Epílogo

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Los ojos dulces y cansados de su amante, detrás de las gruesas lunas que apenas mantenían la montura de las gafas, contemplaban la fotografía que yacía en sus manos

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Los ojos dulces y cansados de su amante, detrás de las gruesas lunas que apenas mantenían la montura de las gafas, contemplaban la fotografía que yacía en sus manos. Curioso, se acercó sentándose a su lado, observando la imagen impresa que retrataba una pareja de radiantes jóvenes, con un niño de aproximadamente seis años con una sonrisa amplia y perlada, sujeto de las manos de sus padres.

Viktor besó la melena gris de su esposo, apoyando su cabeza en el hombro ahora corpulento.

─Ha pasado mucho tiempo...

Yuuri asintió en silencio, disfrutando del calor que emanaba del cuerpo de su querido omega.

─Estás tan llenito como te conocí en el campo.

─Oh Viktor, no empieces ─masculló, pegando su mejilla a la cabellera blanca y platinada.

─¿Por qué no?, me gustaste mucho en tu versión redondita.

─Tú estás tan frentón como siempre.

─No me causa gracia ─respondió, hincando el muslo grueso con su índice, provocando en el otro una carcajada.

─Sabes que es cierto ─dejó la fotografía a su izquierda, deslizando un brazo sobre los hombros ahora no tan trabajados, notando la delgadez de estos por la edad─, estamos viejos ─puntuó.

─No me lo recuerdes ─añadió, frunciendo sus labios en un gesto para nada acorde a su edad.

Yuuri esbozó una melancólica sonrisa ladeada, dejando un mimoso beso en las hebras ajenas.

─Lo mejor que hago últimamente es recordar, Viktor ─confesó, apretando su hombro.

Viktor buscó removerse para observarlo con mayor claridad, no obstante el brazo que lo mantenía sujeto se lo impedía. Un pequeño deje de tristeza lo atravesó al percibir el estado anímico del otro omega.

─¿Qué es lo que te aqueja? ─preguntó preocupado, dejando descalzar su arrugada palma con confianza sobre el pantalón de rayas.

Los ojos marrones con un vago subtono gris se debatían a abrir una vieja herida con la que había lidiado el tiempo en que estuvieron en tierras extranjeras. Inspiró, hallando el valor de tocar el tema, luego de debatirse si debía sacarlo o no.

Viktor esperó en silencio, paciente, notando los puños cerrados y tensos de su esposo.

─¿Alguna vez pensaste en ir detrás de tu destinado?, sé que en ese tiempo nos unía Daveth...

La mano de Viktor buscó la de Yuuri, cubriendo el puño formado.

─Temí que me dejases, estaba tan aterrado, sobrecogido. El discurso de Phichit sobre dos omegas enamorados había tomado sentido. Aquella noche te contemplé a hurtadillas, temblando y con un terrible sentimiento apoderándose de mí; tanto, que al verte con nuestro hijo en su dormitorio, pensativo, se sembró en mí la idea de no ser por nuestro cachorro, habrías corrido hacia sus brazos.

Forjando nuestro destino #ViktuuriAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora