Capítulo 36

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Retornar a la ciudad fue extraño, más aun conociendo la alta probabilidad de volver a entablar conversación con David

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Retornar a la ciudad fue extraño, más aun conociendo la alta probabilidad de volver a entablar conversación con David. ¿Se habría reunido con Viktor?, ¿seguiría bajo los cuidados de Yakov?

No lo sabía, al volver sondeé la zona, cuidadosa, averiguando mediante terceros el horario de la familia. No pasó mucho tiempo que, entre sombras, vi a mi ex esposo con un niño en brazos, el cual se arrullaba en su pecho, posando sus pequeñas manos sobre su gabardina. El brillo abrumador de aquellos ojos claros que tanto amor me dedicó alguna vez, maternal, cuidaba a ese cachorro que portaba un bonito gorro guinda, cubriendo sus cabellos.

No pasó mucho tiempo que el jovencito que había visto corriendo hace un par de años mientras estaba en el auto llegaba a ellos, agitado, con los cabellos negros estaban alborotados por el viento; lucía ahora resplandeciente como una fruta madura, lleno de brillo y color en su piel, con unos dulces para el niño. Mi hijo llegó a la par que su alfa, hermoso con su cabello platinado hasta los hombros, quitándole de las manos algunos dulces, bromeando como si se tratase de un cachorro. Sentí envidia de mi primogénito, el dolor egoísta me embargó provocando que derramase gruesas y abundantes lágrimas. Mis manos arrugaron la falda del vestido azul, y mis hombros temblaron con fuerza; me odié a mí misma y al tiempo, era una cobarde que el único acto que podría haber llamado de valentía había sido enfrentar a David aquella vez y luego enviarle a Yakov un folio con las fotos de nuestra familia.

Como un animal rastrero, les seguí los pasos, silenciosa, codiciando aquel halo de plenitud y encanto del cual eran rodeados, el sendero que marcaron me dirigió al salón. Preocupada preferí distanciarme aún más, sin embargo Lilia me había sorprendido, su mano delicada sobre mi hombro me había alterado, provocando que diese un grito mudo. Ella, seria, me había llevado lejos, hacia el teatro donde di mi primera presentación al público y sin mencionar ninguna palabra, entendí que debía aguardar allí, en la última fila junto a ella, la tarde pasó y con ello llegó la noche.

Silenciosa, aquella mujer que había sido soporte de David me dedicó una mirada lastimosa para luego salir de allí; el teatro comenzó a llenarse en breve, por lo que luego de unos minutos Lilia volvió a hacer acto de presencia, esta vez por el escenario. Antes de comenzar con el espectáculo tomó unas palabras, anunciando la partida de Viktor, quien había decidido mostrar una presentación de despedida junto con sus alumnos, agradeciendo así el apoyo recibido y la presencia del público.

Allí mi hijo, apareció con una sencilla vestimenta blanca pegada a su figura, como una segunda piel; detalles en dorado decoraron el chaleco, tanto en sus hombros como en su pecho. Distinguido, hizo una ligera reverencia inclinándose y estirando galante su brazo, cual príncipe mientras sonaban las primeras notas de la música, la cual conocía de memoria, (música que David y yo habíamos utilizado para nuestro matrimonio). Grácil, pasional y ligero, dio un par de pasos en solitario, en breve fijó su atención en la mirada de su esposo, el cual se hallaba sentado en primera fila. Mi hijo, como siempre caprichoso, bajó del tabladillo, tomando la mano de su marido, quien ligeramente avergonzado había asentido, retirándose la gabardina que cubría un traje parecido al de él, sin embargo este comprendía un tono azul tan oscuro y profundo como la noche, con pequeños detalles en plata que inspiraban ser destellos de estrellas sobre sus brazos.

Forjando nuestro destino #ViktuuriAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora