#45 Secuestro

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Las lágrimas no paraban de salir, su rostro se encontraba bañado de ellas. Dolía, le dolía saber que su amado estaba sufriendo igual o peor que ella.

La mordaza en su boca impedía que sus sollozos se escucharan, repasó su mirada por el pequeño cuarto donde él la tenía amarrada y sujetada a la cama.

El chirrido de la puerta se escucho cuando esta fue abierta, por ella entro aquel sujeto, el culpable de que su corazón se encontrará sufriendo igual que su alma.

- Ya deja de llorar amor... - con sus pulgares empezó a limpiar las lágrimas de Amber pero en vano cuando más de ellas salían de sus -ya hinchados- ojos - no me gusta verte llorar.

Con una mano retiro la mordaza que le impedía a la chica hablar.

- ¿Por qué...? - logro articular debido a sus lágrimas.

- Oh mi querida Amber - acaricio su pómulo - yo hubiera querido que todo esto fuera diferente pero lastimosamente no pudo ser ± hizo una mueca con fingido arrepentimiento.

- No-o...lo entie-en-ndo...- negó con la cabeza - ¿por qué tu?.

- Buena pregunta Amber ¿por qué yo? - río sin gracia - ¿por qué nunca yo? ¡ah! ¡siempre estuve ahí! ¡bajo la sombra de los demás!, tu nunca me miraste ni siquiera mostrabas el más mínimo interés por mi, ¡tus ojos nunca me miraron!.

Exploto lleno de rabia, sus ojos eran unas feroces dagas bañadas en llamas. Empezó a dar vueltas por la habitación, tirando de las hebras de su cabello con desesperación.

- Calmate por favor - pidió la chica al ver el estado de este.

- ¡Como pides que me calme! - grito cerca del rostro de Amber, causándole temor - ¡¿cómo voy a estar bien, si la perdona que amo no lo esta de mi?!.

Las lágrimas volvieron hacer su recorrido, desconocía al chico que tenía al frente. El siempre fue tierno, atento, amable, todo un caballero, pero la persona que tenía delante de ella era todo lo contrario a lo que alguna vez mostró que era.

-...pero eso va a cambiar - sonrió intentando sonar tierno y calmado - porque vamos a tener todo el tiempo de aquí en adelante para lograr que me ames así como yo lo hago, ya nadie podrá interponerse a nuestro amor - susurro cerca de su rostro - eres mía pequeña Amber, desde la primera vez que te vi siempre supe que serias para mi, ni Calum o Kendall me lo van a impedir.... - le dio un casto beso en la mejilla.

La puerta fue abierta nuevamente pero esta vez una silueta femenina apareció por esta. Su cabellera roja como el fuego vivo era lo que más se admiraba de ella, era el centro de atención a donde fuera que se encontrará. Sonrió complacida al ver a Amber con ese aspecto.

- Veo que ya la tienes aquí.

- Si, ahora te toca cumplir el resto del plan - el chico se separo de Amber para caminar hasta donde se encontraba la chica - ¿tienes los papeles que te pedí?.

La chica abrió su bolso y por este saco dichos papeles, se los entrego con una sonrisa.

- Aquí tienes - dijo - es mejor que te vayas lo más rápido posible, la policía ya esta en su búsqueda - hizo una mueca.

- Si, si como sea - el chico le resto importancia y empezó a revisar los papeles.

Amber miraba la escena a tónica, nunca se imagino hasta que grado de obsesión estaba enfrentando con las dos personas frente a ella. La pelirroja se acercó con pasos seguros hasta donde estaba Amber.

- Pero mira que tenemos aquí - sonrió con malicia - la novia desaparecida - carcajeó con regocijo, sus planes estaban saliendo a la perfección.

- Eres una perra... - inquirió con rabia la castaña.

- Podre ser una perra - se encogió de hombros restándole importancia al insulto - pero siempre cuido lo que es mio y Kendall lo es.

- ¡Eso no es cierto!.

- Hay pero que estúpida - rodó los ojos - ¿qué creías? ¿qué Kendall seria para ti? - río sin gracia - pero que ingenua.

- Es mejor que ya te vayas - dijo con claro enojo el chico al ver como la pelirroja insultaba y provocaba a Amber.

La chica sonrió complacida al ver el dolor en los ojos de Amber.

- Bueno me voy - se levanto - tengo un novio al que consolar.

- ¡No te saldrás con la tuya!.

- Pero si ya lo he hecho - sonrió con autosuficiencia - pero no te preocupes que luego te llegara la invitación de mi boda, ya que la tuya no logro realizarse - hizo una mueca con fingida preocupación.

- Claro que no - hablo el chico - ella tendrá su boda, nuestra boda - esbozo una sonrisa.

- Vez querida Amber, todos salimos ganando.

- ¡Eres una perra!.

- Pero esta perra - se señalo - se quedara con Kendall.

Y sin más abandono la habitación con satisfacción. Había salido todo como ella quería. Ahora Amber no seria un estorbo para estar con el rubio, la castaña estaba fuera del juego y ella claramente había ganado.

- No te preocupes amor que nosotros tendremos una mejor boda - sonrió orgulloso.

- Es que tú no entiendes - negó - yo no te amo.

- Lo harás tarde o temprano - dijo - tendremos toda una vida por delante, estoy seguro que me amaras igual que yo lo hago y formaremos una hermosa familia.

- Estas loco - susurro la chica.

- Si estoy loco, pero loco por ti - saco el móvil de su pantalón y checo la hora - prepararé todo para que ya nos vayamos, necesitamos empezar con los preparativos de nuestra boda y conseguir un nuevo vestido, mucho más bonito del que traes puesto.

- ¡Te odio! - grito Amber con enojo y frustración.

- Tu eres demasiada buena como para odiar - negó con una sonrisa - recuerda que odiar a un odioso te vuelve más odio, ¿y no queremos eso verdad pequeña Amber?.

Y sin más salio de ahí, dejando un corazón destrozado y el alma herida.

Misión || Kendall Schmidt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora