Continuación

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-Aún no comprendo Diana.-
-Peligra tu vida Amarok y la de ella también, todo por esa relación.-
-Lo sé, lo vivo sabiendo desde el día en el que me pacte con ella.-
-Se acercan tiempos muy difíciles.-dijo Diana sentándose
-A que te refieres con eso?-
-He tenido sueños desde que regresaste de tu desaparición.-
-Que sueños Diana?-pregunto Amarok un poco preocupado.
-Veo guerras Amarok, entre nuestra especie, muertes... Y una niña que canta. Dime por favor que esto no te hace ningún sentido.-
-Yo... Diana... Jessica... quiero hablar contigo.-
-Oigo.-
-Cuando me salvó la vida con sus diminutas manos, vi en sus ojos algo que nunca había visto, me sentí... en paz y cada vez que se acercaba y me acariciaba y se preocupaba, podía sentir algo real... algo... Yo... Nose que me sucede, cuando entre en su mente no vi nada... Que no fuese sólo luz, Diana yo... amo estar en su mente, es como viajar a un paraíso, pero cuando llora... Me destruye. Me llena de rabia y siento como se me calienta la sangre cuando veo que intentan hacerle daño, maté a tres hombres Diana, y lo hice sin remordimiento porque intentaban... lastimarla, se que cometí un grave error, pero errores buenos... Y... la protegere mientras siga mi corazón latiendo, y no quiero verla sufrir jamás...-mientras Amarok hablaba una lágrima pequeña y cristalina bajaba por su ojo de color azul profundo... ese ojo distinto al otro en señal del pacto.
-Estas... estas llorando Amarok?-
-No, no... Yo... Que...-pregunto Amarok, nisiquiera se había dado cuenta que por su ojos una lágrima tan pura como su alma y sincera estaba descendiendo.
-Que sientes Amarok?-
-No lo sé, pero por más que me levanté frente a ella con toda mis fuerzas, caigo a sus pies como un pequeño cachorro. Estuvo viviendo en una mentira durante años, creía que sus padres estaban vivos pero no era así, murieron. Sentí como se destruía por dentro Diana, y no podía hacer nada... sólo... verla sufrir y me sentí tan miserable, intentó suicidarse, la pude salvar, pero es como si hubiese muerto... quiero ayudarla, pero necesito saber como. Y no lo se.-
-Quieres que pare de sufrir?-
-Si, eso quiero.-
-Debes darle tiempo... debes dejar que sane... alejate por un tiempo, y deja que su corazón sane.-
-No, alejarme no... No, no puedo.-
-Amarok, escucha... es una Humana, no son como nosotros... ella debe estar con los suyos... Y nosotros con los nuestros.-
-Y si ella no pertenece allí?-
-Como puedes decir eso?-
-Diana por favor... ayudala, se que puedes...-
-Bien. Lo haré, pero será cuando este lista.-
-Gracias Diana.. No sabes cuanto te lo agradezco.-dijo Amarok mientras movía su cola de felicidad.

Amarok salió de la pequeña cueva oscura y Arvak lo sorprendió en la entrada, estaba exaltado y un poco angustiado.

-Amarok! Rey!-hizo una reverencia y exclamando.
-Que pasa? Pareces angustiado.-
-Otras presas, también, desaparecieron.
-Que?! Pero que esta pasando?! Reúne a todos.-
-Esta bien.-

Amarok subió a su cueva en la colina y se sentó en la entrada, donde podía ver a todo el reino, todos los demás lobos se reunieron alrededor para escuchar lo que el rey tenía que decirles.

-Hola, pedí que los reunieran, ya que alguno esta robando la comida que necesitamos para este invierno que se vuelve cada vez peor, a ese aquel que lo esta haciendo quiero que sepa que me enterare y lo va a pagar muy caro.-dijo Amarok enojado.

Entre los que escuchaban Leding se escabullia, para no ser determinado. Subió a la cueva de Amarok donde estaba Afrodita y Arvak, y Amarok seguía hablando con los demás.

-Que sucedió?-pregunto Leding
-Están robando nuestra comida.-respondió Afrodita
-Que? Emm... tienen idea de quien es?-dijo Leding
-No para nada.-respondió Afrodita, mirando a Amarok.

****

-Señorita Jessica... tiene que comer algo...-
-Que hora es?-preguntó Jessica no muy alto.
-Son las 4 de la tarde...-

Jessica levantó su cuerpo de la bañera y salió completando, la dreno y puso una toalla blanca alrededor de su cuerpo.
Se veía cansada, triste y vacía.

Salió del baño y camino a través de el gran desorden que había ocasionado, era caótico, parecía que hubiese pasado un tornado.

Se acercó a la puerta y la abrió, Ana está parada con una bandeja de la plata y un plato cubierto.

-Que quieres?-pregunto Jessica.
-Habla contigo.. Si me lo permites.-
-No.-
-Jessica, por favor. No lo hagas más difícil. Sólo un segundo.-
-Esto ya lo hicieron difícil, dije que no.-respondió jessica azotando la puerta en la cara de Ana.

Ana se retiró de donde estaba y volvió a la cocina, cabizbaja.

Jessica recogió un par de prendas del suelo, un pantalón corto y una camiseta negra, hizo un moño en su cabello y miro a alrededor y no se sentia nada cómoda con ese desorden.

Estiró las sábanas de su cama y abrió las cortinas, era de tarde, pero el sol no hacia tanta presencia por las nubes de invierno, su gran ventana estaba cubierta de nieve en la parte inferior.

Quitó las prendas que estaban encima de la jaula del ave, estaba bien, no estaba asustada.

-No tuviste la culpa..-dijo Jessica susurrando.

Comenzó a recoger las prendas de ropa que estaban regadas en la habitación.


Dedicó al menos 2 horas a limpiar su cuarto, recogió la peinadora que estaba en el suelo y reacomodo todo a donde pertenecía.

Cuando acabó, la habitación volvió a ser acogedora.
Se sentó en su cama, ya eran más o menos las 7 de la noche y volvieron a tocar la puerta.

-Jessica...?--Soy yo... Ana otra vez, tienes que cenar, sal por un momento al menos... me.. me preocupas y... Nose si estas bien. Si? Por favor. Tienes que... comer algo.-
-No tengo hambre.-
-Jessica...-
-Dije no.-dijo Jessica interrumpiendo.

Hermosa-MenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora