Capítulo 65

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-Ya no siento tanto frío...-dijo Amarok susurrando
-...-
-Ya es hora de que regresemos...-dijo Amarok levantándose, miro a Jessica y ella abrazaba sus piernas con sus brazos, y su mirada la tenía hacia otro lado.

Intentaba ignorar su realidad, debía regresar al infierno de donde había escapado.

Jessica al menos estaba viva y seca gracias a Amarok.

-Jessica...-
-Si?-
-Te juro por la Diosa que volveré a ensamblar tu corazón... pero sólo dame la oportunidad de ayudarte y date también la oportunidad de perdonar.-
-Esta bien Amarok...-dijo Jessica levantándose del frío suelo y subiendo al lomo de Amarok.

Lo montaba como a un caballo común, sólo que este caballo era más grande y mucho más feroz.
Amarok salió de la cueva donde estaban metidos y comenzó a caminar en dirección a la casa de Jessica.

Mientras que en su casa las cosas no eran tan tranquilas, los sirvientes hacían llamadas a los vecinos para saber si la habían visto a Jessica por allí, pero ninguno daba respuesta.

El abuelo no podía con la culpa y se moría por dentro a poco pasaban los minutos.

Jessica se acostó sobre el lomo de Amarok, mientras este caminaba pasivamente, sus patas se hundian en la nieve.
Esa frialdad le traía leves recuerdos a Amarok, recordó cuando pudo escapar de las garras de su propio padre.

Recordemos que Amarok nació en el reino Lycans, pero no compartía los mismos gustos que los demás, la vida era rustica y difícil para los jóvenes lobos, no era una vida buena para nadie.
Tenía que soportar el olor putrefacto de cuerpos sin vida de otros cachorros a su alrededor, pero cuando tuvo la oportunidad de irse lo hizo, con mucho esfuerzo logró zafarse de ese sufrimiento eterno.

Pasó sus días vagando entre el bosque, tan joven pero fuerte, inocente pero valiente, fue aceptado en el reino Arcano y así se ganó la confianza de los que poblaban ese fructífero reino y así se volvió un majestuoso rey. Pero nada le quita el dolor que tuvo que pasar al enterarse que su propio padre asesino a sus hijos, los hermanos de Amarok todo por despecho y odio, ya que había perdido a un buen guerrero y lo sabía, el padre de Amarok no pudo contaminarlo con sus maldad y eso fue lo que lo afectó.
Amarok pasos noches muy frías y días muy sedientos, hambre y cansancio pero conoció lo glorioso de ser justo.

-Me sentí renovado cuando te oí cantar Jessica, me pregunto como puede ser eso posibles si... Yo... es simplemente hermoso y no deberías de opacar eso, en mi opinión.-
-No lo sé... Amarok falta mucho?-
-No.. sólo un par de metros más.-

Estaban rodeando el congelado lago, cuando encontraron las riendas de Meghan en el suelo, ya estaban cerca.

-Meghan tuvo que haber regresado.-dijo Jessica

Unos minutos más tarde ya se podía ver de lejos las luces de la casa de Jessica entre los árboles.

Unos 15 minutos después ya se estaban acercando estos dos a la cerca blanca de la casa, nadie estaba en el patio, pareciera como si se hubiesen cansado de buscar.

Amarok se detuvo justo en la cerca.

-Jessica estas despierta?-
-Si...-
-Hemos llegado.-
-Ya veo.-dijo Jessica bajandose de el lomo de Amarok y su mirada bajo de un segundo a otro al suelo, se veía en sus ojos que ya no tenía vida por dentro.

-Recuerda por favor lo que hablamos, no quiero que te llenes de odio ni perjuicio... Te aprecio demasiado Jessica como para verte sufrir más...-
-Esta bien Amarok, yo también te adoro-dijo Jessica abrazandolo fuertemente mientras que Amarok se portaba sumiso y roso su cabeza aún con su poderosa corona puesta, por la mejilla de Jessica en muestra de cariño.

Amarok estaba triste por ver a Jessica partir de su lado pero ambos saben que ninguno de los dos pertenece al mundo del otro.

-Nos vemos Jessica.-dijo Amarok separándose para no volver el momento de despedida más melancólico.
-Nos vemos Amarok.-dijo Jessica cruzando la cerca delicadamente.

Jessica dio siete pasos hacia la puerta trasera de la cocina, y miró hacia atrás y Amarok estaba sentado atrás de la cerca, mirándola partir.

Jessica no aguanto su impulso y corrió hacia en y lo mismo hizo Amarok,  saltando la cerca en un milisegundo, y los corrieron a su encuentro, se abrazaron fuertemente otra vez pero con mucho más sentimiento, ninguno quería irse del lado del otro.

Se separaron luego de unos segundos, y caían lagrimas de los ojos hermosos de Jessica, lágrimas tan llenas de dolor y sentimiento que son insoportables para cualquiera.
Esas son lágrimas que brotan aún cuando con todas tus fuerzas intentas suprimirlas, pero son tan liberantes a la vez que bajan.

Luego de unos segundos más se volvieron a separar esta vez para decirse adiós.

Jessica volvió a caminar hacia la puerta y Amarok se dio la vuelta y camino hacia el bosque, saltó la cerca y miró hacia atrás...
Jessica estaba a punto de entrar a la casa cuando sintió la mirada de algo detrás de ella y se volteó, vio que Amarok la observaba detenidamente, ella sonrió y Amarok se sintió más tranquilo.

Se adentró al bosque en camino a su reino. Y Jessica entró a casa y a su propio calvario.

Al entrar pasó la cocina y fue al gran comedor y vio que todos estaban sentados, con las manos en la cabeza, preguntándose que harían si ella no aparecía.

Ana levantó la mirada un momento y vio a Jessica parada en el marco de madera caoba de la cocina, mirandolos.

-Jessica!!-exclamó Ana levantándose de repente de donde estaba sentada. Todos voltearon al ver esa reacción de Ana, y abrieron sus ojos bien cuando la vieron parada allí, con las mejillas rojas y los ojos hinchados.

Del segundo piso, bajó una presencia en segundos por la escalera al oír el grito de Ana, era el abuelo de Jessica que parecía pálido ya. No sabía si estar enojado o avergonzado de ver a su nieta huir de el.

Hermosa-MenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora