Capítulo 54

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-Emm... Hola...-dijo Jessica.
-Les presentó a mi nieta Jessica.-dijo su abuelo presentandola.
-Mucho gusto...-dijeron las personas con una sonrisa.

Jessica les devolvió la sonrisa y fue como si iluminase el lugar.
Caminó a la cocina y cuando llegó vio que todos los empleados de la casa se encontraban allí, observaban hacia el comedor perplejos.

-Que ven?-dijo Jessica con un tono de voz un poco alto.
-Shhhh!-dijeron en coro todos los sirvientes.
-Vemos como el patrón está a punto de hacer un trato importante.-
-Ah!-dijo Jessica. -Y entonces... alguien va a  alimentarme.-
-Sólo un segundo señorita.-
-Okay, estaré en mi cuarto. Ah! Y por favor, triganle comida a mi gato y también al águila.-
-Cómo usted mandé señorita.-dijeron sin quitarla mirada del comedor.

Jessica subió las escaleras y entró a su cuarto, algo le faltaba oír en su día, algo necesitaba.

-Amarok?-dijo Jessica en su cabeza silenciosamente.
-Si...-respondió el tranquilo.

Amarok ya se había alejado de territorio Lycan, merodeaba por el bosque mientras meditaba.

-Lamento no haberte dado los buenos días Jessica, es que me deje on unas malas noticias esta mañana que me amargaron el día.-
-Sucedió algo malo?-pregunto Jessica preocupada.
-Al parecer no robaron... oh... por la diosa, quien tuvo el valor de hacer semejante cosa mientras yo dormía, sólo quiero enterarme de quien fue para destrozarlo.-
-Sería mejor si te callas y piensas y piensas muy bien que es lo que haras cuando sepas quien fue.-
-Tienes razón... No estoy pensando muy bien. Entregaste el informe?-
-Si, así fue... llegué justo a tiempo. Amarok...-
-Si?-
-Cree que este invierno será diferente a los demás?-
-No, ya es diferente a los demás.-
-Tengo miedo.-
-No te preocupes por el clima, todo estará bien, no dejaré que nada te pase, no dejaré que nunca nada te lastime o te haga sufrir. Confías en mi?-
-Si, lo hago.-
-No olvides que soy tu protector.-
-No lo olvidaré jamás.-

Amarok, esa fuerte bestia que guarda a Jessica en su corazón y la protege con su alma.
Se ablando como nunca lo hubiese imaginado, gracias a ella.
Esa chica, no fuera de lo común, como cualquier otra, pero como ninguna.

Pasaron unos 9 días y el invierno se volvía más intenso, con lo que pasaban las horas. Si te asomabas a la ventana era difícil ver el horizonte.

Era de noche y hacia mucho frío afuera. Amarok estaba en su trono, sentado, lamiendose las patas, luego de un festín, veía como todos se acurrucaban entre sí para estar más calientes.

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