró sin chistar. Abrieron gavetas, revisaron papeles, folios, todo...pero nada relevante salió de allí. En un momento Sebastián se topó con un mapa y un folleto que estaban doblados minúsculamente a un lado de la gaveta del escritorio.
Los tomó con el ceño fruncido y abrió.
-Martínez...-llamó al hombre abriendo mucho los ojos mientras estudiaba el mapa. Era un mapa de Filadelfia, enfocado mayormente en el centro, Pensilvania, donde había rayas con rotulador rojo. Señalaba la zona de la residencia de la casa de cuidado, otras zonas hasta llegar a un parque. Sebastián alzó las cejas- Es el parque que he visto con Cristóbal –Tomó el folleto y miró que era un folleto publicitario del parque --------- que como eslogan tenía <donde la vida es más tranquila>
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Nos volveremos a encontrar
RomanceELizabeth Williams es una estudiante estadounidense de diseño, con tal solo veintiun años de edad, ya lleva un gran peso sobre sus hombros que no la deja vivir, está atormentada y destruida. Sebastián Buitrago, un italiano de buen corazón...