Escuché mi corazón quebrarse en un millar de pedazos y deseé llorar en aquellos instantes, pero estaba tan conmocionado que mis ojos se habían quedado abiertos, duplicando su tamaño; tampoco logré moverme, lo cual había desatado aún más su furia. Si no fuese porque caí sentado cerrando conmigo la puerta en el acto, podría haberme hecho mayor daño.
Aturdido observé como retrocedía sus pasos y sus labios se cerraban, arrugándose; algo había visto en mí que le había hecho parar, dejándome a mi aún más confuso que en un principio. Mi lengua aún seguía torpe, como cuando las veces el doctor Giacometti me sumistraba unas píldoras, suplementos vitamínicos, que decía que necesitaba.
Consideré en que tal vez nuestra relación podría mejorar; sin embargo, ahora tenía en claro que me odiaba, que mi sola presencia y existencia era un tormento para Viktor. Capté el temblor de mis labios, escuchando fuerte el latir de mi corazón contra la caja del tímpano, iba a estallar en llanto.
Mi cuerpo empezó a temblar cual hoja en la fuerte ventisca. Tragué duro, evitando que las lágrimas se escapasen de mis ojos y que la tristeza que me aquejaba tomase protagonismo, exponiendo mi debilidad. Y fue así como pude notar cuan saladas eran, a pesar de que ninguna gota escapase; así como también, mi vaga esperanza infundada hoy a primeras horas fue una simple fantasía lejana.
Mis orbes estuvieron clavadas en Viktor, quien me daba la espalda, apretando su palma herida con tanta fuerza que la sangre goteaba como una vieja cañería. Sus feromonas empezaban a alterarse, el dulce aroma que había percibido al conocerle se encontraba alterado, pasando a ser más ácido, provocando a mi lobo interior la necesidad de correr y abrazarle, decirle que todo estaría bien, a pesar de ser consciente de que cualquier acción que tuviese con el albino no sería bien recibida.
Tan ensimismado me encontraba que deliberadamente elevé también mis feromonas en una inútil tentativa de comunicarle al omega de Viktor que podía apoyarlo si me lo permitía.
Vi su espalda tensarse como una cuerda, así como percibí su respiración hacerse más pesada y audible. Parecía ser una bestia sacada de los cuentos de fantasía de los cuales mi hermana mayor le divertía contarme por la cara de terror que solía poner al escucharle.
─ Para─ musitó el más alto, girando su rostro hacia un lado, mirándome por encima del hombro. Se veía destrozado, incluso más de lo que yo me sentía, la culpa invadió mi ser por entero.
─ Vete Yuuri, déjame solo...─ pidió con entereza, girando su rostro de nuevo al ventanal.
Era la primera vez que decía mi nombre, la primera. Yo había fantaseado todo este tiempo aquel momento con un Viktor vivaracho, un Viktor como el del desayuno. Me apoyé torpemente, levantándome con la poca fuerza de voluntad que me restaba, abandonando su pieza para huir hacia el lago.
Mis piernas se movieron en automático, corriendo. Empujé a mi hermana al cruzar el umbral de la puerta de entrada de mi casa. ¿Por qué mi corazón dolía tanto? ¿Por qué dejaba que Viktor me afectase de aquella manera? ¿Qué era lo que estaba sucediendo conmigo?
Corrí sin siquiera meditar donde iría, ya lejos de mi hogar caaí torpemente al chocar contra una de las raíces de un árbol. Mis ojos empañados identificaron cual era, mis pasos me habían llevado hacia el mismo lugar tan conocido para mí y allí, encima de donde debían estar reposando los restos de los que alguna vez fueron mi mascota, descargué mi llanto, audible y fuerte; mis dedos tomaban puñados de tierra soltándolos para volver a enterrarlos, reclamándole a la vida que me devolviese la paz perdida.
No fue que hasta entrada la noche regresé a casa, con el rostro hinchado y rojizo de tanto lloriquear. Mi madre me vio en silencio entrar, supe por sus ojos que estaba preocupada y deseaba recriminarme el hecho que estuviese muriendo de ansiedad al no saber dónde había estado. Agradecí de corazón su noble gesto de pasarlo por alto. Entré a mi pieza, sintiéndome vacío; esa noche tampoco conseguí descansar, aunque los motivos ahora eran distintitos, seguían aún relacionándose con el hombre de aquellos gélidos ojos.
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Forjando nuestro destino #ViktuuriAwards
Fanfiction[AU] [Viktuuri] [Omegaverse] Yuri on Ice. Jamás había estado preparado para lo que le destino le tenía reservado. Él no tenía conocimiento ninguno para su verdadera naturaleza, la cual, le terminó despojándole de todo lo que consideraba propio...