#36 Escritos

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AMBER

— ¿Ya tienes pensado lo de la Universidad? — pregunto el moreno — ya entramos en la época donde se tramita todo.

— No lo se.

— ¿Qué tienes pensado estudiar?.

— Aun no se muy bien... — resople — tal vez por Letras, la verdad no se.

— Eres muy buena en ella, ¿aun sigues conservando aquella libreta? — asenti — ¿la puedo leer?.

Lo dude por un momento, últimamente ha tenido varios escritos. Uno felices y otros un tanto tristes. Me levante de la cama y fui asta el cajón de mi escritorio donde se encontraba, se la entregue a Calum para que la leyera.

Empezó a pasar hoja por hoja, las expresiones en su rostro eran muy chistosas a decir verdad. Al cabo de media hora acabó.

— Sabes....— se rasco la nuca — me tengo que ir — hizo una mueca.

— No te preocupes.

— Nos vemos luego — beso mi mejilla y se fue.

Pronto mi habitación estuvo en silencio de nuevo. Tome la libreta que minutos antes Calum había dejado y la abrí.

"De pronto se sentía incorrecto.
Se sentía incorrecto amar una persona que te ha roto el corazón,
Se sentía incorrecto recordar al causante de todas la lágrimas derramadas,
Se sentía incorrecto añorar sus beso,
Se sentía incorrecto anhelar un abrazo,
Pero lo que más se sentía incorrecto es extrañar aquellos ‘Te amo’."

El ser humano es masoquista por naturaleza,
Aun cuando le digan que va a salir lastimado, aun sabiendo que ya no saldrá entero, arriesga todo.”

Aquello que todos anhelan
pero que muy pocos tienen,
Aquello que creí haber encontrado, se me arrebato.
Aquello ahora solo puede ser un anhelo.”

Deje de leer cuando sentí mis ojos húmedos. Dolía, aun dolía como los infiernos.

(...)

Los días en mi vida se hacían cada vez más aburridos y monótonos. Levantarme, desayunar ir al colegio, regresar a casa, comer,  hacer los deberes, ducharme, escribir o escuchar musica y dormir. Últimamente había dejado de realizar algunas cosas en mi vida.

— Anda vamos, aunque solo un ratito — Calum empezó hacer pucheros para convencerme.

— No lo creo...— me interrumpió.

— Necesitas salir, tomar un poco de aire — reclamo — no siempre vas a estar encerrada en estas cuatro paredes, además de que... — ahora yo lo interrumpi.

— Esta bien — me rendí — iré a cambiarme.

Fui hasta mi armario, tome unos jeans y una blusa cómoda.

— ¿A dónde vas? — pregunto Calum, quien se había recostado en mi cama.

— A cambiarme — señale el baño.

— Podrías hacerlo aquí, ¿sabes?, yo no tendría ningún problema — sonrió con picardía.

— Idiota — le lance el zapato que estaba a mi alcance.

Al cerrar la puerta del baño se escucho su carcajada.

(...)

Caminábamos por el pequeño parque, hablando de todo y a la ve de nada. Hacia tiempo que no despegaba mi mente de recuerdos dolorosos.

Para algunos tal vez sea tonto, que el amor no se encuentra en esta etapa de nuestra vida, quizá tengan razón, quizá no. El ser humano es un enigma que poco a poco se va descubriendo.

— Se me antojo un helado... — el chico a mi lado dejo la frase en el aire — ¿chocolate?.

Asenti, Calum se fue al puesto de helado que se encontraba cerca. Sonreí al recordar que el siempre hacia eso, no preguntaba si querías pues el ya te lo estaba comprando. Suspire ante un recuerdo, negué levemente mientras trataba de arrojarlo en una parte de mi mente -y corazón- donde no me hiciera daño.

— Aquí tienes — sonrió mientras me entregaba mi helado.

— Gracias.

— Y dime pequeña Amber, ¿qué puede hacer este galán para formar de nuevo una sonrisa en tu rostro? —.

«pequeña Amber»

Sonreí con un atisbo de tristeza, aquella frase....

— ¿Cuál, esta? — sonreí mostrando todos mis dientes mientras hacia viscos.

Ambos empezamos a reír como locos.

— Extrañaba tanto esta parte de ti — comió un poco de su helado, copie su acción.

— Solo necesito tiempo — dije tras un silencio mientras caminábamos — tiempo es lo que necesito.

— ¿Tiempo? — asenti — ¿que tipo de tiempo?.

— Ese que necesitas para que tus heridas sanen.

— Amber...— su mano tomo mi mejilla mientras sus ojos buscaron los mios — yo podría ayudar a curar esas heridas.

— Calum yo-o..... — las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.

— Solo pido otra oportunidad — acaricio mi nariz con la suya.

— Quiero hacerlo sola, lo siento — rompí el contacto que teníamos.

— Yo esperare — dijo seguro — sabré esperar Amber, recuperare de nuevo tu corazón.

Amber aun no segura de su respuesta, guardo silencio. No quería lastimar a su viejo amor, pero tampoco quería darle falsas esperanzas.
Ella sabia a quien le pertenecía su corazón, quien era el dueño de sus pensamientos, ella lo sabia a la perfección.

Pero dolía, dolía saber que aquel que había conquistado su corazón también lo había hecho trizas.

Solo dos semanas, dos semanas faltaban para nunca verlo de nuevo. Dos semanas y ya no lo vería.

Seria mentira decir que no le causaba dolor.

Misión || Kendall Schmidt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora