#11 Visita

200 19 1
                                    


AMBER

El viaje en auto fue de lo más silencioso que he tenido en mi vida, Kendall solo tenia su vista fija en el camino por lo que me dedique a ver por la ventana. De antemano pude ver que estábamos saliendo de la cuidad, por lo que los arboles eran más abundantes. Estacionó el auto frente a un gran portón que lucía como esos que suelen salir en las películas, estaba claramente oxidado, con enredaderas por las rendijas y daba un aspecto de miedo.

— ¿Aquí vive tu madre? — pregunte inevitablemente.

— Se supone — ambos bajamos del auto con el mismo silencio, mi mirada estaba en mis zapatos hasta que su voz hizo que alzara la vista — mantente cerca, no te querrás perder — entonces supe donde nos encontrábamos.

Caminamos lentamente yo detrás de él y él guiándonos a ambos. Hasta que se detuvo frente a una lapida que tenia escrito “Kathy Schmidt una gran esposa una gran madre” seguido de año de su nacimiento y fallecimiento. La madre de Kendall había muerto cuando lo había tenido a él.

— Hace tiempo que no vengo ¿sabes? — murmuro — más de cuatro meses quizás, soy un mal hijo.

— No digas eso — tome su mano y la apreté — no tuve el privilegio de conocerla pero no creo que le guste verte así.

— Yo tengo la culpa — su mirada estaba fija en la lapida — si ella hubiera elegido su vida y no la mía todo seria tan diferente....

— Pero no lo hizo — detuve sus palabras — ella eligió tu vida y es algo de lo cual no tuviste nada que ver, fue su decisión de que fueras tu al que le latiera el corazón rebozando de vida.

— Mi padre me culpa cada vez que puede ¿cómo se supone que soporte eso?.

— Tal vez no tenga idea cual sea tu dolor — lo abrase de lado — pero tu padre necesita tomar terapia para poder dejar ir a tu madre, creo que todos deberían dejarla ir ¿sabes? mi abuelo me decía que la mejor manera de aliviar una herida era cociéndola con hilos de amor y aguja de fortaleza.

— Sabias palabras — dijo — me hubiera encantado conocer a tu abuelo.

— Le hubieras caído de maravilla.

— Lo dudo — me miro — pero sabes ¿qué si me encantaría?

— ¿Que cosa?

— Salir de la rutina.












(...)


— No hay manera que me suba a esa cosa — dijo — no quiero salir en piezas.

Reí al ver la expresión de Kendall: — Es solo una montaña rusa nada fuera de lo común.

— Creo que tienes un concepto muy diferente a mi al pensar ‘salir de la rutina’.

Después de quedarnos un rato frente a la lapida de la madre de Kendall, decidimos regresarnos ya que era un poco tarde. Me llevo hasta mi casa y quedamos de ir a un lugar para salir de la rutina aburrida y Kendall me dejo elegir el lugar así que aquí estamos, frente una gran montaña rusa de una feria, mi favorita.

— Esto es gracioso ¿sabes? — quito la vista del juego mecánico y me miro — el que me debería estar convenciendo de subir a la atracción serias y no yo.

— Creí que ya te habías dado cuenta.

— ¿De qué?.

— Que nosotros no somos tan cliché — sonrió — yo no soy el QB pero tu si la líder de las porristas.

— Quizá — encogi mis hombros — pero tu cambio de tema no te salvara de que subamos a ese bebe.

— ¿Enserio? — río ante mi ocurrencia — llamas 'bebe' a ese monstruo.

— Tal vez — tome su mano y lo arrastre asta la fila de mi objetivo — te prometo que te agradara.

No prometas cosas que no puedas cumplir.

No te arrepentirás — sonreí.

Llego nuestro turno y nos sentamos en medio de todos los asientos por petición de Kendall. Me encantaba pasar tiempo con él, disfrutar de su compañía de su melodiosa risa y su hermosa sonrisa, sin olvidar los cautivadores ojos color verdes. Una vez listo todo el juego empezó a moverse, Kendall me miro horrorizado a lo que yo le sonreí dándole confianza así tome su mano causandome una pequeña sensación con la que ya me había familiarizado desde que conocí a Kendall Schmidt.

— Nada mal eh — ya habíamos bajado del juego y ambos enteros.

— Creo que deje mi intestino grueso allá arriba — bromeo dramáticamente — si no es que mi hígado también.

Reí ante sus ocurrencias, no entendía porque un chico tan agradable como Kendall podría estar cargando un peso tan grande como la culpabilidad de la muerta de su propia madre.

Hombre no seas dramático — mire las pequeñas carpas de juegos de destreza — ¿y si vamos a intentar ganar algo?, ya sabes como un recuerdo.

— Eso si es mi fuertefue el que tomo mi mano para llevarme directo a tiro al blanco — ¿cuanto?.

— Si logras pinchar 3 globos te llevas el premio que más te guste — dijo el señor de la carpa — serian cinco dolares.

Kendall saco el dinero de su billetera y se lo entrego al señor y este le dio las flechas. En su primer intento fracaso pero los dos siguientes logro pinchar los globos. Segunda ronda y esta vez solo pincho uno. Tercera ronda y logro su objetivo guiñamdome un ojo.

— Vamos Ambs  escoge tu premio — mi corazón dio un vuelco al escucharlo llamarme así, Ambs.

— Esa de ahí — señale la gran jirafa de peluche — gracias — dije cuando me la entrego.

— Pensé que elegirías otra cosa — nos dirigido a su auto — un oso quizá.

— Ya vez que no — subimos al auto y puso rumbo a mi casa — eso es muy cliché.

— Me quedo más que claro — las luces de la cuidad y el frío de la noche eran nuestros acompañantes — eres muy diferente a las demás chicas.

Estaciono el auto frente a mi casa, desabrocho el cinturón de seguridad al igual que yo. Nos sumergimos en un silencio para nada incomodo donde nuestras respiraciones eran lo único que se escuchaba. Se fue acercando mientras mi ritmo cardíaco aceleraba mi corazón, la distancia iba desapareciendo y sabia lo que seguí a continuación.

No se lo que me esta pasando — murmuro cerca de mis labios — pero solo se que me gusta.

Y lo siguiente que sentí fueron
sus labios sobre los míos.

——————————————

¡¡Al fin!!

¿Les gusta el rumbo de la historia?
Si te esta gustando seria de gran ayuda que comentaras y votarás.

¿Podrias recomendarla?
Gracias :3

¡No a las lectoras fantasmas!

Liz

Misión || Kendall Schmidt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora