Ya habían pasado más de dos meses y Yuuri seguía encontrado aún más fascinante a Viktor de lo que le había parecido en su primer encuentro, siempre que podía le observaba discreto por la ventana mientras zurcía junto con su madre las camisas de su hermana y padre, bastaron tres días para que cogiese el ritmo de trabajo y en menos de cinco ya había superado a su padre, quien orgulloso, le explicaba a detalle cómo cuidar de cada parcela.
Viktor parecía ser el hijo que no había encontrado en Yuuri. El menor de los Katsuki a veces se sentía desplazado; no obstante, se sentía regocijado de que Viktor lograse destacarse aun siendo un omega. Él era consciente de lo diferente que eran ambos, además de observar como el veinteañero se esforzaba cada día sin quejarse del agua helada que en estas épocas lograba llegar a clavarse como finos alfileres dolorosos en sus pantorrillas.
Admiraba la fortaleza de Viktor, le recordaba a una de esa flores de las que Phichit, su amigo tailandés, le había mostrado en fotografías. Viktor era como una rosa alzándose en la cruda helada.
Yuuri, dejó a un costado del cesto de costura, la camisa ya terminada. Su madre alzó la ceja, observando en silencio a su cachorro. Yuuri había cambiado desde la llegada de Viktor, pasaba por estadíos de silencio y miradas discretas hacia el campo, cosa que jamás había ocurrido anteriormente ni por casualidad. También veía en su hijo, ligeros cambios de humor condicionados a su huésped. Hiroko, cortó el hilo, dando por terminada su labor.
─Yuuri, mi pequeño ─llamó Hiroko.
Yuuri alzó su mirada de inmediato, esperando pacientemente que continuase su madre. Ella palmeó espacio libre del sofá en que reposaba y este caminó hasta dónde estaba su madre, sentándose a su lado, esperando que su progenitora continuase.
─Mañana saldré con Viktor-san, tú quedarás a cargo hasta que yo regrese. Mari-chan estará ayudando a tu padre con la distribución del agua, mañana vendrán al sembrío los inversionistas...
El joven omega asintió, interrumpiendo a su madre al comprender lo que quería decir con ello, musitó─ eso significa que no saldré hasta que termine la negociación. No te preocupes, sé que Mari hará bien su trabajo, y yo me quedaré aquí en silencio; no tienes que temer.
Hiroko sonrió un poco triste, sus manos buscaron las de su hijo, ella amaba a sus cachorros, pero en especial cuidaba de Yuuri, como su tesoro más preciado.
Él había nacido prematuro, tan pequeño que tuvo temor hacerle daño los primeros meses al tenerlo en sus brazos; aún podía ver al pequeño bebé dentro de los ojos de su ya adolescente hijo, esos ojos expresivos, le recordaban a los de su esposo y el color que tenían, a los de su madre, tan vivos, dulces y fuertes. Para Hiroko, Yuuri aún era su pequeño cachorro, el cual cuidaría y protegería con garras y dientes de ser posible ante cualquiera que desease hacerle daño y arrebatárselo.
Ella tanto como su menor hijo, admiraba a Viktor. Jamás olvidaría su estoico porte aun cuando su cuerpo tembló esos tres primeros días por el celo, aguantó el dolor como los viejos soldados de guerra, así como también se mantuvo al margen detrás de la puerta, evitando a su esposo para no causar malestar, sobreponiéndose a su naturaleza.
Todo ello, en tan sólo tres días le demostraron que Viktor no sería un omega cualquiera; sin embargo, su instinto le pedía desconfiar de Viktor.
Su parte racional le decía que era absurdo, si bien el muchacho mostraba un comportamiento de un alfa, no había causado más problemas luego del celo. Era cordial y respetuoso con ella, se enfocaba en su labor. Además su esposo se encontraba encantado con él, bromeando con este.
Pese a que las tres primeras semanas ella se había mostrado celosa e insegura, el joven se había acercado a platicar con ella a solas, exponiéndole que él no estaba interesado en tener algún romance de por medio, además él respetaba a ambos y no mordería la mano que le estaban brindando. Él le había expuesto claramente que no tenía interés en su esposo, él jamás se metería en su relación, así como también no estaba interesado en enlazarse con su hijo.
Ella y su parte racional confiaban en ello, aquellos ojos con interesantes tonalidades de azul y celeste habían hablado por él más alto. Ella podía ver la verdad en que jamás intentaría algo con Toshiya, sabía que había un fuerte lazo de amistad entre ellos, y que su esposo sería incapaz de engañarla. Su marido se lo había ya demostrado una vez en el pasado.
Pero referente a Yuuri..., su corazón le decía que dejase un pie atrás, con cautela. Aunque el de cabellos plateados solía ignorar a su pequeño todo el tiempo, sólo dirigiéndole la palabra no más allá de lo protocolar, o para pedir que le pasase la salsa o sal; tenía el presentimiento de que incumpliría a su palabra.
Yuuri para los ojos de Hiroko era también un omega, tan igual como ella y Viktor.
Si bien, no había dado indicios de ello, su comportamiento dócil y tranquilo era la fehaciente prueba para ella de que lo era, además de que Viktor parecía ser el chico que era de ciudad, o al menos lo era para sus castaños ojos.
Ella no quería que su hijo se desviase de su destino, que era con ellos, con su familia, cuidando de su hogar y negocios. Hiroko deseaba que su cachorro hallase a su destinado como ella lo había hallado.
─ Madre, ¿por qué papá dejó que trabajase con él, sabiendo que Viktor es un omega?─ preguntó con legítima curiosidad, esperando que su madre dejase aquella mirada perdida y no esquivase la pregunta como solía hacerlo cuando era un niño y le interrogaba cuándo le dejaría arar el campo.
Hiroko regresó al presente, aterrizando sin saber qué responder. Así como Yuuri, tampoco sabía porque su esposo había decidido en darle esa labor; sin embargo, supuso que lo había hecho para no herir más la autoestima de Viktor.
Cuando ella iba a contestar, vio que su esposo entraba a su hogar, quitándose los implementos de protección y dejándolos en el perchero, a un lado de la puerta de entrada, junto con Viktor, quién imitaba sus acciones; ambos sonrientes y alegres, bromeando. Hiroko intuyó que habían hecho otra chiquillada a algún otro trabajador que les ayudaba en esta temporada. Lo sabía, porque su marido solía hacer bromas muy esporádicas, pero con el nuevo integrante parecía ser un niño más, planeando maldades un poco más elaboradas al tener un cómplice.
Su esposo, anunció que se iría dar un baño, alejándose de la sala. Viktor, terminó de quitarse el sombrero que había quedado enredado en sus finos cabellos. Ya se estaba encaminando cuando la suave voz de Hiroko le detuvo, girándose para escucharle correctamente.
─Mañana saldremos temprano, iremos con el doctor.
Viktor chasqueó la lengua, poniendo mala cara. Suspiró, tratando de no irritarse, la idea de ir al médico le fastidiaba.
─Ya conversé con Toshiya-san y está de acuerdo, mañana te dará absuelta la mañana.
Viktor golpeó el suelo con el talón, cual niño caprichoso. Si Toshiya había accedido a ello, no podía hacer nada. Asintió de mala gana, para luego pedir permiso y retirarse a su pieza.
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Nota de la autora:
Capítulo narrado en 3era persona.
¡Chan chan chan!
¿Ya tienen alguna teoría volando por ahí?
¿Quién creen que es el doctor?Les cuento que ya pronto descubrirán que es Yuuri, solo espero no decepcionarlas.
Por Facebook vi de que estaban preocupadas/interesadas por el hecho de que si habría hard, y sí, habrá, pero aún es muy pronto para el salseo. So, be patient xD
Como siempre, si tienen alguna sugerencia con respecto a la ortografía y gramática soy toda oídos/ojos. Igual cualquier cosa me lo noticean ;).
Gracias de corazón a quien lo lea <3
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Forjando nuestro destino #ViktuuriAwards
Fanfic[AU] [Viktuuri] [Omegaverse] Yuri on Ice. Jamás había estado preparado para lo que le destino le tenía reservado. Él no tenía conocimiento ninguno para su verdadera naturaleza, la cual, le terminó despojándole de todo lo que consideraba propio...