Capítulo 30

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Las noches las pasábamos prácticamente con nuestro bebé en medio de nosotros, era mucho más cómodo que despertarnos a cada dos horas en la madrugada para que Viktor le diese la leche que necesitaba, si bien, sus pequeños pechos no lograban sustent...

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Las noches las pasábamos prácticamente con nuestro bebé en medio de nosotros, era mucho más cómodo que despertarnos a cada dos horas en la madrugada para que Viktor le diese la leche que necesitaba, si bien, sus pequeños pechos no lograban sustentar toda la demanda alimenticia de nuestro pequeño, el cual había tomado la costumbre de dormir con sus labios bordeando su pecho y si osaba en separarle este berreaba con intensidad.

No pasó mucho tiempo en que tuvimos que complementar su alimentación con leche en polvo, siendo yo quien preparaba su biberón. Viktor ya recuperado, empezó nuevamente con su régimen alimenticio, empezando una nueva rutina en la que salía a correr con Phichit o Emil, ambos se habían ofrecido en acompañarle en sus salidas evitando así que sucediese cualquier infortunio; si bien al principio habíamos estado reticentes a la idea, decidimos que era lo mejor.

Una mañana el mazo de nuestra casa repiqueteó insistente, preocupado salí con mi pequeño en brazos, creyendo que había vuelto a pasar algo con Viktor o que este había olvidado algo al salir a correr, pero un chiquillo que apenas llegaba a mi cintura me miraba molesto, abriéndose paso en mi hogar y tomando asiento en el sillón de la sala.

─¿Dónde está el calvo?

─¿Disculpa?. ─Cerré la puerta de mi casa, mirando interrogante al mocoso.

─¿Eres sordo o qué?, ¿dónde está Viktor?

─Niño, no puedes entrar a casa de un desconocido y llegar de esta manera ─recriminé, viéndole con atención─. ¿De dónde lo conoces?

─No te voy a decir; además, ¿quién eres tú? ─. Él se paró de un salto, acercándose para inspeccionarme y olfatearme como si fuese un perro─ ¿eres el Alfa del calvo?, apestas a él ─arrugó su nariz, reparando en el pequeño bulto envuelto de cobijas sujetado en mi brazo─. ¿Es de ustedes? ─preguntó con un pequeño brillo en sus ojos verdes─ ¿puedo verlo?

Al notar con más atención en sus facciones, recordé al chiquillo del cual Viktor me había hablado antes de dejar su labor. Él le había prometido hacer una de las rutinas de ballet pero al parecer lo había olvidado y no había dejado a alguien encargado de ello al enterarnos de súbito de su embarazo.

Con cuidado, le señalé al jovencito que se sentase en el sillón nuevamente para sentarme junto a este y mostrarle a mi cachorro, Daveth había despertado con la voz ruidosa del rubio, observando todo con sus rasgados ojos cielo; destapé su cabecita, permitiendo que el chiquillo observase y acariciase con sus blancas manos el cabello y rostro de mi bebé.

─Tiene los ojos de Viktor ─señaló el niño, dejando pequeñas caricias, que provocaron en mi hijo que sacase a flote sus pequeñitas orejas de lobo, moviéndolas. El rubio rio, rascando con cuidado sus orejas, empezándole a hablar directamente─. Hola, soy Yuri, tú eras eso de lo que Georgi estaba hablando con Minako. Eres gordito como un cerdo, Viktor ha de estar igual.

Forjando nuestro destino #ViktuuriAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora